NUEVA OBRA DE MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ JURADO

Miguel Ángel González Jurado (20/03/2013)


 

 

Cuando se me encarga la propuesta de ejecución de un Cristo Crucificado, el cliente muestra interés porque yo lea unos textos titulados Tengo Sed. Esta escultura, titulada Cristo de la Sed, está basada en ellos.

Se habla sobre una experiencia mística que experimentó la madre Teresa de Calcuta en la que dialoga con Dios, y éste le hace saber la necesidad que siente por el amor del alma de los hombres. Ante el reto de trasladar una idea como esta al terreno de lo concreto, la lectura me sugiere la idea de comunicación. El Crucificado extiende su mano para pedir a la madre Teresa que le ayude a conseguir el amor de sus almas y al mismo tiempo extiende su brazo para ofrecer como Cristo eucarístico su amor a los hombres.

Quise aproximar en el gesto la imagen a la Madre Teresa que lo contempla a sus pies. Por ello lo represento abatido de piernas y retorcido de tronco. Pretendo crear una sensación de cercanía con el interlocutor, intento mostrarlo abatido pero poderoso y bello en su debilidad de hombre. Esta obra es el resultado de una reflexión sincera, expuesta desde la ilusión de una idea en la que confío plenamente.

Realizando esta imagen tuve muy presente la escuela granadina, más aún que la sevillana. A los grandes Crucificados sevillanos, por su magistral ejecución artística y virtuosismo técnico, los he contemplado más como esculturas griegas que religiosas. Por el contrario, los Cristos granadinos buscan más la esencialidad, siempre despojados de elementos que distraigan del concepto de la obra. De ahí la policromía en tonos fríos y azules, que considero más espiritual y refinada que los maravillosos tonos tostados que en tantas ocasiones he utilizado.

Ya que considero que en imaginería seguimos los cánones barrocos de los siglos XVIII y XVIII, quería dejar constancia de la época en la que se realiza el Cristo a través de algunos elementos: gran parte del sudario está construido sobre estructura tallada y modelada en madera y fibras muy resistentes, el tratamiento del pelo es el que se suele aplicar al bronce conseguido a base de texturas realizadas mediante papel, colas, etcétera...

La cruz, por su importancia, la he concebido como una escultura por sí sola. Está realizada en hierro oxidado, pues siempre he sentido una gran atracción por la chapa oxidada. Pocos materiales se muestran tan pobres y humildes y encierran al mismo tiempo tanta potencialidad artística. Quería conseguir una cruz con cierto aire contemporáneo, pero al mismo tiempo capaz de adaptarse al contexto y estilo que marca el Cristo de la Sed; es decir, que pudiera ser capaz de ofrecerse al espectador como una escultura primitiva.

 

Nota de La Hornacina: acceso a la galería fotográfica de la obra a través del icono que encabeza la noticia.

 

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