En este simulacro pasionista los hermanos escultores Juan Francisco y Santiago Expósito Cortés nos muestran una representación neobarroca de la Flagelación o Cristo Atado a la Columna.

Los esquemas compositivos más recurrentes de dicha iconografía han sido dos: Jesús maniatado hacia atrás, mostrando y dejando de forma más vulnerable partes vitales como el área precordial, y aquel en que aparece amarrado hacia delante y con la espalda curva hacia los golpes. Ambos casos obligan al condenado, totalmente desnudo, a tensionar más el cuerpo y la piel, consiguiendo así un mayor efecto de los latigazos.

En el simulacro de los Expósito Cortés, modelado en barro cocido (terracota), Cristo se entrega con los brazos hacia atrás, mostrándonos una imagen que se abraza a sí misma en su postura y gesticulación, reflejando su divinidad y entrega en un momento tan cruento de la Pasión.

La columna, realizada en madera de pino torneada y policromada al óleo intentando conseguir un efecto marmóreo, es propia del arte derivado de la Contrarreforma: de fuste bajo, deja totalmente descubierto el torso de Jesús; al contrario de las representaciones medievales y renacentistas, dotadas de una columna alta y fina, en las que Cristo suele aparecer abrazado a la misma.

La presente obra de los jóvenes artistas andujareños, de reducidas dimensiones (56 cm de altura), posee la terracota policromada al óleo, a base de finas veladuras superpuestas, intentando con estos recursos pictóricos enfatizar el cromatismo, la diversidad tonal y los matices de la encarnadura para conseguir simular los efectos provocados en la piel por el castigo de la flagelación al que eran sometidos los reos.