La escultura se halla representada por el artista sevillano con los pies en la tierra, resucitado, aunque todavía no ha ascendido a los cielos, justo en el momento en el que se encuentra con su discípula María Magdalena. Ha sido tallada en madera de cedro y policromada al óleo, con una altura de 178 cm.

El Cristo Resucitado de Darío Fernández se nos presenta a todos como un Jesús vivo y salvador, que echa un paso adelante en firme y decisivo, indicándonos con su mano izquierda que viene de la tierra, mientras que con la mano derecha nos bendice por haber sido su sacrificio el instrumento de salvación para la vida eterna.

Morfológicamente, presenta un cuerpo muy clásico, con un dibujo muy cuidado, inspirado en los modelos renacentistas. El tratamiento dado al paño de pureza, y en especial a los cabellos, es muy especial, generando estos últimos la impresión de estar movidos por el viento, lo que proporciona vida a la obra.

Como adelantamos en la entrevista al escultor con motivo del XIII Premio La Hornacina, su destino es la Hermandad del Calvario de Alcora (Castellón); encargada, junto con otra cofradía que desfila con la imagen de la Virgen, de la procesión del Encuentro cada Domingo de Resurrección, el día grande de la localidad.