La última obra del escultor lleva por título Eternal Boy y responde a la iconografía de Cristo crucificado. De tamaño académico (mide 45 cm de altura), ha sido labrada en terracota policromada para México.

El crucificado se halla cogido al madero por cuatro puntos y muestra un tratamiento anatómico integral, lo que unido a la miniaturizada reproducción del vello del cuerpo lo acerca a los modelos renacentistas previos a la rigidez de Trento. La desnudez queda velada por un sudario plegado de encaje y borlas.

Su destino es San Cristóbal de las Casas, una localidad del Estado de Chiapas que se caracteriza por su magia y romanticismo, por lo que el artista ha querido huir de un semblante dramático y doloroso, acercándolo a un canon ideal y sereno que se halla próximo a la Buena Muerte alcanzada por Cristo en la cruz.

El título de la obra es una síntesis personal del autor referida al verbo hecho carne, que habitó entre nosotros y que continúa presente en pleno siglo XXI en un mundo aconfesional, convirtiéndolo en ese chico eterno.