Jesús Abades y Sergio Cabaco
No cabe duda de que estás viviendo un magnífico momento profesional, con numerosos trabajos de envergadura para Sevilla y otros puntos del país. La verdad es que es una suerte que se me brinden estas oportunidades con lo difícil que es tener obras en Sevilla. Creo que las estoy aprovechando dentro de mis posibilidades y de mi experiencia a día de hoy, que a la vez es un riesgo y una pena porque cuando llegue a un nivel de madurez artística, no sé si podré seguir dejando piezas en mi ciudad. Para fuera de Sevilla empecé en Aspe (Alicante) y todavía no había finalizado mi primera obra. Ellos confiaron en mí y estoy intentando no defraudarlos y dar lo mejor que tengo como si fuera para Sevilla. ¿Cuándo comienza y cuándo termina tu jornada laboral? Empieza cuando abro los ojos al amanecer o a mitad de la noche cuando mi mente sigue pensando en cómo resolver una inquietud o un problema, y termina cuando el cuerpo dice "basta por hoy" o hay algo que hacer por ahí. No me gusta que el ánimo influya tanto en mi capacidad de trabajo. Cuando me duele el alma por un problema personal el estudio se me cae encima, por eso intento estar lo mejor posible anímicamente. Por fin un Crucificado, el sueño de todo imaginero. Aún no me lo creo cuando miro el embón de cedro en mi estudio esperando que saque de él la anatomía de Cristo muerto. Sé que corro el peligro de hacerlo en talla directa, pero si anatomicé mi Nazareno de la Caridad para Sevilla sin haberlo hecho nunca y sin ayuda, me siento capacitado para hacerlo al menos con dignidad. Es una iconografía que ya está muy trillada y más al presentarse muerto. Tan sólo me queda hacerlo lo mejor posible y darle algún toque de personalidad. Lleva la cabeza inclinada hacia la izquierda que no es lo usual, y estoy dándole vueltas a la cabeza respecto al sudario que no quiero que sea de línea montañesina. Sólo le pido a Dios que llame a la devoción cuando la gente lo vea. Gracias desde aquí al Padre Alfonso Estudillo de Puerto Real (Cádiz) para donde va esta imagen y a toda la gente de San Fernando que tanto me apoya. ¿Sabes conciliar tanto trabajo con tu vida personal? La verdad es que hay veces que pienso que es mucha carga para una persona sola sobre todo respecto a la responsabilidad de cumplir con los encargos más que por el esfuerzo físico. Pero lo llevo bien, más cuando me paro a pensar en la suerte que tengo de hacer lo que me gusta y en la capacidad de poder cerrar la puerta del estudio cuando quiera, al igual que abrirla a la hora que menos te imagines, sin darle explicaciones a nadie. No es lo mismo estar un domingo tallando o modelando que picando en una mina. Además mi novia me comprende perfectamente y me acompaña, que es algo fundamental para mí. ¿En qué crees que falla actualmente la escultura sacra para que, en palabras de artistas y estudiosos, se esté viviendo un momento de alarmante mediocridad? Falla en la preparación, que no tiene por qué ser a nivel universitario, ni tan siquiera de formación profesional. Hay grandes escultores que si con oficio adquirido en talleres de escultores y preocupación por aprender pueden hacer auténticas maravillas. Otro gran problema que veo es la falta de criterio a la hora de saber dónde están las posibilidades y límites de cada uno. Si yo no sé tocar la guitarra no me presento a un casting para acompañar a un cantaor flamenco. Creo que hay que tener un poco de vergüenza a la hora de hacer una obra que va a recibir culto y más si detrás nuestra tenemos el peso de grandes imagineros a los que no sé ni si un día seríamos capaces de igualar no sólo en belleza, si no en categoría escultórica. Otra gran culpa la tiene quien regatea en la imagen titular y se gasta lo que sea en bordar un paso de palio. Y ese suele ser el que se lleva de un taller algo que se parece más a un maniquí que a una Virgen Dolorosa. ¿Trabajar junto a Juan Manuel Miñarro es igual a recibir las enseñanzas de una academia de prestigio? Es igual que si te tocara el euromillón. De él se aprende a ser mejor persona y a resolver una inquietud artística con criterio. Su capacidad de enseñar es tan grande que más de una vez se la han jugado por la espalda, pero él sigue pensando que si lo intentas copiar vas a estar