EL MONASTERIO DEL PALANCAR EN CÁCERES

Con información y fotografías de http://elpaisquenuncaseacaba.blogspot.com (17/08/2010)


 

 

Pedroso de Acim es uno de los pueblos más pequeños de Cáceres con apenas 150 habitantes. Recostado en las laderas de la Sierra del Pedroso, este núcleo urbano presume de convento, el del Palancar, oficialmente de la Purísima Concepción, una pequeña joya ubicada a unos tres kilómetros del casco urbano monte arriba (el desvío sale a mano izquierda, según llegamos a las primeras casas de la población) y que, afirman, es el más diminuto en todo el orbe cristiano. Engaña el exterior actual, que lo sobredimensiona y le resta la grandeza de un tamaño tan pequeño que convierte la experiencia de visitarlo, o casi, en una experiencia efímera.

El origen del recinto se encuentra en la cesión hecha por un noble, Rodrigo de Chaves, de unos terrenos en plena dehesa del Berrocal que disponían de una pequeña casa y una cerca para el cultivo junto a la llamada fuente del Palancar, de donde toma el nombre. Corría el año 1557.

Independientemente de la veracidad de la creencia de El Palancar como el convento más pequeño de la Cristiandad, enraizada con firmeza entre los locales, sí existe constancia documental de la obsesiva dedicación del franciscano San Pedro de Alcántara, el promotor de la obra allá por el siglo XVI, por todo lo que implicase penitencia y oración. Un enemigo de la ostentación y la magnificencia. Unas ideas que sí tuvieron que plasmarse en la obra que fundó y que encuentran buena muestra en la reducida celda que ocupó el santo o el pequeño claustro de un conjunto que, no obstante, fue ampliado en el siglo XVIII.

La zona anexa, el patio exterior, el pequeño huerto, con esa higuera ante la que el santo (dicen) oraba, y el pequeño jardín, colgados como si de una terraza se tratase sobre el promontorio de la sierra, respetan la escala de esas coquetas pretensiones.

 

   
   
De una superficie de un metro cuadrado es el diminuto claustro bajo, sostenido por cuatro columnitas. Sus bellas proporciones hacen que nos deleitemos al contemplarlo. Concebido para que las aguas de los tejados sean recibidas en el patio y conduzcan hacia un aljibe pequeño.
La celda de San Pedro de Alcántara consiste en un pequeño hueco que deja la escalera en su ascenso al claustro alto. El santo dormía sentado y con la cabeza apoyada sobre un grueso madero. El resto de las celdas son también muy bajas y angostas y todas tienen una cruz de madera.

 

En 1557, Pedro Garabito (San Pedro de Alcántara) se retira a este aislado lugar y decide construir un monasterio que sería el eje de la reforma de los franciscanos descalzos. Un edificio de apenas 72 metros cuadrados; la celda del santo es tan angosta que hay que entrar de lado y agachándose. El claustro es tan pequeño que cada lateral está cubierto por tres rejas. Un Breve del papa Pablo III concedió al franciscano San Pedro de Alcántara facultad para retirarse a la vida eremítica, sujeto al Provincial de San Gabriel.

La inauguración del monasterio tuvo lugar en 1561. Desde 1771 funcionó El Palancar como Casa de Retiro de la Provincia Bética hasta que fueron expulsados los frailes por el proceso desamortizador decimonónico. La vuelta oficial a El Palancar de la Orden Franciscana se hizo efectiva el 5 de Mayo de 1895. En el Capítulo Provincial celebrado en el Monasterio de la Rábida (Huelva), el 6 de Agosto de 1956, se determinó realizar las obras necesarias que dignificasen la antigua fundación de San Pedro de Alcántara y, al mismo tiempo, que sirviese como lugar para la práctica de los ejercicios espirituales de todos los religiosos que lo solicitasen. El Definitorio Provincial designó el 30 de Julio de 1986 el Monasterio de la Purísima Concepción de El Palancar, obteniéndose la erección canónica el 28 de Agosto de 1986. El Palancar fue declarado Guardianía el 9 de Marzo de 1988.

El único espacio del monasterio primitivo que tiene dimensiones algo mayores (6,25 m2 y 3,50 m de altura) es la capilla. La decoración fue regalada en 1962 por la artista Magdalena Lerroux, esposa del escultor Enrique Pérez Comendador, con el fin de conmemorar el IV Centenario de la muerte de San Pedro de Alcántara. En principio, pensó pintar la decoración al fresco, pero dado el húmedo clima se decidió por el mosaico de vidrio, al estilo de las basílicas orientales, bajo la dirección del artista Francisco Hernández (Casa Padrós). La decoración no sólo alude a San Pedro de Alcántara, sino también a San Francisco de Borja y Santa Teresa de Jesús por su relación con el monasterio. La escultura en madera policromada que preside la estancia es de Pérez Comendador.

 

   
   
Ante tanta austeridad, asombra la luz y el color que se aprecia cuando se entra en la capilla por la gama de los vidrios azules y el oro, los blancos, el negro, amarillo y el tono verde. La estatua del santo está de pie, con una cruz apretada contra su pecho, viste el hábito y manto corto de los alcantarinos, abierto y echado hacia atrás. Cabeza con fuertes arrugas en la frente que inclina suavemente hacia la izquierda. Calva muy pronunciada y los ojos cerrados para dar más efecto de austeridad. Los pies descalzos posan sobre un libro abierto, en el que además se ven los instrumentos de penitencia del santo.

Por la antigua portería del monasterio se accede a la iglesia construida en el siglo XVIII con unas proporciones mayores a la ya existente debido al importante centro de peregrinación en que se convirtió El Palancar tras la beatificación (1622) y canonización (1669) de Fray Pedro. Las obras se iniciaron en el año 1702 y concluyeron en 1710. Antiguamente tenía un retablo mayor que fue retirado. De la iglesia destacan la hermosa cúpula con pinturas murales y el Cristo Crucificado labrado en madera policromada, obra de la escuela sevillana del siglo XVII que procede del convento hispalense de San Buenaventura.

 

FUENTES: RAMOS RUBIO, José Antonio. Monasterios de Extremadura, León, Ediciones Lancia, 2001, pp. 31-38.

 

 

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