EL CIERRE DEL MUSEO DE LA CATEDRAL DE MURCIA

Antonio Zambudio Moreno (13/03/2012)


 

 

Murcia, ciudad del sureste peninsular, de un pasado brillante, especialmente en el siglo XVIII -época dorada en lo cultural, político, social y económico, con ilustres personajes como el estadista Luis Antonio de Belluga y Moncada en el apartado gubernativo, o Francisco Salzillo en el plano artístico-, vive hoy día una profunda crisis que está afectando de lleno a la cultura, hasta el punto, que podemos estar asistiendo a la "muerte" irremediable de la misma gracias a un gobierno regional cuyo propósito parece ser cebarse de manera continua con la historia de la ciudad, con sus valores culturales más propios y ancestrales, con todo lo más arraigado en nuestra tradición...

La desaparición y el escarnio al que se han visto sometidos elementos tradicionales de una raigambre popular y cultural como son los molinos de la huerta, los escudos nobiliarios, edificios emblemáticos del centro, campanarios... Todo un mosaico de motivos que han sido denostados y finalmente destrozados por la incontinencia urbanística y económica de unos señores más preocupados por cuestiones de índole crematístico que por el sostenimiento de las tradiciones y bienes culturales o patrimoniales.

El panorama es desolador, y ya lo que nos faltaba era la tan manida crisis, que es indudable que existe y se muestra inclemente en todos los aspectos; ahora bien, podemos decir que ya nuestros políticos tienen mayores "argumentos" para arremeter contra aquello que al parecer más les incordia o que en mayor medida subestiman: la educación y la cultura.

En Murcia padecemos a un Consejero de Cultura y Turismo que poco le importa que un yacimiento arqueológico de un valor inimaginable permanezca a la intemperie, sin ningún tipo de protección contra los agentes externos junto al Palacio de San Esteban; casualmente, justo al lado de la sede del Gobierno Regional. Tampoco es de su incumbencia el abandono de la Iglesia cuyo patrón es dicho santo mártir, tan mártir como los que sufrimos su política y gestión. Y es que hablamos de un templo desacralizado, que es sala de exposiciones hoy día, pero que posee uno de los mayores patrimonios artísticos de la ciudad, con retablos, tumbas y ornamentos del siglo XVI que son majestuosos y de una estética que, sin duda, está a la altura de cualquier otra manifestación plástica de dicha centuria a nivel nacional.

No contentos con todo ello, ahora resulta que van a proceder al cierre del Museo de la Catedral de Murcia, todo un escarnio y toda una vergüenza al ver cómo no pueden hacer frente a los gastos que ocasiona y, sin embargo, sí hay dinero o partidas destinadas a los caprichos y arbitrariedades del Consejero de Cultura y Turismo. Los elementos y piezas artísticas de un valor incalculable como el San Jerónimo, la Virgen de la Leche y el Cristo de la Agonía, todos ellos del inmortal Salzillo; un vestigio arqueológico y artístico de raigambre medieval e histórica como los restos de la antigua Mezquita; las pinturas murales góticas que, en su momento, ya fueron vilmente masacradas pero que ahora habían recuperado parte de su esplendor... ¿Qué va a ser de todo eso?

Varios historiadores del Arte van a la calle y se nos priva a los murcianos, en una acción reprobable e incalificable, de disfrutar de nuestra historia, de ser de alguna forma partícipes de la misma al contemplarla y rememorarla, y, mientras tanto, ridículos festivales de música y campañas publicitarias escasamente rentables -entre otras cosas, porque cuestan un pastizal- son promocionados por una clase política que está liquidando los restos culturales de nuestra ciudad. Sencillamente patético y lamentable. Y digo yo, ¿estos políticos promocionan el turismo según ellos? Pero, ¿qué turismo? Si están eliminando todos los motivos de atracción para visitar la ciudad… Es algo lastimoso y parece que no tiene fin.

 

Fotografía de www.spain.info

 

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