APROXIMACIÓN A LA OBRA DE ROQUE LÓPEZ EN ALMERÍA
Sergio Cabaco y Jesús Abades
Según la opinión del historiador José Luis Melendreras Gimeno, Roque López (1747-1811) viene a ser el gran canto de cisne de la escultura murciana del siglo XVIII. El último tercio de esta centuria y la primera década de la siguiente, la ocupa dignamente nuestro artista, sin lugar a dudas el mejor discípulo que tuvo Francisco Salzillo, maestro del que se cumple este año 2007 el III Centenario de su nacimiento. Por su parte, Sánchez Moreno señala que en la producción de Roque López se puede apreciar una menor delicadeza en la ejecución de brazos y manos -abultadas éstas en las muñecas- que en las obras del maestro, así como unos ojos alargados, un poco desorbitantes, a diferencia de los que ostentan las imágenes de Salzillo. Se intuye también, en esculturas como el San Pascual Bailón de Orihuela (Alicante), una tendencia hacia la depuración de formas, propia del gusto neoclásico y, por tanto, alejada del barroquismo de Salzillo que reflejara en otras obras de su producción, caso de la espléndida Santa Cecilia que recibe culto en el Convento de Agustinas de Murcia. No en vano, la trayectoria artística de Roque López fue paralela a la etapa de los académicos, que coincide a su vez con los reinados de Carlos III (1760-1788) y de Carlos IV (1788-1808). Al igual que en Murcia y otras ciudades del entorno como Lorca o Cartagena, la producción de Roque López en la provincia de Almería quedó notablemente mermada tras la destrucción del patrimonio religioso acaecida en 1936. Es el caso de la Virgen del Primer Dolor, magnífica efigie de talla completa y ropajes estofados que se conservaba en la Iglesia de la Encarnación de Cuevas de Almanzora. Afortunadamente, el escultor Sánchez Rota realizó una réplica bastante fiel, gracias a la cual podemos rememorar la excelencias del original, inspirado en la Dolorosa de Salzillo (hacia 1732-1735) que se conserva en la Iglesia de Santa Catalina (Murcia), primera de una fructífera serie. Se trata de una Dolorosa representada estante, que eleva sus ojos al cielo y abre sus brazos en desgarradora lamentación hacia el Padre. Es titular de la Cofradía del Paso Negro de la localidad almeriense. Entre las obras del escultor para Almería se encontraba también la excelente talla de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Sorbas, labrada a finales del siglo XVIII según la historiografía del municipio. Fue también destrozado en los disturbios de la Guerra Civil, conservándose solamente uno de los pies. Su rostro, absorto en su aflicción y con visibles señales de fatiga, quedaba enmarcado por larga peluca de pelo natural y corona de espinas superpuesta labrada en metal precioso. Como continuador del maestro murciano, Roque López nos ofrece un semblante de inequívoca impronta salzillesca que recuerda al vecino Nuestro Padre Jesús Nazareno de Huércal-Overa, aunque suavizando los detalles anatómicos y expresivos. |
Precisamente, en Huércal-Overa encontramos una de sus escasas tallas que han sobrevivido a los avatares del tiempo en Almería. Hablamos del San Miguel Derrotando al Demonio que se venera en la Iglesia de la Asunción, obra fechada en el año 1803 que se corresponde con la última etapa del escultor murciano. De buena factura y notable policromado, presenta al santo en actitud de asestar con su espada al diablo, representado en un dragón que pisa bajo sus pies, al tiempo que porta en la otra mano la Cruz de la Victoria sobre el pecado. El violento escorzo y el gran vuelo de la capa acentúan la pretendida sensación de dinamismo; sin embargo, se antoja cierto estatismo y frialdad en el conjunto, propia del influjo academicista, a lo que contribuye la inexpresividad de un rostro que deja traslucir una velada sonrisa. Siguiendo con los temas hagiográficos, nos encontramos con la imagen de San Judas Tadeo que figura en una de las calles laterales del colosal retablo mayor de la Iglesia de la Encarnación de Vélez-Rubio, tallado entre los años 1770 y 1774 por el ensamblador Francisco Antonio de Testa. La efigie resulta pequeña en su actual emplazamiento, que no es el original ya que, hasta 1936, los cuerpos laterales de la fábrica estaban ocupados por sendas esculturas de San José y San Indalecio, Patrón de Almería. De elegante modelado y vivos ropajes enriquecidos con motivos dorados, responde a la iconografía habitual del apóstol que lo muestra en actitud estante, portando el hacha o instrumento de su martirio en la mano izquierda, que aparece alzada, y un libro en la derecha, en alusión a su carácter de escritor de los textos sagrados. En el Monasterio de la Inmaculada Concepción, uno de los templos más interesantes y mejor conservados de la capital almeriense, recibe culto una excelente talla de Roque López que representa a San Antonio con el pequeño Jesús en sus brazos, probablemente la mejor pieza de entre todas las que subsisten del artista de Mula en la provincia. Fechada en 1770, muestra al Taumaturgo de Padua de pie, en tímida actitud itinerante y vestido con su hábito de la Orden de San Francisco de Asís, ricamente estofado a base de motivos vegetales y rematadas con gruesos galones de oro sus orillas. El santo mira con agrado al Infante desnudo, el cual se halla alborozado sobre el brazo izquierdo y le corresponde con su deseo de abrazarle. La mano derecha aparece extendida y en ella tuvo que figurar originalmente una rama de lirios o un libro, símbolos de la pureza del santo y de sus predicaciones de los textos sagrados, respectivamente. La composición vuelve a rememorar los tipos salzillescos y su juvenil semblante, de afilados rasgos, ojos de cristal, boca menuda y cejas trazadas en forma de curva, recuerda otras celebradas piezas del autor como la Mujer Samaritana de Totana (Murcia). Por último, podemos mencionar a la Virgen de los Dolores de la villa almeriense de Somontín, imagen de vestir que ha sido atribuida a las gubias de Roque López y se puede catalogar como pieza del último cuarto del Setecientos. Dotada de ojos de cristal y peluca y pestañas postizas para realzar el naturalismo barroco de la obra, posee la cabeza ladeada hacia el lado derecho, mirada compungida hacia el cielo y manos extendidas que se recogen ante el pecho. Su composición recuerda a la Dolorosa del autor que procesiona la Cofradía de la Preciosísima Sangre de Murcia, inspirada a su vez en la Dolorosa de la Cofradía de Jesús Nazareno, la creación más popular de Francisco Salzillo sobre el tema, aunque en este caso nos encontramos con unos rasgos más juveniles y amuñecados que los que ofrece la titular de la corporación murciana de Los Coloraos. Se venera en la Iglesia de Santa María de Somontín y goza de gran devoción en la localidad. |
Fotografía de San Miguel de Santiago Rodríguez López
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