Tras el descanso estival, ayer se retomó el ciclo de actividades culturales en la exposición Lazos de Sangre, organizada con periodicidad casi mensual por la archicofradía murciana de la Sangre (Los Coloraos).

Una talla de San Miguel Arcángel, obra atribuida al escultor murciano Francisco Sánchez Araciel (1851-1918) de finales del siglo XIX o principios del XX, se presentó como pieza invitada para este mes de septiembre. Se trata de una obra perteneciente a una colección particular y nunca antes expuesta al público.

La presentación de la escultura fue llevada a cabo por el murciano Pablo Corbalán García, joven licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Murcia (UM) en la especialidad de Escultura y Restauración, con estudios de perfeccionamiento en las ciudades de Madrid y Sevilla.

Corbalán expuso además a los asistentes una interesante visión acerca de la evolución de la iconografía de San Miguel Arcángel a lo largo de la historia, destacando la representación que desde el siglo XVIII se conserva en el convento del Corpus Cristi de las madres Agustinas de Murcia. Se trata de una obra del maestro marsellés Antonio Dupar (1675-1755), quien se inspiró en el Mercurio volador de Juan de Bolonia (1565), obra maestra del manierismo que se conserva en el Bargello de Florencia, existiendo también una copia en el Louvre.

La obra de Dupar serviría de referencia en Murcia para futuras obras realizadas por artistas como Roque López, Francisco Sánchez Tapia y los hijos de este último, entre ellos Francisco Sánchez Araciel, quien, al igual que los anteriores, copió el movimiento de Dupar inspirado en el Mercurio, adaptándolo cada uno a sus gubias.

Esta obra de Sánchez Araciel en madera policromada, fue destinada seguramente en origen al culto privado, debido a su pequeño tamaño propio de las piezas de oratorio doméstico. Se encuentra sobre una columna actual de estilo modernista, en madera en su color con adornos de guirnaldas en metal.

El San Miguel, de rostro sereno y facciones dulces, se encuentra con la pierna derecha al aire. Sostiene con su mano izquierda la espada, con la que se dispone a dar muerte a Lucifer, al que pisa con su pierna derecha. El demonio se encuentra tumbado, retorciéndose sobre las llamas del infierno, intentando en vano escapar. Por su brazo izquierdo trepa una serpiente, símbolo asociado también a lo demoníaco en el cristianismo.

En su mano derecha San Miguel lleva el escudo con el emblema QSD (abreviatura de "Quis sicut Deus?", es decir "¿quién como Dios?", significado del propio nombre del arcángel), así como la balanza, cuyo fin es pesar la almas de los difuntos. El santo viste el atuendo propio de los soldados romanos de la época imperial.