EL BESO DE LA MUERTE
30/10/2011
El Cementerio del Poblenou, también conocido como Cementeri de l’Est o Cementiri Vell, se crea en el año 1775 para vaciar las fosas de las parroquias de Barcelona, por impulso del Obispo Josep Climent, hombre de ideas reformadoras, que por cuestiones de salubridad lo sitúa fuera de las murallas de la ciudad, en unos terrenos cercanos a la playa en el municipio de Sant Martí de Provençals. De la primera expectación se pasó al poco al rechazo y al abandono. Cuestiones de disputas económicas y de costumbres relegó su uso como osera y entierro de los muertos del Hospital de Sant Pau. En 1813 fue destruido por las tropas de Napoleón por razones militares de defensa, y tres años después se reconstruye en un sobrio estilo neoclásico por el arquitecto Antonio Ginesi, con referencias al Egipto faraónico, tan de moda en aquella época, lo que le da ese aspecto esotérico añadido al funerario. El recinto adoptó un pretendido tratamiento igualitario en las tumbas, con la construcción de nichos a la estela del concepto democrático liberal, éstos eran ocupados por las familias pudientes, comerciantes y aristócratas mientras que trabajadores y gente humilde eran enterrados en las fosas comunes. Pero con el tiempo la misma clase burguesa con voluntad de distinguirse inicia la construcción de los panteones, en los espacios centrales que ocupaban jardines. Y allí se dan la mano la pompa, la ostentación y el valor especulativo del terreno, tan omnipresente desde siempre en el barrio. La escultura El Beso de la Muerte (El Bes de la Mort) es sin duda la composición más conocida y destacada del cementerio. Un esqueleto alado, la muerte, en una actitud casi erótica besa la sien de un joven que se desploma. En torno al año 1930 la familia Llaudet perdió un hijo en plena juventud y quiso hacer una escultura para su tumba que representase los siguientes versos de Mossèn Cinto Verdaguer, escritos en catalán antiguo, a modo de epitafio: "Mes son cor jovenívol no pot més; en ses venes la sanch s’atura y glaça y l’esma perduda amb la fe s’abraça sentint-se caure de la mort al bes". ("Mas su joven corazón no puede más; en sus venas la sangre se detiene y se hiela y el ánimo perdido con la fe se abraza sintiéndose caer al beso de la muerte"). El encargo se hizo al taller familiar de esculturas de mármol de Jaume Barba, a quien desde siempre se le ha adjudicado la creación de la esta bella escultura, referencia en muchas exposiciones de arte funerario. Pero la obra maestra de dicho obrador (que contaba en los años 20 del siglo pasado con dos talleres, uno en Sant Gervasi y otro en Poblenou, cerca del cementerio, donde se hizo esta escultura) fue concebida por Joan Fontbernat, yerno del dueño y considerado el escultor más cualificado del taller, salvo la parte trasera de las costillas, de un realismo impactante, que fue esculpida por Artemi Barba, pariente también de Jaume. La obra representa la muerte con alas (y no con el atributo de la guadaña como es tradicional) e intenta captar el momento en que el aliento abandona el cuerpo y la persona pasar a manos de la Muerte, que lo acoge con fuerza, casi cómo una enamorada. El resultado final es una obra fascinante y efectista, que sorprende a los visitantes del Cementerio del Poblenou. Tanto es así, que ha sido expuesta en varias muestras de arte mortuorio que se han celebrado en toda Europa. En el cementerio de Montjuïc, situado también en Barcelona, hay una estatua similar, aunque no es tan bella como ésta hecha en mármol y firmada por el taller de Jaume Barba. |
FUENTES: http://cementeriodeleste.blogspot.com y http://piscolabislibrorum.blogspot.com.
www.lahornacina.com