Se trata de un Cristo Crucificado de tamaño natural -190 cm de altura- para la Cofradía del Santísimo Cristo del Silencio de Puente Genil (Córdoba), localidad natal del escultor. Es una obra neobarroca, tallada en madera de cedro policromada al óleo y basada en el realismo clásico de la escultura andaluza.

Representado muerto en el arbóreo madero, al que se halla fijado por tres clavos montando el pie derecho sobre el izquierdo, su rostro emana serenidad y dulzura pese a la violencia de la muerte; circunstancia visible, entre otros detalles, en los terribles signos martiriales que surcan su anatomía.

De la llaga del costado brota un caudal de sangre y agua; símbolos del perdón divino que se derrama sobre los hombres en la nueva Alianza y del bautismo como medio para acceder a esa nueva vida, respectivamente. Otro caudal, esta vez solo de sangre, mana por el centro de una espalda cuajada de heridas abiertas.

El paño de pureza es clásico, con elaborados pliegues y disposición diagonal. Forma un nudo simple en el lado derecho, a la altura de la cintura, equilibrando así el suave desplome que presenta el cadáver hacia la izquierda. Respecto a los clavos de las manos, están colocados en las muñecas.

Esta imagen procesional, de estilizada silueta y acusada composición triangular, posee la corona de espinas entrelazada en la cabeza con espino natural. Recibe culto en la parroquia pontanesa de Nuestra Señora del Carmen y su estación de penitencia se llevará a cabo en la madrugada del Martes Santo.