CAMBIO EN LA PEANA PROCESIONAL DE NUESTRA
SEÑORA
DE LA ESTRELLA, PATRONA DE CHUCENA (HUELVA), EN EL AÑO 1982
Martín Sánchez Franco
En la procesión de la Virgen de 1981 -ya era 16 de Agosto- se nos rompió la peana, el trono. Recuerda al estilo rococó del retablo mayor de nuestra iglesia parroquial, cuyo titular es Nuestra Señora de la Estrella, por lo que podemos pensar que probablemente se construyera en el siglo XVIII. Lo podemos ver en las fotografías más antiguas de la Virgen, formando parte del altar extraordinario para la novena y para la festividad de nuestra Patrona. Desconocemos quien fuera su autor. La fotografía que ilustra este artículo debe ser del siglo XIX o de la primera década del XX, aunque la peana ha conservado su forma original hasta 1982.
Como
toda peana, tiene en su parte superior un paralelepípedo de dimensiones
apropiadas a la imagen en ancho y fondo, y a su propia fortaleza y belleza en
altura. Lo sostienen sus patas, formadas cada una por dos
C rococó (?) sucesivas, con volutas en sus extremos y abiertas e inclinadas
hacia el exterior y hacia su base. La C
inferior se complementa con forma acaracolada hacia el interior, con la que, con
la superior, sugiere la forma S, también
característica del rococó, aunque pervive en el estilo isabelino.
Sobre la voluta
inferior de cada C superior se apoya
lo que parece ser un candelabro con forma de copa cerrada sobre cuya cúspide se
pudiera colocar una vela, con los detalles característicos del estilo al que
pertenece el conjunto. Las volutas superiores y el centro frontal del paralelepípedo
sostienen como dos cadenas o rosarios que realzan a una estrella central de ocho
puntas polirradiadas que alberga a otra estrella inferior.
Tiene
el paralelepípedo un quinto punto de sustentación en su centro. Lo constituye
un vástago adornado con una especie de copón florido, con cuatro pétalos que
terminan en sendas volutas.
Considero, con la modestia propia de una escasa formación artística, que el estilo del trono, como el del retablo mayor, es rococó, caracterizado por el empleo de rocallas. Sobre el concepto de “rocalla” he procurado informarme todo lo que me ha sido posible. En la Enciclopedia Wikipedia (http://es.wikipedia.org/wiki/Rocalla) se nos dice que se caracteriza «por las líneas redondeadas evocando las volutas de las conchas y las hojas». También es característica del rococó la asimetría y ésta la vemos en cada pata y en las que entiendo como sus rocallas: aditamentos que se dan en las C del trono de la Virgen de la Estrella. Destacaría en cada pata una segunda C que se inserta en zona inferior de la primera, rompiendo aún más su ya escasa simetría. Destacaría también lo que resalta hacia el exterior al principio de la segunda C y los adornos hacia el interior detrás de la misma.
Hasta 1968 el paso de la Virgen era más pequeño y sólo tenía de valioso este trono. La estructura del paso era la de carpintería más sencilla. También era más pequeño que el actual. Quizá no tuviera más que las dimensiones imprescindibles para albergar al trono. Con él era prácticamente imposible una desgracia como la que vivimos en 1981. De hecho, no se había vivido en los dos siglos anteriores.
Pero, por la iniciativa del alcalde José Garrido Fernández, como presidente de la Comisión Municipal de Cultos y Festejos en honor de nuestra Patrona, y por la generosidad popular -posible por el avance económico de los años 60-, el paso se sustituyó por uno mayor con canastilla y respiraderos del más popular estilo barroco. Fácilmente, por tanto, se pudo insertar en él la antigua peana, en todo caso barroca, ya que el rococó vino a ser una forma -o la forma- del barroco de la segunda mitad del siglo XVIII.
Por un error de cálculo
del carpintero, el paso se construyó en 1969 con las dos maniguetas centrales,
delanteras y traseras, cortadas en el primer travesaño interior
correspondiente, no atravesando el paso de delante atrás, con lo que no
actuaban como vigas de sustentación. De la necesidad de estas vigas no fuimos
conscientes hasta la rotura del paso. La Comisión Pro-Paso, a pesar del error
del carpintero, sólo merece nuestro agradecimiento.
Los finales de las
maniguetas centrales, quizás a menos de un metro de la delantera y de la
trasera del paso, tiraban hacia abajo y de manera descontrolada en cuatro puntos
centrales, aproximadamente en los cuatro en los que apoyaba el trono de la
Virgen. La Hermandad Sacramental de Ntra. Sra. de la Estrella, que sustituyó a
la tradicional Comisión Municipal desde el 6 de febrero de 1974, desconocía
totalmente este defecto de estructura del paso, aunque pedía a los que lo
llevaban con la Virgen que evitaran los movimientos bruscos.
Una pata del trono se nos rompió en aquella procesión del año 1981. Buscamos presupuestos y nos quedamos con el del dorador Ángel de la Feria (Navarros, 5, acc., Sevilla), y, paralela a la Hermandad, se organizó una Comisión Pro-Paso que obtuvo los fondos necesarios.
La restauración del
trono significó la pérdida de su figura estilizada, ya que, para reforzar sus
patas con varillas metálicas, hubo que incorporarles, como tercer elemento de
sustentación, otra C -carrete le
llama el restaurador- entre las dos señaladas, en dirección interior, con
cabecillas talladas -con sus volutas-, que incrementa el apoyo de la
superior en la inferior, más robusta. Pese a ser éste el trabajo de mayor
precisión, con dorado de oro fino de 22 kilates de todo el trono, sólo
significó el 12,87% del presupuesto.
También restauramos la
canastilla (22,77%) y los respiraderos (52,48%), tapando grietas y escarches,
poniendo las piezas que faltaban y dorándolo todo nuevamente. Con poner aquí
las proporciones del gasto, en el que destaca el relativo a los respiraderos,
que restauramos aprovechando la ocasión de que los teníamos en manos del
restaurador, pretendo motivar a que los cuidemos no tocándolos cuando no sea
necesario. Para reforzar el paso se construyeron y se tallaron las dos
maniguetas centrales en madera de pino flande, atravesando el paso de delante
atrás. El total del presupuesto suponía 505.000 pesetas. Recogimos 627.535
pesetas.
Pero creíamos que no
bastaba la restauración del paso, aunque con las maniguetas actuando como vigas
era más difícil que pudiera ocasionar una nueva desgracia. También motivamos
para que se llevara no sólo apoyando su peso en hombros en las partes
exteriores de las maniguetas, sino en también en las interiores, en toda la
longitud de cada una de ellas, equilibrándose así mejor las fuerzas. A los que
ocupan su lugar debajo de los faldones del paso los llamamos costaleros.
Debemos agradecimiento a los costaleros de las cuadrillas que surgieron en el año 1982 y a los que las han venido renovando en los años sucesivos, con el entusiasmo de llevar a la Virgen en un lugar donde nadie les ve. Les felicitamos porque celebramos su 25 aniversario. No sé si algún costalero lleva esos 25 años. Yo no me he visto con fuerzas para cumplirlos, aunque fui el primero de la lista que hicimos en el año 1982, dejando al Vicehermano Mayor mi vara a la salida de la Virgen.
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