por debajo suyo. No tiene secretos para sus alumnos y le sobran las ganas de ayudar cuando uno lo necesita. Creo que es la mejor carrera que he estudiado nunca porque durará toda la vida. Me basta una conversación con mi maestro para seguir aprendiendo. Simplemente “me quito el sombrero”. En Sevilla, hubo un sector que echó de menos la condición de imágenes de vestir en los nuevos Arcángeles para la Cofradía de la Salud, de San Isidoro. Es lógico. Soy cofrade antes que escultor y son opiniones absolutamente respetables. Yo he llegado a vestir esos Arcángeles para la Salida procesional, y quien me iba a mí a decir que ahora son cuatro obras mías las que acompañan a la Virgen. Tenían su gracia y su sabor. Los que he realizado van a juego con la Titular y no tapan a la Virgen. Me basta con que la Hermandad esté lo satisfecha que está con mi trabajo como me han demostrado, y con que yo esté contento como lo estoy aunque sepa que todo es mejorable. Demuestras un gran virtuosismo en el altorrelieve y la imaginería de pequeño formato, ¿eres de los que opinan que entraña una mayor dificultad? Es cierto que la tienen porque la expresividad en una carita de apenas un centímetro es más difícil de plasmar que al tamaño natural. Creo que me ha ayudado la cantidad de figuritas en miniatura que he modelado de niño en plastilina. Hay que tener muy en cuenta las proporciones y las perspectivas en los relieves. Lo de las cartelas de la Cofradía de San Bernardo era difícil porque tenía una estética impuesta y la curva de la cartela complica todo el concepto. Las miniaturas tienen “mucha guasa” y, en la mayoría de los casos, más trabajo que el tamaño natural. ¿Con que compañero de oficio te quitas el sombrero? Con todo aquel que hace las cosas dignamente y con criterio. Por ejemplo la fuerza de José Antonio Navarro Arteaga, la belleza de Francisco Romero Zafra, el sabor antiguo de los Fernández Parra, un Niño Jesús de José María Leal Bernáldez, un ropaje de Fernando Murciano... y de mi maestro Juan Manuel Miñarro el concepto escultórico y de artista de la imaginería. Hay quienes encuentran semejanzas en la expresión desdeñosa de tu nuevo sanedrita para Aspe (Alicante) con la que presenta la figura de Herodes Antipas que procesiona la sevillana Cofradía de la Amargura en su paso de misterio, ¿tomaste esta imagen como referente para la anterior? Hombre, soy costalero del Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes y esa figura me ha marcado desde que era niño. De hecho me parece un misterio soberbio en todos los sentidos. Si a la gente mi obra le recuerda a algo bueno lo considero un halago. Es cierto que puede recordar la sonrisa sarcástica y el concepto de maldad, pero eso es común denominador de esa tipología de personaje. |
En el campo de la restauración, ¿garantizas un absoluto respeto con la impronta original de una obra? Hoy por hoy me atrevo a asegurarlo si consideramos original el aspecto actual de la imagen en condiciones normales de conservación. La Virgen del Valle que hoy conocemos no es la original, pero es la que mis ojos han visto siempre y no quisiera que sacaran a la luz los ojos de cristal que están debajo de sus ojos verdes. Ese es mi original, en ese caso, como cofrade. Como licenciado en restauración y si trabajara para un museo quizás sería la Virgen del Valle que ocultó Ordóñez. Además me parece una atrocidad quien modifica o altera un original por puro capricho. Me daría vergüenza coger una gubia y alterar una Dolorosa del XVII por poner un ejemplo. Veo en tu obra pasionista una preferencia por la mesura de formas que por el desgarro emocional. Yo no soy Luis Ortega Bru ni Francisco Buiza, ellos son irrepetibles. A mí me tira más la dulzura de Sebastián Santos y las formas antiguas de Pedro Roldán, Juan de Mesa, etcétera. Creo que las imágenes titulares tienen que ser así para que no de miedo acercarse a ellas e inviten a rezar y a contemplarlas con fe. No hace mucho que has abierto nuevo taller, ¿qué tal todo en el centro de operaciones desde entonces? Muy bien. La calle San Luis es una de las venas telúricas de la ciudad por tanto arte que hay en esa zona (yo me excluyo). Allí estaba el último batihoja del oro, está la Iglesia más barroca por excelencia, el Centro