Hay valores paisajísticos de Cádiz que no deben perderse. La sexta fachada de Cádiz es su pavimento y a veces no nos damos cuenta de la historia y belleza que ella encierra.

Mantenemos aún en Cádiz pavimentos muy antiguos, incluso del siglo XVIII, como en la Plaza de San Martín en el Pópulo diseñados y ejecutados con bolos de lastre americanos por el arquitecto Torcuato Benjumeda, el arquitecto del Ayuntamiento, o de la Cárcel Real, o de la Plaza de Abastos. Pavimentos que no deben perderse, y que como el patrimonio de nuestra querida ciudad deben ser atentamente restaurados.

Las olas de los acerados de la Plaza de san Juan de Dios, que sucedieron a finales de los años 20 del siglo pasado a unos adoquinados genéricos, algo vetustas por el ajetreo de su intensísimo uso y por los árboles que lo deterioran, siempre han sido restaurados en los últimos lustros. Con mejor o peor fortuna, pero mantenidos.

Es necesario que las actuaciones que lleva a cabo ahora el Ayuntamiento en su plaza señera, se produzcan en el sentido de recuperar esas franjas onduladas de chino lavado, en negro y blanco, que siempre han sido muy comunes en las ciudades costeras. Podemos citar paseos en Alicante, la localidad alicantina de Benidorm, Barcelona, o en la playa de Copacabana, con ondas cercanas a las ondas reales del mar, como hermanas gemelas pero quietas, acompañando la escala marítima de sus orígenes.

Estos pavimentos deben ser mantenidos y restaurados, o como última reforma, reconstruidos y seguir acompañando el juego saltarían o discreto de los pasos de los ciudadanos y habitantes de esta bella ciudad.