El castillo de Vélez-Blanco (Almería), también llamado castillo-palacio del Marqués de los Vélez por el título concedido por los Reyes Católicos a su constructor, el militar Pedro Fajardo y Chacón, es uno de los principales monumentos almerienses, cuya historia está marcada por la tragedia de su expolio.

Su construcción se inició en 1506 en estilo gótico sobre los restos de una antigua fortaleza de la que solo subsisten algunos restos, aunque prontó se optó por el estilo renacentista, símbolo de los nuevos tiempos y de una nobleza más culta que rompe con la vieja tradición medieval y muestra el espíritu de los tiempos modernos. La autoría de las obras, concluidas en 1515, se atribuye al arquitecto italiano Francesco Florentino.

Con el tiempo, el castillo de Vélez-Blanco fue progresivamente abandonado por sus propietarios. En 1904, Joaquín Álvarez de Toledo y Caro, duque de Medina Sidonia y XVIº marqués de los Vélez, propietario en esos momentos del castillo, para hacer frente a la gran cantidad de deudas que había heredado de su padre, vendió al anticuario francés Goldberg el Patio de Honor, una de las joyas del renacimiento español, por 80.000 pesetas, en uno de los capítulos más tristes de la historia del patrimonio almeriense.

Con la ayuda de unos operarios locales, Goldberg desmontó piedra a piedra los sillares, lajas y filigranas en mármol de Macael que decoraban dicho patio principal del monumento palaciego. Embarcó las piezas en Almería y las hizo llevar a Marsella, y de allí a París donde trató de venderlas al mejor postor. Apenas un puñado de cronistas almerienses alzaron la voz en contra de aquel desvalijo.

Posteriormente, el patio fue adquirido por el banquero de origen alemán George Blumenthal, que lo instaló en su casa y finalmente lo legó al Museo Metropolitano de Nueva York (MET), donde se encuentra desde 1959 (imagen superior). La disposición en Nueva York no coincide exactamente con la original, ya que para adaptarlo al espacio del MET hubo que realizar algunas modificaciones.

Entre las piezas adquiridas por Goldberg se encontraban también los diez frisos tallados en madera que decoraban dos salas contiguas al patio. Representan los doce trabajos de Hércules y los triunfos del César. En 1903 fueron revendidos por Goldberg al decorador, escultor y coleccionista francés Émile Peyr, que legó sus obras al Museo de Artes Decorativas de París. Los frisos, que se habían dado por perdidos, fueron redescubiertos en 1992 entre los fondos de dicho museo a raíz de unas obras de reparación del mismo.

En 2019, el historiador almeriense Ismael Motos Díaz descubrió que el magnífico artesonado de las salas nobles del castillo había sido adquirido en 1952, en Nueva York, por el empresario y coleccionista mexicano Nicolás González Jáuregui, que lo instaló, bajo la dirección de Luis Ortiz Macedo, en su residencia de Ciudad de México, en lo que hoy es Instituto Cultural Helénico, institución dedicada a la organización de jornadas culturales y a la impartición de maestrías y licenciaturas en Historia y Arte.

El Castillo de Vélez-Blanco fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1985 y es propiedad de la Junta de Andalucía desde 2005. Aunque la Junta quiso hacer una reproducción del Patio de Honor exactamente igual al que había, incluso se licitó la obra en 2016 después de años de proyectos para poder "replicar" el patio tal y como era con tecnología 3D, el pasado mes de julio anuló el proyecto de reconstrucción.

Según la Asociación de Amigos del Castillo de Vélez-Blanco, el monumental varapalo dado por la Junta de Andalucía ya no solo emocional, sino también cultural, turístico y económico. Por eso, la referida Asociación pide a la Consejería de Cultura y Patrimonio y a la propia Junta de Andalucía que aborden de una vez la restauración del Patio de Honor del desmantelado Castillo de Vélez-Blanco en Almería. Con el fin de alcanzar dicho objetivo ha iniciado en la plataforma Change.org una recogida de firmas (ver enlace).