Se trata de un busto de Cristo en su Coronación de Espinas, modelado en barro. Es una pieza de tamaño natural, policromada al óleo con diferentes veladuras. Posee singulares caracteres heredados de los grandes maestros, como la espina clavada en su ceja izquierda, el labio inferior roto debido a la tensión nerviosa del momento, o la cabeza de la serpiente, símbolo del mal y del pecado, enroscada en la corona.

Adrián Ríos García, natural de El Puerto de Santa María (Cádiz), es un joven  creador cuyo aprendizaje inicial tuvo lugar en unos cursos de Modelado en barro impartidos por el escultor e imaginero local Ángel Pantoja, a raíz de los que descubrió su interés por la escultura, lo que le llevó a matricularse en la Escuela de Arte de Málaga y en la Escuela de Arte Mateo Inurria de Córdoba, donde recientemente ha terminado su formación.

Las formación práctica de la Escuela Mateo Inurria la llevó a cabo en el estudio del escultor e imaginero cordobés Antonio Bernal Redondo, de quien aprendió su visión de la escultura y su interesante manera de ejecutar las sagradas imágenes; como podemos observar en los detalles anatómicos, expresivos y policromos de este busto, caso del elaborado realismo dramático de sus llagas o la interpretación de la mirada.