El historiador del arte ha atribuido al entorno de dos grandes artífices sevillanos de la imaginería barroca, Pedro Roldán y Benito de Hita y Castillo, dos tallas de devoción particular que fueron presentadas en su momento en La Hornacina. Ambas pertenecen a la colección privada del veleño José Miguel Rodríguez Ruiz.

Se trata, por una parte, de una cabeza de San Juan Evangelista, de la que ya indicamos su impronta roldanesca y su gran calidad artística, confirmada por los Talleres Quibla, encargados de la reciente restauración a la que ha sido sometida. Para Roda Peña, hablamos de un pieza de interés muy estimable por su notable factura artística que, en cierta medida, deriva del San Juan Evangelista que el propio Pedro Roldán talló 1662 para la Cofradía de Jesús Nazareno de la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, pero con rasgos más finos y aniñados y una menor fuerza expresiva y contundencia plástica en la talla del cabello. Roda Peña estima que pueda tratarse de una obra de alguno de los seguidores de Roldán, ya entrado el siglo XVIII, cronología que también parece avalar la inclusión de los ojos de cristal, si es que pertenecen a la escultura original.

Por otro lado, tenemos una Dolorosa de vestir, en posición arrodillada, que ya catalogamos como pieza de la escuela sevillana del último tercio del XVIII, época que se corresponde con la valoración que de ella hace Roda Peña, quien la considera afín en sus rasgos físicos a ciertos prototipos cultivados por Benito de Hita y Castillo. Todo ello siempre, según comenta el reputado experto, dentro de la lógica prudencia que hay que tomar a la hora de catalogar una imagen escultórica de estas características, sin contar con ningún aval documental.