IMÁGENES DE LA PASIÓN NO PROCESIONALES EN LA CIUDAD DE SEVILLA (II)

Jesús Abades


 

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Cristo de la Misericordia (Convento de Santa Isabel)

Originalmente, se trataba de un Crucificado vivo en la cruz que fue adaptado a su actual iconografía de Cristo muerto por su propio autor, el cordobés Juan de Mesa y Velasco, quien lo esculpió en 1622. Mesa le modificaría los párpados a la talla, retocaría la policromía y le introduciría en el costado derecho una pieza de madera para cerrar la llaga provocada por la lanza de Longinos.

Esta magnífica imagen, de las menos conocidas de su prestigioso artífice, fue encargada por el fraile mercedario Domingo de Santos con destino al convento hispalense de San José. Sigue el modelo establecido por Mesa en el Cristo de la Buena Muerte, titular de la Cofradía de los Estudiantes (1620), aunque con rasgos personalizados que luego tendrían su continuación en el Cristo de la Vera Cruz, de Las Cabezas de San Juan (1624), y el Cristo de la Penitenciaría, de Lima (1626).

En fecha indeterminada, probablemente en el siglo XVIII, se le suprimió la corona de espinas y se le mutiló el cabello por el lado derecho y parte del izquierdo para colocarle una cabellera de pelo natural. Ha sido restaurado recientemente por el IAPH, donde realizaron una nueva cruz arbórea en madera de cedro, fijaron los ensambles de los brazos, repusieron las lagunas que presentaba el soporte, limpiaron superficialmente la talla, eliminaron repintes y reintegraron las faltas de policromía con técnica reversible.

Recibe culto en el retablo del Juicio Final, cuyas trazas son de Juan de Oviedo y de la Bandera y su ejecución corresponde al taller de Juan Martínez Montañés, maestro del propio Juan de Mesa.

Foto: Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla (US).

 

 

Virgen de la Antigua y Siete Dolores (Parroquia de la Magdalena)

Pese a su relativo olvido que padece hoy en día, fue la titular de una célebre cofradía de penitencia, radicada en lo que hoy en día es la Capilla de Montserrat, y una de las imágenes que gozaron de mayor devoción en la ciudad, comparable a la que también tuvo en su momento el Santo Crucifijo de San Agustín.

Escultura de extraordinaria calidad, en opinión de los investigadores Antonio Torrejón Díaz y José Luis Romero Torres no sería, como se viene afirmando desde hace décadas, la talla que Pedro Roldán hiciera en torno a 1651 para dicha cofradía, sino otra anterior que, según los estudios realizados por el IAPH al restaurarla hace algunos años, podría fecharse a comienzos del siglo XVII. Dichos estudiosos la relacionan con la Dolorosa del relieve del Descendimiento, de la Iglesia de San Vicente, realizado por Andrés de Ocampo entre 1603 y 1605. La talla de Roldán se identificaría con la Virgen de los Dolores, de la Iglesia de Santiago (1), con la que comparte la postura arrodillada, la elevación de la cabeza buscando consuelo con la oración al Padre tras la muerte de Jesús, y su condición de efigie de talla completa.

La imagen, que recibe culto en un espléndido retablo del primer cuarto del siglo XVIII, procesionó en su hermandad a los pies del Cristo Crucificado de la Sangre, imagen que se venera actualmente en Mairena del Alcor (Sevilla) como Cristo de la Vera Cruz y de la que sólo conserva de antiguo la cabeza, que tampoco parece ser la original. También hizo estación de penitencia la Dolorosa durante algunos años con el Cristo de las Misericordias, de la cofradía hispalense de Santa Cruz.

 

 

Ecce Homo (Iglesia de Los Terceros)

Según Juan Martínez Alcalde, de altísima calidad artística, muy superior a la habitual en este grupo, es el maravilloso busto de Ecce Homo existente en Los Terceros, emparentable con el arte de Francisco de Ocampo por sus similitudes con el Nazareno de la sevillana Cofradía del Silencio (2).

Hoy en día, tanto la atribución descartada a Ocampo como la posterior consideración de la venerada imagen de la Madrugada dentro de la producción de Gaspar de la Cueva por el investigador Antonio Torrejón (3), pasando por las analogías que ambas obras presentan (ojos rasgados de hinchados párpados, barba de puntas redondeadas, cabellera con menudos rizos que caen sobre los dos hombros, cuello perfectamente anatomizado, etcétera), nos llevan a plantearnos si este busto no constituye otra de las escasas muestras del arte del escultor en Sevilla, antes de emprender su próspera estancia en las Indias, donde se estableció hasta el final de sus días.

Foto: Hermandad de la Sagrada Cena (Sevilla).

 

 

Cristo del Millón (Santa Iglesia Catedral)

Procede de la antigua Mezquita-Catedral y la advocación tiene su origen en su condición de imagen receptora de las numerosísimas gracias e indulgencias que el cabildo y el papado ofrecían a todos aquellos fieles colaboradores con su pecunio en la conclusión del gran templo catedralicio, en cuyo retablo mayor se colocó para rematarlo, formando un Calvario (4).

El profesor José Hernández Díaz fechó la talla en las postrimerías del siglo XIV, aunque hay quienes adelantan su ejecución a los comedios del siglo e incluso a la centuria anterior.

