El escultor moronense realiza su mejor Crucificado hasta la fecha con esta creación destinada a la Capilla de San Andrés, sede de la popular cofradía hispalense de los Panaderos. La iconografía ha sido cultivada anteriormente por Martín Nieto para localidades como Toledo, Sevilla, León o Yecla (Murcia).

El Cristo del Perdón aparece agonizante en el madero, de ahí la tirantez de los brazos y la elevación del tórax. Gira la cabeza hacia la derecha y eleva la intensa mirada de sus grandes ojos color miel al Padre en un instante de gran esfuerzo físico y moral, consumiendo las pocas fuerzas que le quedan para implorar el perdón de sus enemigos.

El perizoma, provisto de gran vuelo y complicados pliegues, aparece sujeto con una soga, dejando al descubierto el costado izquierdo del Varón, cuyo rostro queda enmarcado por una frondosa cabellera de negros y grandes bucles, recibiendo la barba parejo modelado. La corona de espinas es grande e irregular, con largos y afilados pinchos.

Fijado por tres clavos a la cruz, montando el pie izquierdo sobre el derecho, muestra las manos extendidas, con algunos de sus dedos completamente unidos. Las carnaciones son cálidas, y aunque no son escasos los delgados hilos de sangre repartidos por todo el cuerpo, no resulta una obra prólija en heridas ni amoratamientos. Más énfasis pone el autor en la recreación de las hinchadas venas y los músculos crispados por el sufrimiento.

Pulsando en el icono, podrán ver una galería fotográfica de este simulacro pasionista, magníficamente retratado por el fotógrafo cordobés Manolo Gómez. La escultura, donada a la mencionada corporación de penitencia con motivo de la Coronación Canónica de su titular mariana, que tendrá lugar el próximo 26 de septiembre, fue bendecida y procesionada ayer en Via Crucis, y viene a ocupar el hueco dejado por un Crucificado actualmente desaparecido.