MUSEO DE LAS FERIAS. LA OBRA DESTACADA

Con información de Francisco José Boldo Pascua (05/03/2025)


 

 

Entre la variedad de fondos artísticos que custodia el Museo de las Ferias, se encuentra una escultura poco conocida de Jesús crucificado, proveniente del Hospital Simón Ruiz, y cuya reciente restauración ha servido para realizar su estudio histórico-artístico. Su última ubicación fue la sacristía de la iglesia hospitalaria, y seguramente formó parte de los fondos artísticos de la fundación asistencial desde sus comienzos.

Esta escultura, de autor anónimo vallisoletano (75,5 x 72,5 x 20 cm, con cruz 130,6 x 94,7 x 4,8 cm), puede fecharse en el primer tercio del siglo XVII, en los tiempos cercanos a la puesta en servicio de dicho hospital.

La carga simbólica de este Cristo vivo, de tipología "expirante", aún sin lanzada en el costado, concuerda muy bien con el contexto para el que fue creado y nos habla de una función terapéutica de tipo espiritual. Es preciso recordar que, durante el Antiguo Régimen, la capacidad de curación y salvación que ofrecía la religión católica, a través de la ofrenda, la plegaria y el arrepentimiento, estaba enraizada en el acervo cultural y complementaba la incapacidad humana para resolver un problema de salud a través de la ciencia, la medicina.

La obra está claramente inspirada en el dibujo que Miguel Ángel Buonarroti regaló a Vittoria Colonna, duquesa de Pescara, confidente mística del escultor florentino en sus años de mayor actividad poética y creciente espiritualidad. El dibujo, realizado a carboncillo, se conserva actualmente en el British Museum de Londres. Ya en fechas tempranas a su ejecución, grabadores como Nicolas Beatrizet o Giulio Bonassone lo pasaron a estampa, provocando su difusión y popularidad por toda Europa. En el caso del grabado de Bonassone se añadieron las palabras "in manus tuas domine", recordando las últimas palabras que dijo Jesús antes de morir, recogidas en el evangelio de San Lucas (23, 46): "en tus manos Señor [encomiendo mi espíritu]", momento que parece señalar la escultura, con la mirada perdida al cielo y la boca entreabierta por el último aliento. En España existen ejemplos tempranos de esculturas realizadas a partir de los mencionados grabados, como son los pequeños crucificados en marfil que ejecutó el abulense Gaspar Núñez Delgado, caso del hoy conservado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y realizado en 1588.

La copia del grabado, y la búsqueda de su fidelidad, provoca la dificultad de encontrar las identidades del escultor y el policromador que pudieron realizar este Cristo expirante de Medina del Campo, una obra con reminiscencias manieristas, como es su canon alargado o la influencia miguelangelesca, pero que claramente se proyecta hacia el naturalismo, característica de la escultura barroca vallisoletana. Entre los dos artífices elaboraron un producto creado por el diálogo perfecto entre la escultura y la pintura, y que supone una de las mayores aportaciones al Barroco europeo por parte de la escultura policromada española.

A través de una línea serpentina que describe el cuerpo, y que se enfatiza a través de la simetría perfecta de la cruz, se puede observar un modelado exacto de la anatomía, realizado a través de la talla precisa a un embón complejo de madera de pino. Se añadieron diferentes postizos como son la lengua y los dientes, realizados estos últimos en una pieza de material inorgánico, quizás alabastro, y donde el escultor tuvo el detalle de realizarlos rotos, en esa búsqueda de plasmar la realidad de un hombre que había sufrido violencia extrema en su cuerpo, acto previo a su crucifixión. La corona de espinas, trabajada aparte, se ha perdido, pero se introduce el recurso habitual de atravesar la ceja con una espina. El policromador por su parte complementó el trabajo tridimensional mediante la aplicación de una policromía delgada satinada realizada al óleo pulimentado, para así representar la carnación con sus diferentes matices, y aplicando papeles en bajorrelieve para simular zonas magulladas y descarnadas. Añadió ojos en lámina de vidrio pintados por su interior y en los cabellos utilizó la sofisticada técnica del hilo de oro. Terminará a punta de pincel una labor estudiada de peleteados y regueros de sangre con diferentes grados de coagulación sobre la piel.

Una vez más nos encontramos ante un ejercicio perfecto para alcanzar los recomendados verismo y persuasión de las imágenes que formuló el Concilio de Trento, y que pretendía establecer el coloquio íntimo del creyente con la representación de la divinidad, que en el último caso podría ser la solución salvadora para el enfermo.

Dirección y horarios: Calle San Martín n º 26, Medina del Campo (Valladolid). Martes a sábado, de 10:00 a 13:30 y de 16:00 a 19:00 horas; domingos y días festivos, entre ellos los días 24 y 31 de diciembre, de 11:00 a 14:00 horas; cerrado los lunes y los días 6 y 25 de diciembre.

 

 

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