Pareja de arcángeles lampareros para la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, del municipio sevillano de Cazalla de la Sierra. Han sido realizados por la escultora e imaginera utrerana siguiendo la iconografía habitual en este tipo de obras, concebidas como seres celestiales al servicio de Dios.

Su estética sigue fielmente los modelos dieciochescos de la escuela sevillana, plasmándolos Hurtado en pleno vuelo, con las alas desplegadas y los brazos dispuestos para sujetar los atributos propios de su condición. No solo las alas simulan el movimiento, también el cabello y los ropajes han sido recreados en plena agitación.

Precisamente, desde el Setecientos, estos arcángeles lampareros adquieren una gran relevancia escultórica dentro de las figuras angélicas que cumplen una función ornamental, ya que empiezan a aparecer exentos de los retablos y, por su ubicación, toman especial protagonismo en los templos donde se conservan.

Las figuras se hallan labradas en madera de cedro, policromadas al óleo, patinadas y decorados con falso estofado. Cada uno de ellas mide, aproximadamente, 88 centímetros de altura. Poseen espesas cabelleras negras, así como rostros andróginos e idealizados con el inconfundible sello de Encarnación Hurtado Molina.