Entre encargo y encargo, el joven artista de Morón de la Frontera (Sevilla) da tranquilamente forma a un Cristo inmortalizado en los instantes inmediatamente posteriores a su Flagelación, con una actitud que mezcla la resignación, el abatimiento y el dolor tras el suplicio al que ha sido sometido en la columna de tipología baja que aparece situada a su izquierda.

Pese a los terribles momentos padecidos, la divinidad de Jesús se manifiesta en las increíbles fuerzas que saca para recoger con suma dignidad sus ropas, de las que ha sido despojado para infligirle el castigo.

Todo el conjunto es de talla completa (Cristo, paño de pureza, columna y vestiduras), en madera de cedro y con una altura de 176 cm. Según nos comenta su autor, quien considera que la mejor escultura sobre el tema es la imagen procesional de Luis Salvador Carmona (1760) que recibe culto en el templo de la Clerecía de Salamanca: "la imagen está aún sin terminar de tallar, le quedan muchos detalles, pero como no tengo prisa al no ser todavía objeto de encargo me gustaría seguir disfrutándolo".