En todo caso, su composición deriva del Crucificado de San Pedro, obra del segundo cuarto del XIV que se conserva en Sanlúcar la Mayor (5), y sus formas angulosas, largo sudario de marcados pliegues, anatomía simplificada, desplome hacia la izquierda, y cabello y barba de simétricos rizos pueden relacionarse con el estilo francés del Cristo de la Buena Muerte que pereció en el incendio de Omnium Sanctorum, en 1936.

 

 

Cristo Varón de los Dolores (Iglesia-Hospital del Pozo Santo)

La imagen data del año 1680 y su autoría se atribuye con fundamento al maestro escultor Pedro Roldán, tanto por el modelado de cabello y barba, a base de planos y apelmazados mechones, como por la expresiva composición de la cabeza y la mascarilla.

Se trata de una recreación sevillana del famoso Cristo de los Dolores, venerado en su santuario de Serradilla (Cáceres), obra realizada en 1630 por Domingo de la Rioja con el fin de representar alegóricamente a Cristo derrotando con el martirio a la muerte y con la virtud al pecado, simbolizados en una calavera y una serpiente que aplasta bajo sus pies; de ahí que aparezca estante y tras su Resurrección, llevando la cruz del sacrificio en la mano izquierda, conservando la corona de espinas en su cabeza y mostrando al espectador las llagas sufridas en su Pasión. Otras versiones del varón cacereño se hallan en la capilla madrileña de la Venerable Orden Tercera de Siervos de María; en San Jerónimo El Real, también en Madrid; y en el municipio tinerfeño de Tacoronte, éstas dos últimas más inspiradas en la imagen de la V.O.T. de Madrid que en la de Serradilla (6).

El Cristo sevillano, al ser titular del templo, ocupa la hornacina central del retablo mayor, atribuido a Julián Ximénez. Fue intervenido en el año 2004 por el restaurador Pedro Manzano Beltrán.

 

 

Cristo del Mayor Dolor (Parroquia de San Lorenzo)

La devoción que esta imagen despertaba en la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVII era tal que el miércoles 20 de Marzo de 1680, ante la amenaza de peste que se avecinaba sobre la ciudad, fue sacado en procesión de rogativas a la Catedral. Su primitiva cofradía de penitencia, durante gran parte del siglo XVII, englobó en sus filas a la mayoría de los escribanos públicos y los sargueros o pintores de lienzos hispalenses, siendo dos de estos últimos el sevillano Pedro Sánchez y el extremeño Francisco de Zurbarán (7).

Ha sido atribuido al quehacer de Juan de Oviedo y de la Bandera, con cuyo Crucificado de la Misericordia para el municipio onubense de San Juan del Puerto (1591) presenta notables semejanzas, tanto en la composición manierista como en la monumentalidad de sus proporciones, que hacen figurarlos unas esculturas más grandes de lo que son en realidad (miden, aproximadamente, 140 cm de altura). También se relaciona con el Cristo del Amor (1610), obra de Diego López Bueno venerada en la misma parroquial onubense, y el Crucificado del retablo mayor de la Iglesia de San Martín, tallado por Andrés de Ocampo (1606-08), aunque ambas imágenes dulcifiquen la crueldad del martirio y enfaticen ciertos detalles anatómicos.

En 1941, el Cristo del Mayor Dolor sufrió quemaduras en sus piernas como consecuencia de un cirio encendido que cayó sobre la imagen, siendo restaurada por el imaginero Sebastián Santos. En 1990, volvió a ser restaurado por el Taller Isbilia (8). Actualmente, es co-titular de la Cofradía del Dulce Nombre y recibe culto en la capilla que dicha hermandad de penitencia posee en el templo de San Lorenzo Mártir.

 

BIBLIOGRAFÍA

(1) AA.VV. "Las Dolorosas del Barroco", publicado en De Jerusalén a Sevilla. La Pasión de Jesús, volumen IV: Del Gólgota a la Resurrección, Sevilla, 2005, pp. 207-13.

(2) MARTÍNEZ ALCALDE, Juan. "Las imágenes pasionistas que no salen (V)", publicado en el rotativo ABC, Sevilla, 08/04/1987, p. 76.

(3) AA.VV. "Camina con la Cruz al revés", publicado en De Jerusalén a Sevilla. La Pasión de Jesús, volumen III: De la Entrada Triunfal al Calvario, Sevilla, 2005, pp. 246-52.

(4) MEDIANERO HERNÁNDEZ, José María. "Los nombres populares en el arte sevillano", publicado en el rotativo ABC, 12/02/1989, p. 68.

(5) PAREJA LÓPEZ, Enrique y Matilde MEGÍA NAVARRO, "El Arte de la Reconquista Cristiana", publicado en Historia del Arte en Andalucía, volumen III, Sevilla, 1990, p. 313.

(6) GÓMEZ MORENO, María Elena. "Escultura del Siglo XVII", tomo XVI de la colección Ars Hispaniae, Madrid, 1963, p. 180.

(7) MUÑOZ PÉREZ, Agustín Carlos. "El Santo Cristo del Mayor Dolor" publicado en el portal El Sanedrín, Sevilla, 2004.

(8) Ibídem.

 

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