Inspirada en las Madonnas de Giovanni Battista Salvi (1609-1685), más conocido como Sassoferrato, pintor italiano de época Barroca, el escultor e imaginero alicantino Joaquín Mayans ha realizado esta talla de la Inmaculada Concepción para la Iglesia del Salvador de esta ciudad. Una imagen de María Inmaculada, que viene a satisfacer y a colmar los anhelos de la feligresía de esta parroquia que carecía de esta advocación entre las imágenes que conforman el templo.

Se representa aquí a la Virgen María con sereno y bello semblante, las manos en actitud orante, el rostro inclinado hacia abajo, con los ojos entornados y la mirada puesta en un punto impreciso con gesto de sincera humildad. El escultor utiliza en esta obra un lenguaje clasicista, elegante y sereno, deleitándose en la realización de voluminosos plegados de las telas. La policromía es rica y vibrante, predominando los tonos blancos, beiges, y rosáceos, destaca el azul casi claro intenso del manto.

Lo anecdótico, tan representado utilizando la teatralidad tan típica de la escultura barroca del VXII y el XVIII queda patente en la figura de uno de los angelitos que emergen de la nube, donde descansa la figura de la Virgen, que con saña y enfado saca su lengua en señal de desdén y burla ante la serpiente infernal que representa el pecado y que es aplastada por el pie de María.

Esta imagen devocional inmaculista, responde a una sensibilidad estética acorde con las prescripciones tridentinas respecto a la representación de las imágenes sagradas. Mayans se inspira en Sassoferrato, que llevó al extremo ese clasicismo severo reinterpretando los modelos marianos del genial Rafael, donde la simplicidad es argumento esencial, ante el artificio decorativo y profano que pueda entorpecer la visión cuasi mística.