Andaluz de Teatro, y mi estudio casi hace esquina con la calle Ruiz Gijón, y para colmo tengo a la Virgen de la Esperanza Macarena por vecina. ¿Se puede pedir más? Sebastián Santos Calero dijo en una ocasión que Sevilla era la burbuja ideal para un artista, ¿estás de acuerdo? Sevilla es mi burbuja y sin ella me falta la mitad de mí. Creo que no podría haber nacido en otra ciudad porque mi habilidad o mi posible sensibilidad para la imaginería de nada me hubiese servido en Pekín o en Groenlandia. A mí se me ponen los pelos de punta cuando huelo a azahar por La Campana y cuando escucho el canto de los vencejos. Es algo que me corre por la sangre y le doy gracias a Dios por esta suerte de que mi profesión sea mi devoción en el marco ideal. Como hermano de Santa Genoveva, ¿qué opinión tienes de la polémica suscitada entre la cofradía y el autor de sus imágenes titulares? Puedo asegurarte que viví en persona el altercado con José Paz Vélez aquel Sábado Santo en la Iglesia, ya que soy costalero del titular de la Cofradía de Santa Genoveva, el Señor Cautivo, y ese día se hace la mudá del paso por la mañana. Creo que aunque pueda llevar razón y sea lógico que le duelan sus obras, las cosas tienen que tratarse de otra manera. Es un asunto muy delicado y mi opinión como técnico en restauración es que la Virgen no está tan mal porque le ha visto como hay que verla. La pátina y un repinte han torcido pero no es para el alarmismo que se ha suscitado. Hay imágenes que están y han estado infinitamente peor. ¿En algún momento te has sentido incomprendido o injustamente valorado por algún medio de comunicación, o por un sector del público o de la crítica? Por desgracia sí. No sé que se gana atacando desde un anónimo cuando lo mejor que puede pasar es que la gente me exprese su opinión le guste o no mi obra pero con respeto, porque eso me ayudará a mejorar. No sé si estar haciendo cosas para Sevilla levanta envidias, no lo creo. Sé que nadie es profeta en su tierra pero tampoco es cuestión de cebarse ni conmigo ni con nadie. Pero bueno, mejor que hablen mal de uno a pasar desapercibido ¿Y has recibido algún tipo de veto o zancadilla profesional en tu breve pero intensa trayectoria? Hasta hoy ninguno gracias a Dios. Nadie nunca me ha echado para atrás un trabajo, aunque en cuanto a las zancadillas hay que estar alerta en este mundillo y en cualquier otro porque las personas somos imprevisibles. Tus policromías delatan también un alto grado de esmero y preparación. Soy pintor antes que escultor, y pienso que una buena talla puede perder con una mala policromía, y una talla mediocre puede mejorar gracias a ella. Me encanta pintar a paleta como si mis esculturas fuesen cuadros y cuidar mucho la pátina, algo esencial para integrar los colores y rematar una policromía. No se trata de ensuciar sino de dar vida al óleo. ¿Qué proyectos estás barajando actualmente? Estoy terminando la imagen de San Frutos para Santo Domingo de Silos (Burgos) y una restauración para el mismo Monasterio. También estoy realizando un San Francisco de Paula para la Orden de los Mínimos de Roma, y tengo en proyecto otra Imagen de 150 cm, de dicha advocación, para la Parroquia de San José Obrero de Sevilla. También el Crucificado de Puerto Real (Cádiz), continuar con el misterio de Aspe (Alicante), la restauración del Nazareno de la localidad malagueña de Alameda, muchos particulares y nuevos proyectos muy importantes que están a punto de firmarse y que ojalá salgan adelante. No me puedo quejar. Junto a la escultura religiosa, que es tu ámbito habitual de trabajo, ¿existen otros campos dentro del mundo del arte por los que te sientas atraído? Soy percusionista flamenco y latino. He tocado con Melody, Los del Río, Raya Real, Álex Ortiz, Consuelo, Enrique Casellas, David Gutiérrez, Gracia Montes, Hugo, etcétera. Esa es mi otra profesión que compagino como puedo y me desintoxica. He sido músico de la Banda del Sol y me encanta montar flores para cultos y pasos, y lo último que estoy haciendo es diseñarle los trajes de luces al torero Morante de la Puebla, con lo que me abro un nuevo campo dentro de lo profano, lo cual me interesa muchísimo. |
Fotografías de Fernando Aguado Hernández
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