LA ICONOGRAFÍA DEL ÁRBOL DE JESÉ EN LA RETABLÍSTICA PORTUGUESA
25/07/2021
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Foto: Pedro Castellanos |
La tradición cristiana establece en la figura de Jesucristo el cumplimiento de la profecía mesiánica, que lo erige como Salvador de la humanidad. Dicha teoría está fundamentada en la doble naturaleza de Cristo: Jesús es descendiente de las tribus de Israel -el pueblo elegido-, por lo que contaría con una ascendencia real a la par que terrenal. A su vez, es hijo de Dios Padre, lo que, además, le otorga una naturaleza divina. Es en el tipo iconográfico del Árbol de Jesé en el que convergen estas dos naturalezas cristológicas que fundamentan la religión cristiana. El Árbol de Jesé representa, a partir de la figura de Jesé, la genealogía de Cristo. Supone, por todo ello, un símbolo de la unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre la naturaleza divina y terrenal de Cristo, y ha sido empleado históricamente como un nexo entre realeza y religión. El tipo surge a partir de este fragmento bíblico: "Dará un vástago el tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahvé" (Is 11, 1-2). Como podemos ver, estos versículos hacen referencia a la genealogía de Cristo y suponen una profecía que anuncia su llegada. De este extracto cabe destacar la terminología vegetal, que alude al concepto de árbol con una metáfora que también se repite en el Apocalipsis de San Juan: "Yo soy la raíz y el retoño de David" (Ap 22, 16). El retablo del Árbol de Jesé de Olivenza (imagen superior), como todos los retablos de la localidad pacense, son portugueses sin vinculación con los bajoextremeños y han de relacionarse, en primer lugar, con la retablística lusa. De la segunda mitad del siglo XVII data el retablo de la iglesia del antiguo colegio de San Paulo, en Braga, que representa a las nueve gemelas bracarenses martirizadas en los primeros tiempos del cristianismo, apareciendo las nueve imágenes en las ramas de los árboles, cuyo tronco se inicia en el cuerpo de su educador. Este retablo sirvió de modelo a otros en Felgueras y en el norte del país con la misma invocación. En 1704 Manuel Pinto de Vilalobos, ingeniero militar, trazó el retablo del Árbol de Jesé de la iglesia matriz de Caminha. El mismo tema desarrollaron los maestros António Gomes e Filipe da Silva, entre 1719 y 1721, con imaginería de Manuel Carneiro Adão, en la iglesia de San Francisco de Oporto, del que hablaremos a continuación. Otros ejemplos se encuentran en Estremoz, Funchal, Pereira, Cavalhosa, Beja, etcétera. En España el tema del Árbol de Jesé tuvo menor fortuna que en Portugal. Diego de Siloé labró el retablo de la capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos. Quizá por influencia del tema en la arquitectura, en la fachada del colegio de San Gregorio de Valladolid (actual Museo Nacional de Escultura, imagen inferior) se labró un monumental granado que recuerda el Árbol de Jesé. En Santiago de Compostela y otros lugares pueden encontrarse algunos ejemplos menos significativos. En la Baja Extremadura existe solamente un retablo sobre el tema: el retablo mayor del monasterio de Tentudía, en Calera de León (Badajoz), obra en cerámica vidriada de Francisco Niculoso Pisano, ceramista italiano con taller en el barrio sevillano de Triana, que lo contrató con el vicario Juan Riero en 1518. En Tentudía el Árbol de Jesé se dispone en torno a la hornacina central como una cenefa. El artista lo había ensayado anteriormente en el retablo de la Visitación de los Reales Alcázares de Sevilla. Volviendo al retablo de Olivenza, se halla situado en la cabecera de la nave del Evangelio de la iglesia de Santa María del Castillo. Desde el punto de vista estilístico y tipológico es absolutamente inusual e inclasificable. No obstante puede tipificársele como arbóreo, desde una óptica puramente arquitectónica, y genealógico, por su iconografía. |
