LUISA ROLDÁN Y EL NIÑO QUITAPESARES DEL MONASTERIO SEVILLANO DE SAN LEANDRO

29/06/2024


 

 

La representación del Niño Jesús como imagen exenta fue popularizada en el siglo XVII coincidiendo con el impulso adoctrinador de la Contrarreforma, que pretendía, sobre todo tras la reforma tridentina, hacer más cercana a los fieles la presencia de Cristo. Esta piedad pasó a ser el centro devocional de oratorios privados, iglesias, parroquias, hermandades y conventos, como el monasterio sevillano de San Leandro.

Dicho cenobio se vio nutrido de un gran número de obras en representación de la santa infancia fruto de las dotes aportadas por las religiosas aspirantes. Dentro de este grupo pudo encontrarse el Niño Jesús apodado Quitapesares (imagen superior), una talla en madera policromada de 30 cm de altura.

La célebre escultora e imaginera Luisa Roldán (La Roldana) destacó sobremanera en este género, con un conocimiento perfecto de la anatomía física infantil, representando las redondeces propias de un niño de apenas unos meses de edad, quizás por haber sido hermana y madre de familia. El realismo barroco imperante fue perfectamente aceptado y proyectado por la Escuela sevillana de los siglos XVII y XVIII.

A pesar de no contar con la correspondiente documentación que acredite la autoría de esta obra, razones estéticas, estilísticas, iconográficas y técnicas, en comparación con la producción documentada de la autora, han llevado a atribuir al historiador sevillano Salvador Guijo, en el último número (17) de la revista Anuario de Historia de la Iglesia Andaluza, la hechura de esta obra a la mano de la escultora Luisa Ignacia Roldán (1652-1706). Dicha publicación es editada por la Facultad de Teología "San Isidoro" de Sevilla.

La artista adquiere protagonismo con esta iconografía en el monasterio de San Leandro de Sevilla, no siendo la única obra que realiza para este cenobio. Conocemos que la escultora empleó tipos iconográficos y fórmulas de detalles diferentes revelándonos una artista inquieta, experimental, en constante crecimiento, que nos muestra una producción sin fronteras ni limitaciones. Luisa Roldán fue una de esas artistas capaces de crear piezas cargadas de emoción, de un verismo conmovedor puesto al servicio de la traslación de un mensaje, como los grandes escultores barrocos españoles.

La flexibilidad en el cuerpo y los rasgos de este Niño Quitapesares muestran directamente la sencillez escultórica del arte de Luisa Roldán, confrontando Guijo esta atribución con otras recientes realizadas a otros artistas. En sus líneas observamos la naturalidad en la forma humana, la elegancia en la figura, la dulzura en los gestos de la cara, características que, aunque heredaras de su padre y maestro, fueron mejoradas y hechas propias por su hija Luisa.

Guijo también conectado la imagen de San Leandro con la pieza homónima de la parroquia de San Pedro Apóstol de Arcos de la Frontera (imagen inferior), aportando documentación sobre la familia Espinosa Núñez de Prado, pero sin adentrarse en su autoría. Esta iconografía se ha visto relacionada con anteriores versiones paganas, luego cristianizadas, destacando la figura de los "putti" funerarios. Según Guijo, el claro precedente sevillano de los Quitapesares es el "putto" marmóreo de Aprile del sepulcro de Pedro Enríquez de Quiñones.

La realización de este estudio por parte de Salvador Guijo ha contribuido a aumentar y dar a conocer el catálogo de las obras escultóricas de Luisa Roldán, así como a mostrar datos de relevancia para otros historiadores.

 

 

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