El Crucificado del Consuelo, realizado por el joven escultor e imaginero para la residencia de ancianos Buen Samaritano, situada en el barrio malagueño de Churriana, representa a Jesús muerto en la cruz. La escultura, labrada en madera de cedro real, mide unos dos metros de altura y se halla policromada al óleo.

El autor ladea el cadáver de Jesús, sujeto por tres clavos a un áspero madero rectangular, hacia el lado derecho. Su cabeza se desploma sobre el potente tórax, quedando los labios abiertos y los párpados semicerrados. Desordenados mechones del cabello, peinado al centro, se disponen sobre la lacerada frente, cubierta de regueros de sangre que, en ocasiones, se rematan en gotas vítreas como efectista recurso para dramatizar la crudeza del tormento. No sólo el pecho es fuerte; toda su anatomía es poderosa, especialmente hombros, brazos y piernas, así como el tenso abdomen enmarcado entre las salientes costillas y los músculos intercostales. El sudario es una estrecha banda amarillenta que se halla ceñida por fina soga y cubre parte del muslo derecho.

El Varón no lleva potencias ni corona de espinas. Su aceitunada tez muestra abundantes señales de latigazos repartidas por todo el cuerpo, llamando la atención del espectador la espalda, destrozada por los flagelos, el abundante caudal de sangre que parte de la cabeza y divide prácticamente en dos el torso, y la espesa masa de agua y sangre que brota del costado izquierdo una vez asestada la lanza.

Pulsando en el icono, podrán ver más fotografías de un Crucificado con el que Ruiz Montes vuelve a demostrar gran belleza formal, majestuosa composición y espléndida ejecución técnica. Si bien hunde sus raíces en los clásicos sevillanos, detalles de piezas malagueñas del siglo XX se introducen formando un sugerente conjunto.