XII PREMIO DE LA HORNACINA. OPINIÓN DEL EXPERTO

Juan Manuel Moreno Orta (22/03/2018)


 

 

La obra escultórica o imaginería.

En primer lugar quiero manifestar mi agradecimiento a los responsables de La Hornacina por contar conmigo. Con estas líneas quiero mostrar mi admiración por Sergio Cabaco y Jesús Abades por el ingente trabajo que realizan, ya que su página es el escaparate para muchos artistas y artesanos, quienes, al igual que todos nosotros, vemos en La Hornacina un referente para el arte (religioso y profano) de la actualidad y el de tiempos pasados.

Ha sido un verdadero honor poder trabajar para esta página que sigo con asiduidad y que me sirve para enriquecer mi cultura artística.

En el campo de la escultura e imaginería se han presentado grandes obras. Muchos artistas nos han mostrado sus creaciones, y el nivel de la mayoría de ellas es importante. Se me pide que señale una obra en concreto. Ha sido una labor ardua y aunque una es la elegida, otras son importantes creaciones que han de estar, también, en lo más alto de mis consideraciones. Pero centrémonos en la obra ganadora. Siempre he sentido admiración por los artistas que saben plasmar arte y belleza en poco espacio. Es mucho más complicado mostrar una escena en la escueta parcela de una cartela que en lo alto de unas andas procesionales con una escultura de tamaño natural. Hay hoy una grandísima escultora que es más conocida por sus realizaciones de obras en pequeño formato, pero que es una maestra en todo lo que toca. La obra que nos ha presentado este año es de pequeño tamaño pero grandísima en arte y trabajo. Me estoy refiriendo a Encarnación Hurtado y sus trabajos para las andas procesionales de la Borriquita de Alcalá de Guadaíra. Ella es la elegida en este año.

Los relieves realizados en madera dorada, estofada y policromada por la artista de Utrera, gozan de un nivel de gran maestría en el arte de la imaginería. La escena de Jesús entre los Doctores es de gran nivel, pero quizás ese Calvario sea donde se ven sus dotes no solo de escultura, sino de conocedora del arte. Este tema, el desconocimiento de la historia del arte, de la historia, de la religión y de la iconografía, es tan preocupante que nos dejan algunas obras que no solo fallan en esos conocimientos, sino que llegan a rozar lo ridículo. Encarnación tiene en cuenta todo esto a la hora de plasmar sus obras, por ello es apuesta segura para todo lo que se le encarga. El trabajo de talla es importantísimo, llega a un detallismo, alejado del hiperrealismo hoy tan abundante (ojo que no por ello queremos decir que ha de ser despreciado), con la seguridad de una maestra de la gubia. La decoración pictórica de sus piezas ayuda a la talla, sabe unir ambas expresiones del arte y sacar el máximo provecho de sus trabajos. Vemos como Encarnación muestra un Calvario clásico, donde las cuatro figuras tienen distintos campos de actuación, el diálogo entre Cristo y la Magdalena en contraposición al vínculo que se ve entre María y Juan Evangelista. Se muestra el Pasmo de la Virgen, tal y como hemos visto en autores de tiempos pretéritos (Esturmio v. gr.).

En el pequeño detalle de estas cartelas contemplamos a la gran artista que hay detrás de ellas. Es muchísimo más difícil crear estas obras, que desgraciadamente pasan desapercibidas a la hora de contemplar unas andas procesionales, que otras de gran formato. Siempre destaca más un sayón, aún siendo de bajo nivel artístico, con penacho de plumas o ropajes llenos de paños del zoco, que estas obras de gran talla artística. Mucha artesanía (de artesano, de no ser creador y por lo tanto no pueden ser considerados artistas) se ve sobre la tablazón de más de un paso procesional y grandes maestros y artistas aportando su arte en los canastos de los mismos...

Pero, y para mí lo más importante en el arte religioso, es que las obras de Encarnación Hurtado nos invitan al rezo y a la contemplación. Tienen ese quid divinum que tanto hoy se deja de lado, ignora e incluso abiertamente se desprecia. En muchas ocasiones porque se quiere eliminar el componente religioso a la imaginería (algo sin sentido) o porque se hace ostentación de la realización de arte religioso sin llegar a serlo. Pues sencillamente si el arte religioso no mueve, o al menos intenta, mover a la devoción no tiene sentido.

 

   
         
         
   
         
         
   

 

No puedo dejar pasar la ocasión para referirme a otras obras presentadas y que han sido importantes aportaciones para el arte religioso contemporáneo. Me estoy refiriendo a la magnífica e impresionante Virgen de la Piedad (patética representación de la Sexta Angustia) obra de Martín Lagares; las geniales cartelas de Rubén Fernández Parra, que nos muestran una forma de trabajar que nos retrotrae a los grandes talleres hispalenses; la Dolorosa Virgen del Buen Camino, talla para vestir de José María Ruiz Montes, sublime sencillamente; la escena contemplativa que nos ha mostrado Santiago Nuevo Peña (una aportación de agradecer); la apuesta segura que es Darío Fernández Parra; el clasicismo de José María Leal; la fidelidad a una escuela como es la imagen cristífera que nos presentó Juan José Páez; al trabajo constante de Miguel Ángel Valverde, y, finalmente, Ramón Cuenca Santo nos ofrece una magnífica obra de talla completa, formas hoy casi en desuso y que debería ser nuevamente tenidas en cuenta.

Para concluir volver a agradecer a la página La Hornacina el trabajo que realizan en pos del arte actual. Una obra que también ha de ser elogiada puesto que roban horas a su tiempo libre para mantener el gran nivel de esta web, referente nacional e internacional para muchos. Ha sido un verdadero placer y un gran honor.

 

 

Opinión del experto: pintura.

El elenco de pinturas presentadas en La Hornacina es de elevado nivel. Destacan grandes artistas y fabulosas obras. Desde trabajos para devoción privada a interesantes carteles para fiestas de toda índole.

De entre todo ese importante plantel ha destacado una figura, la de Antonio Díaz Arnido. Este artista es un creador nato, abarca cualquier tipo de faceta y lo mismo plasma una obra de candorosa religiosidad que nos evoca a una reflexión ante alguno de sus carteles, destacando el realizado para la Semana Santa de Huelva. Su obra trasciende más allá de lo plasmado por sus pinceles. Deja al espectador intrigado, demandando una respuesta por su parte ante lo que sus ojos contemplan.

Su obra es religiosa y contiene ese detalle que la hace ser fiel a lo que en ella se muestra: fe, creencia...

De Arnido hemos podido contemplar desde obras para cartelería o para exorno en pasos a complementos pictóricos en enseres bordados. Para todo tiene Arnido un tratamiento. Su paleta va desde lo clásico y sencillo, hasta obras de actualidad, sin menospreciar por ello la tradición artística. Cultiva la cartelería y pintura de caballete en gran formato y así mismo es capaz de deleitarnos con exquisitas vitelas para libros de reglas.

El panorama de la pintura religiosa se ha ampliado, ha cobrado nuevos bríos, y ha ido relegando a la imperante fotografía que hasta hace escasas fechas copaba todo... Nuevos creadores se han agregado a los que ya vienen trabajando desde hace un tiempo, una cosa que nos alegra y que deseamos siga en aumento.

Hay que destacar las obras de Ignacio Pizarro, Juan Luis Aquino, el joven Manuel Caliani, Javier Hoyos, Jesús Alcarazo, José Luis Castrillo o Rubén Terriza. Son los mimbres para ese gran canasto que ha de surgir de todos estos autores y artistas.

 

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