La Iglesia de San Pedro de la Nave, construida en la segunda mitad del siglo VII, es probablemente la más conocida de las iglesias visigóticas en España. La diferencia de altura entre sus partes y los juegos de volúmenes y proporciones constituyen lo más original de este valioso edificio, que desarrolla toda su estructura alrededor de una planta en forma de cruz y del que también destacan sus sillares grandes y bien tallados y la presencia de una cámara accesible sólo a través de una ventana situada encima del arco toral.

Sin embargo, quizás sean sus bellísimos capiteles -universo estético labrado por escultores plenamente formados que demuestra a su vez las raíces clásicas de la cultura visigoda y las nuevas formas usadas para expresarla plásticamente-, lo más llamativo de todo el conjunto. Los temas del Sacrificio de Isaac o de Daniel en el foso de los leones parecen organizar un programa monográfico real alrededor del punto central del edificio, que se completa con las representaciones de los cuatro apóstoles, que enmarcan aquí una iconografía de salvación. 

La iglesia, trasladada a Campillo en la década de 1930 para que no quedara bajo las aguas del embalse del Esla, se encuentra en estado de abandono y son insistentes las voces que reclaman una restauración que erradique el deterioro del templo, declarado Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional. Hay quien incluso exige que la intervención afecte también al entorno para eliminar todo rastro de postes de luz, frontones o tejadillos.

Actuaciones concretas que requiere San Pedro de la Nave son la corrección de las cubiertas, con el fin de erradicar filtraciones y goteras; poner corriente eléctrica; buscar un medio para colocar todas las estelas hispano-romanas y otros objetos pétreos colocados a un lado del crucero con el fin de exponerlos en las naves laterales; la desaparición de los bancos, sustituyéndolos por sillas plegables que exclusivamente se utilizarían en los momentos de culto, y la restauración del campanario, que se encuentra en pésimas condiciones.

El profesor Herminio Ramos no duda en cargar las tintas contra la empresa Iberdrola: "está quedando a la altura del betún. Ya ni siquiera apunto a las administraciones. Debería ser ella (la empresa hidroeléctrica) la que actuara. Está demostrando una falta de sensibilidad total. Iberdrola tiene que ser algo más que la Bolsa". Ramos invita a hacer un ejercicio de memoria para que la actual empresa siga el ejemplo de su predecesora, Saltos del Duero, cuando en la década de 1930, "a pesar de todas las complicaciones que tenía para construir la presa, dio prioridad a San Pedro de la Nave y no dudó un momento en salvar a la Iglesia".