Se desconoce el autor del retablo. El tema del Árbol de Jesé es antiguo: finales del siglo XI y principios del XII. A partir de esta última centuria la figura cimera dejó de ser Cristo, sustituyéndose por María con el Niño en brazos. El tema continuó desarrollándose con más fortuna en Portugal que en España, como se ha expuesto. Puede aceptarse, sin precisar, la cronología del siglo XVI para el retablo oliventino, en base no solo al tema, sino también al goticismo de las tallas. En el retablo, no obstante, hay una inscripción con la fecha de 1774. Se ha interpretado como el año de alguna restauración. Para, en cambio, es el año en que la capilla se decoró con la instalación de un retablo que procedía de otro lugar (iglesia, capilla, convento, etcétera). Dos observaciones permiten afirmar que el retablo de Olivenza no fue labrado originariamente para la capilla donde se exhibe: la primera se refiere a que el árbol presenta los extremos de algunas ramas cortados para enmarcarlo dentro del espacio disponible en el muro absidal; la segunda advierte que la mandorla de la cima del árbol queda constreñida dentro del marco. Si bien era fácil cortar las ramificaciones extremas del árbol, no lo era tanto suprimir sus raíces o su copa. Respecto al retablo de Oporto (imagen inferior), siendo uno de los retablos más ostentosos, y quizás por ello, de los más conocidos del arte retablístico portugués, su tamaño y profusión de imágenes aún impresionan a quienes lo contemplan hoy. Este retablo barroco sustituyó a otro del Árbol de Jesé que existía en la iglesia, probablemente aumentando su tamaño, ya que los franciscanos se encontraban entre los primeros y mayores defensores del dogma de la Inmaculada. Este hecho contribuyó a la enorme riqueza y magnificencia que el retablo exhibe en el interior de la iglesia de San Francisco, convirtiéndolo en uno de los máximos exponentes de la talla portuguesa. En este caso, una talla que se extiende hasta los pilares de la nave central, cubriendo también el arco apuntado correspondiente. En la parte superior aparece la representación de tres figuras: la Iglesia, la Fe y la Sabiduría, alegorías asociadas a la Virgen. En el centro del arco hay una cartela donde se inserta el monograma de María. El Árbol de Jesé representa la genealogía de Jesús, según el Evangelio de San Mateo (Mt 1, 17), comenzando con la figura acostada de Jesé, padre de David, que sostiene un arpa. Siguen representaciones de los sucesivos antepasados ??de Cristo, reyes de Judá, culminando con la imagen de la Virgen y el Niño en la copa del árbol -la Inmaculada Concepción-, flanqueada por las imágenes de sus padres, Santa Ana y San Joaquín. En la planta baja se pueden ver los cuatro doctores que escribieron sobre María en particular, como se establece en el contrato para la ejecución de la talla. En la parte superior, y cumpliendo una vez más lo acordado con los talladores, Jesús, el Padre y el Espíritu Santo representado en forma de paloma, coronando a la Madre de Cristo. En la base, detrás de la imagen de Jesé, se encuentran los atributos de María, en medio relieve, tomados en su gran mayoría del Cantar de los Cantares, pero también del libro de la Sabiduría o Eclesiástico y los Salmos. Una particularidad de este retablo reside en que las columnas no son retorcidas, como era prerrogativa del barroco portugués, sino que presentan un fuste recto con ranuras verticales decoradas con guirnaldas, querubines y flores. Esto lo sitúa en una variante regional que circuló por la ciudad de Oporto. La mesa del altar, así como la urna donde se exhibe la imagen de Nuestra Señora de la Buena Muerte (Tránsito), se añadieron posteriormente, y la mesa es de estilo neoclásico. |
FUENTES PELLICER PLANELLS, Milagros. "El árbol de Jesé como reflejo de la sociedad. Estudio diacrónico de sus principales variantes", en Ignoranti Quem Portum Petat Nullus Suus Ventus. Est novos caminhos e desafios dos estudos icónico-textuais, Oporto, CITCEM, pp. 523-524. HERNÁNDEZ NIEVES, Román. Retablística de la Baja Extremadura. Siglos XVI-XVIII, Diputación de Badajoz, 2004, pp. 137-138 y 140. |
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