Hablamos de un Niño Jesús de los llamados "de cuna", representado acostado al modo de los recién nacidos para recibir culto particular en la ciudad de Córdoba. Tallado en madera de cedro, mide unos 50 cm, y lleva en su mascarilla tanto ojos de cristal fundido, como pestañas superiores de pelo natural.

Desde sus inicios, con esta obra el autor siempre ha tenido como meta la ternura que despierta a quienes la contemplan. Presenta anatómicamente una blandura en su modelado algo más natural que en sus obras anteriores sobre el tema -sin que por ello pierda la majestad propia de una escultura del Hijo de Dios-, junto con un toque risueño en su rostro que resulta muy cercano para al espectador.

La imagen cubre su sexo con un pequeño sudario, característica que Labrador ya usó en otro Niño Jesús "de cuna" que realizó para Extremadura, presentado en La Hornacina el 30 de diciembre de 2015.

En cuanto a su policromía, de tono algo más sonrosado que las anteriores -lo que constituye otro punto de inflexión hasta el momento-, ha sido realizada por el artista sevillano mediante veladuras al óleo y pulimentada con las tradicionales vejigas de cordero, para aportar con todo ello un mayor lustre al acabado final.