LA NATIVIDAD DE LA VIRGEN

03/09/2006


 

 

Según la tradición, María fue hija de Joaquín y Ana. Nada nos dicen los Evangelios del nacimiento y la vida de la Virgen antes del momento de la Anunciación, de ahí que tengamos que recurrir a los argumentos recogidos en los Apócrifos, rechazados en gran parte por la teología, para encontrar relatos sobre su venida al mundo.

Los textos hablan de la ascendencia noble de los padres de María, de ahí que en el arte su nacimiento se represente en lujosas estancias propias de una familia acomodada de la época, y de la previa estirilidad de Ana, que llevó a Joaquín a retirarse avergonzado a los montes donde pastaba su ganado. Fue allí donde se le apareció un ángel para anunciarle que su mujer le daría una hija a la que habría que llamar María -que significa "amada de Yahvé"-, la cual llegaría a ser la madre del Mesías. Joaquín acudió veloz al encuentro de Ana, quien había tenido la misma aparición, y ante las puertas del templo y sin contacto carnal fue concebida la Niña.

La obra que hemos escogido para ilustrar el escrito pertenece a la Escuela de Quito del XVIII. La ilustre condición de los personajes se demuestra en este caso a través de su lujosa indumentaria. Tras haber parido, Ana sostiene amorosamente en su regazo a la Niña envuelta en pañales, mientras Joaquín la mira con arrobo. Pese a formar un conjunto, ambas figuras han sido concebidas como piezas escultóricas independientes.

Según la historiadora estadounidense Susan Webster, la escultura quiteña vino a constituir una escuela propia, independiente y característica, a finales del siglo XVII y durante el XVIII. Desde temprana fecha, los artistas indios mostraron una notable capacidad para imitar y adaptar los modelos de los artistas españoles a los gustos y exigencias locales. La primorosa factura y el refinado acabado, cercano a las obras de la célebre escultora sevillana Luisa Ignacia Roldán, son rasgos estilísticos y técnicos que les son propios.

 

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