Jesús Méndez Lastrucci

Esta imagen de San Juan Evangelista fue presentada ayer en el templo parroquial de Santa María la Mayor, de Alcalá de Henares (Madrid), como nuevo titular de la Antigua, Ilustre y Fervorosa Hermandad y Cofradía de María Santísima de la Soledad Coronada y Sagrado Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo.

Precisamente, el santo, tallado a tamaño natural (180 cm) en madera de cedro real policromada al óleo para vestir, viene a sumarse al misterio procesional de dicha corporación, iniciado en 2009 por Méndez Lastrucci y que hasta ahora solo recogía las tallas de Jesús y los santos varones Nicodemo y José de Arimatea.

En su rostro, el reconocido escultor e imaginero sevillano ha querido transmitir la confusión y el profundo dolor que el discípulo amado siente por la muerte de su Maestro, hacia cuyo cuerpo inerte, que en ese momento está siendo descendido por los santos varones, dirige su mirada.

Méndez Lastrucci bebe de la escuela sevillana del Barroco, pero aportando rasgos propios para buscar un trazado naturalista en su factura. A pesar de los ojos llorosos, ninguna lágrima surca su rostro. Tampoco se han colocado pestañas postizas para concentrar el mayor recogimiento y dramatismo sin ningún añadido externo.

Manuel Ángel Reina Infantes

Óleo sobre tabla (200 x 150 cm) realizado por el artista sevillano para el nuevo retablo recientemente dedicado al culto del Beato Marcos Criado en el templo de Santa Ana, de Guadix (Granada). Marcos Criado Guelamo fue un fraile de la orden trinitaria martirizado en 1569 en las Alpujarras durante la rebelión de los moriscos.

El autor toma modelos del natural para recrear tanto al trinitario, en el agreste paraje de La Peza (Guadix) donde fue asesinado, como al ángel que, sentado sobre una nube, lleva los símbolos del martirio de los santos que han muerto vírgenes: la palma y la corona de flores que deposita en la cabeza del beato.

Una rica simbología en torno a Marcos Criado (1522-1569), nacido en Andújar (Jaén), completa la composición: el libro de sus predicaciones, el árbol en el que fue atado y el corazón resplandeciente con el anagrama IHS que, según la tradición, salió de su cuerpo cuando le fue extraído con el puñal que figura clavado en su pecho.

Miguel Ángel Cano García

Tanto la imagen como el madero han sido trabajados con madera de cedro de Brasil, de la familia meliaceae. En cuanto al policromado, se han seguido los procedimientos técnicos en escultura. La figura del crucificado mide 182 cm de altura (el stipes o palo largo de la cruz mide 407 cm).

El proceso de encolado cumple con las rigurosas normas para reducir el "trabajo" de la madera en la unión de piezas gruesas. En cuanto al ensamble, se han utilizado espigas estriadas de haya a distancias de 12 cm, que, junto con la cola de poliuretano extrafuerte, proporciona una unión muy resistente.

La elaboración de esta obra, cuyo título es Christum in Pauperis, se ha llevado a cabo por el procedimiento de talla indirecta, a excepción del rostro y el cabello, realizados sin seguir un patrón aunque partiendo de una imagen de fondo preestablecida. La policromía posee un aspecto pre-mortem que busca la palidez, empleando para ello tonos blancuzcos, azulados y verdosos siguiendo el proceso de veladuras.

El autor ha necesitado colaboración fotográfica para captar ese movimiento ascendente, buscando la congestión de la musculatura tanto pectoral como de las extremidades. El pie derecho está ligeramente más ladeado que el izquierdo, por lo que el cuádriceps femoral de ese lado en concreto es el que está empujando por todo el peso del cuerpo, no así el otro que se encuentra en reposo. Ambas manos no caen por su propia gravedad, se mantienen erguidas con cierta tensión ascendente, producto de la compresión en las muñecas. El autor ha llegado a esta conclusión pues el modelo que he empleado para esta su primera iconografía, ha sido su propio cuerpo, teniendo que perder peso y siendo sujetado por pies y manos a un madero a ras de suelo.

Respecto a los aditamentos postizos, nos encontramos con la corona, cuyos picos son de una enredadera y las ramas las de un pino; pestañas postizas de pelo natural; uñas de porcelana y ojos elaborados con tiradores de puertas, los cuales aportaban, según Cano García, la medida del diámetro del globo ocular.

Fernando Vaquero

Con el cartel para el LXXV aniversario de la Hermandad de Santa Genoveva (1945-2020) el pintor ofrece una cruda y emotiva composición en la que no solo plasma la fragilidad física a la que están expuestos los mayores durante el confinamiento -Vaquero concibió este óleo sobre tabla (114 x 100 cm) durante la etapa más estricta de la crisis sanitaria-, sino sobre todo la vulnerabilidad mental y anímica que les provoca vivir aislados.

Balcones y ventanas son ahora los protagonistas del mundo por las medidas de contención de la pandemia. En este caso, ocupa toda la composición la ventana a través de la cual una anciana vecina del Tiro de Línea contempla triste a su querido Señor Cautivo de Santa Genoveva. Sin embargo, no es la visión de una procesión, sino la representación de un pensamiento y un anhelo por volver pronto a sentirlo otra vez tan cerca.

Rafael Gata

Dolorosa de 140 cm de altura, realizada en terracota policromada, con ojos y lágrimas de cristal, pestañas de pelo natural y con candelero interno de madera para ser vestida. Una imagen diferente a todas las que el imaginero cordobés lleva realizando hasta ahora, con rasgos demandados por el propio cliente.

Es una imagen aniñada y de tez morena, con una composición alejada de la dolorosa típica del Barroco, más pálida y madura, que es la que el autor lleva cultivando estos últimos años. Su destino es la ciudad de Badajoz, donde ya recibe culto con la advocación de Nuestra Señora de la Salud.