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Coronación de Espinas
No consta que fuese concebido como boceto de un misterio procesional, de ahí que deba considerarse como una pieza modelada libremente hacia 1968-1969 como ensayo de un hipotético conjunto a mayores dimensiones. Bru colocó las cinco figuras a distintos niveles en una pirámide escalonada. Llama la atención la composición del Cristo, no solo por su complicada postura sino por una actitud que, lejos de la sumisión, se muestra huidiza y violenta frente al suplicio.
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El Eco
Con esta maravillosa pieza abstracta, una de las mejores de su carrera, Ortega Bru mostró a través del barro sus influencias del surrealismo y el futurismo, que al final resultaron mucho más visibles en sus pinturas y en sus dibujos que en sus esculturas; de hecho, en 1965, el mismo año de su modelado, Bru pinta el Reflejo del Eco, una de sus prolíficas creaciones en témpera y tinta negra que plasman con suma complejidad un motivo básico de su arte: las estructuras.
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Llanto sobre Cristo muerto
De este bello relieve en barro, labrado en pequeño formato hacia 1952-1954, existe otra versión en madera policromada que conserva en Sevilla la hermandad de Santa Marta. No parece que fuera realizado como versión preparatoria de otra pieza, sino como ensayo libre de cara a obras posteriores como la Piedad de San Roque o las Angustias de La Línea de la Concepción. Las figuras de San Juan y la Magdalena expresan una intensa desolación.
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Virgen con el Niño
Partiendo del renacimiento sevillano del siglo XVI, el artista hace su propia versión en terracota patinada de los modelos marianos de la época, todos fuertemente influenciados por las maneras de Miguel Ángel, a quien Bru siempre tuvo como uno de sus referentes. El artista parte del cubismo, el organicismo y la abstracción para espiritualizar al máximo una pieza mariana a la que incluso adosa un pilar que se erige como el único elemento tradicional de la composición.
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Las Tres Gracias
Obra capital del segundo ciclo vanguardista, mucho más maduro y consolidado que el primero, del cual constituye una evolución. Esta versión en barro patinado que Bru hace en 1959 del tema mitológico griego -interpretado a lo largo de la historia por muchos artistas, con Rubens a la cabeza- se relaciona con la Virgen anterior tanto en los volúmenes ahuecados como en la abstracción formal de las tres figuras femeninas que parecen surgir de un mismo tronco.
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La Máquina
Pequeña escultura de 1960 en madera vista que pertenece a unos años fecundos para el informalismo abstracto de Ortega Bru, quien llevó a cabo una serie de planos superpuestos en esta figura -la mayoría de ellos horizontales y circulares- para recrear las piezas que componen el complejo interior de una maquinaria. Estos conceptos fueron desarrollados luego por el artista; entre otras piezas en la mencionada El Eco, aunque con variantes.
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Virgen María
Esta estatuilla modelada en escayola hacia 1950 es uno de los trabajos más interesantes dentro del primer ciclo vanguardista del escultor. En ella volvemos a encontrar su gusto por la estilización, el esquematismo y los volúmenes cóncavos. Inserta en una hornacina que más parece un sarcófago, además de la abstracción y ciertos aires del medievo encontramos en ella un primitivismo que recuerda los iconos venerados por las primeras civilizaciones.
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Asunción de los Trabajadores
Este relieve en madera policromada con efecto vidriera se relaciona con las pinturas realizadas por el autor en témpera y tinta negra que tienen idéntica apariencia; de hecho, existe también del mismo una versión pictórica. La escena, llena de simbolismo, representa una fragua en la que un grupo de cinco herreros izan una imagen de la Virgen con ayuda de unas poleas. Bru quería reflejar con ello el trabajo obrero como elemento transformador de la realidad.
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Motorista
El motor fue el tema deportivo por excelencia de Ortega Bru. Esta talla en madera de gran formato (1968) pertenece a un grupo de obras pictóricas y escultóricas sobre el tema -en origen propiedad de la Fundación Luike, actualmente depositadas en el museo sanroqueño dedicado al escultor- en las que el polifacético artista pretendió, sobre todo, atrapar la instantánea del veloz movimiento que posee el motorista en acción.
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Bocetos para el Monasterio de las Bernardas (Burgos)
El del crucificado carece de ambos brazos y del pie izquierdo. Respecto al de la Inmaculada, es de tamaño natural en escayola engobada y parcialmente policromada al igual que el anterior, y posee gran semejanza con la talla final, derivada de los modelos sevillanos de Martínez Montañés aunque con notables diferencias en los volúmenes, la forma de los ropajes y la composición de la nube con tres querubines alados. Ambas piezas datan del año 1974.
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Cabeza de hombre
Pese a que su título no especifica demasiado, por su fisonomía este relieve en barro (hacia 1968) se asemeja a una imagen sacra, tal vez un santo de la orden franciscana por lo que se deduce del atuendo y de lo que parece ser la capucha del hábito, rodeada de unos rayos que quizás sean resplandores divinos. Modelado a través de una cuadrícula o enrejado, su sencillez cubista podría tener como base los iconos del arte bizantino.
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Natividad
Los relieves para el paso de la Sentencia, de la popular hermandad sevillana de la Macarena, fueron realizados entre 1951 y 1955 por Bru, autor de toda la labor escultórica de las andas. Fueron muy innovadores en su momento por su formato, su disposición en el canasto y la aplastante personalidad que confirieron al conjunto. El de la Natividad -boceto en la imagen superior- sobresale especialmente por la audaz disposición de los personajes con San José como figura central.
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Anunciación
Esta obra en terracota supone una versión a menor escala del relieve en madera policromada de la Anunciación que figura en la parte superior del retablo de Nuestro Padre Jesús del Perdón en la Ermita de la Vera Cruz de Manzanares (Ciudad Real), una reconocida obra de Bru. Las figuras de María y el arcángel Gabriel destacan por su exquisita estilización, muy característica del periodo (hacia 1965), y por los livianos ropajes pegados a las carnes que dan sensación de desnudez.
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Crucificado
Se trata de un pequeño crucifijo en madera policromada que procede de la Colección Luike. Fue realizado en torno a 1969, año de ejecución del crucificado jerezano que se venera en el templo de las Angustias; con el que comparte la postura en la cruz, anatomía y sudario, solo que aquí el resultado no es tan quebrado y posee menos puntos de fuga. La diferencia más importante es que, en este caso, es un Cristo vivo, lo que se advierte también en la tensión de las manos.
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Inmaculada Concepción
De tamaño inferior del natural, esta delicada obra en madera vista fue tallada por Bru durante su etapa laboral en los talleres de Félix Granda, poco tiempo después de ejecutar la Inmaculada que ostenta el patronazgo de La Línea de la Concepción; de cuyo modelo se separa para ofrecernos otro más esquemático y estilizado, cercano a la Asunción -procedente también de la Colección Luike- o a la Santa Filomena realizada un año antes para Campamento (Cádiz).
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