El predicador Fray Isidoro de Sevilla fue quien empezó a venerar a María bajo la advocación Divina Pastora de las Almas. Esta iconografía responde a las siguientes reglas específicas: indumentaria pastoril, sombrero de paja con ala ancha y cayado. Suele aparecer sentada sobre rocas y alimentando a sus ovejas con rosas simbólicas.

Buena parte de dicho lenguaje plástico lo encontramos en este pequeño simulacro (36 centímetros de altura) de barro cocido y policromado al óleo, modelado por el joven escultor e imaginero rocianero Juan Manuel Parra Hernández para una colección particular del municipio gaditano de Chiclana de la Frontera.

La imagen se halla ataviada con ricos tejidos naturales, asomando los pies descalzos bajo las orillas de la túnica. Posee larga cabellera postiza peinada al centro y organizada en elaborados tirabuzones. El conjunto transmite una expresión de belleza natural, con el gesto de la Señora a medio camino entre el alborozo y la melancolía.