NUEVA OBRA DE SALVADOR MADROÑAL
Enrique Ruiz Portillo (04/04/2013)
La Hermandad del Rosario de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) presentó el pasado 15 de marzo en el Museo de la Ciudad la nueva imagen de San Juan Evangelista, primera de las obras que componen el proyecto de renovación del apostolado del paso de misterio de la Oración en el Huerto de dicha corporación. Junto a la imagen se presentaron dos bocetos preparatorios, el del propio San Juan y el de la futura talla de Santiago el Mayor que la Hermandad del Rosario espera presentar el próximo año 2014. El grupo de los apóstoles dormidos en el misterio de la Oración en el Huerto se basa en el relato evangélico, sobre todo en el de San Mateo (26, 36-46) donde leemos: "Entonces llegó Jesús con sus discípulos a un huerto que llamaban Getsemaní; y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, dejó ver su tristeza y su angustia. Entonces les dijo: "Me muero de tristeza. Quedaos aquí y manteneos despiertos conmigo". Adelantándose un poco, cayó rostro en tierra y se puso a orar. Se acercó a los discípulos, los encontró dormidos". Juan es uno de los hijos de Zebedeo que, con su hermano Santiago el Mayor, siguió a Jesús. Se les llama "Hijos del Trueno" en los Evangelios. Juan es conocido también como "Discípulo Amado" por su cercanía a Cristo y estar presente en todos los momentos de su vida pública: los Milagros o la Transfiguración, y muy especialmente en su Pasión, Muerte y Resurrección. En la Última Cena se le representa recostado sobre el pecho del Maestro, dormido en la Oración en el Huerto, como testigo del interrogatorio del Sumo Sacerdote, acompañando a la Virgen en la llamada "Calle de la Amargura" o al pie del madero en la Crucifixión. Tras los últimos momentos del Descendimiento y el Entierro, fue uno de los primeros testigos de la Resurrección. Salvador Madroñal ha realizado esta obra a tamaño natural, en madera de cedro estucada y policromada para ser vestida. Cabeza, manos y pies están perfectamente representados, mientras que el resto del cuerpo se halla modelado a grandes rasgos, sin mucho detalle al quedar oculto por las prendas. El autor representa al joven apóstol sentado sobre una pequeña roca y dormido por el cansancio de la madrugada. Realmente quiere mantenerse atento y despierto a las necesidades de su maestro, pero sus ojos se cierran y el cuerpo se inclina hacia atrás. La imagen ha sido concienzudamente estudiada en su postura, disposición y modelado, ya que será contemplada en todo su derredor, evitando la visión frontal propia de otras piezas. Sobre la peana que imita el suelo pedregoso del huerto, las piernas se cruzan una sobre otra dejando ver el perfecto modelado de los pies descalzos. Sobre los muslos reposan las manos con un expresivo movimiento en sus finos dedos, de forma que podemos entender en ellas un auténtico lenguaje cargado de dramatismo y tensión. El rostro refleja a la vez el relax del sueño y la tensión de los momentos que se viven. La cabeza cae levemente hacia su hombro izquierdo, vencida por el sueño. Es una cabeza de rasgos clásicos, dentro de la estética neobarroca de la escuela andaluza de escultura. Sus rasgos son muy juveniles, aunque no adolescentes. Las facciones son muy suaves, especialmente el modelado de la frente o la mandíbula. Suavidad que se tensa en la fuerza expresiva del cuello. La cabellera con raya al centro se peina con menudos mechones inspirados en la plástica de Manuel Pineda Calderón, autor del Cristo al que acompaña en el misterio. Junto al rostro se derraman onduladas guedejas de pelo que se rizan dejando ver las orejas, cayendo también por la nuca para formar igualmente rizados mechones. La frente, amplia y despejada, se arruga levemente expresando la tensión del momento, a lo que contribuye el fruncido entrecejo y las cejas finas pero onduladas en el rictus. Los ojos entornados no llegan a cerrarse, dejando ver un brillo que intuye la formación de lágrimas, lo cual llena de vida la imagen. La nariz recta, correcta y elegante, con las aletas nasales abiertas para recibir el aire fresco, da paso al incipiente bigote de la juventud, creado con mechones ligeramente ondulados pero de dibujada elegancia. La boca se abre exhalando el aliento del sueño, suave ronquido que deja ver el brillo de la saliva en sus labios y lengua, lo que otorga a la imagen un realismo ideal propio de la plástica sacra. Cierra el rostro la naciente perilla de rizados cabellos abiertos en dos pequeños mechones. La policromía, ligeramente tostada, es fruto del profundo estudio que ha realizado el autor de la obra de Pineda Calderón con objeto de integrar también desde el punto de vista polícromo esta nueva imagen en el conjunto escultórico. Son realmente destacables determinados detalles del rostro como los ojos o la boca. Los ropajes, confeccionados en terciopelo de algodón de alta calidad, siguen la estética definida por el arte renacentista y barroco: túnica o chiton anudada en la cintura, cubierta por mantolín o himation, tomando como modelo a los altos dignatarios grecorromanos. Su cromatismo no es fruto de la casualidad o el capricho estético; está cargados de símbolos que hunden sus raíces en el barroco: el verde de la túnica representa juventud, vida, esperanza y la naturaleza que renace con la primavera, así como la renovación e iniciación espiritual para alcanzar a Dios, definida por el propio San Juan en su Evangelio: "No te maravilles de que te dije: "Os es necesario nacer de nuevo" (Jn 3, 7). El mantolín se cruza sobre el cuerpo en señal de juventud y virginidad mientras que su color rojo nos remite a la sangre, los mártires y sobre todo al amor. Tiene por tanto para San Juan el doble sentido del martirio que sufrió, pero sobre todo del símbolo de su amor a Jesús. Sobre la cabeza luce nimbo cincelado en metal plateado por el orfebre sevillano Joaquín Ossorio Martínez, que hace alarde de los postulados neobarrocos propios del estilo de nuestras hermandades pero con una calidad en la ejecución fuera de serie. Este nimbo, elemento propio de los santos, rodea la cabeza simbolizando la luz divina que alcanza el entendimiento del hombre; esto es, la santidad. La Hermandad del Rosario está muy satisfecha con esta primera obra del nuevo misterio, pues Salvador Madroñal ha armonizado perfectamente la nueva obra con el titular cristífero, haciendo alarde no solo del profundo conocimiento del arte de la imaginería sino de una especial sensibilidad ante cuantos requerimientos y necesidades dicha cofradía le ha mostrado. Esta nueva obra enriquece palpablemente el patrimonio histórico, artístico y devocional no solo de la Semana Santa, sino también de toda la ciudad de Alcalá de Guadaíra. |
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que encabeza la noticia. Enrique Ruiz Portillo es Licenciado en Historia del Arte.
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