Se trata de una representación escultórica del Dulce Nombre de Jesús, tallada por el joven artista sevillano en madera de cedrela (perteneciente a la familia de las caobas), policromada al oleo y pulimentada con vejigas de cordero. Posee postizos como ojos de cristal y pestañas de pelo natural en los párpados superiores.

La pieza mide 60 centímetros de altura y se encuentra de pie. Presenta un análisis anatómico profundamente naturalista. Es un niño moreno, hermoso y atlético, cuyo porte flemático, a la vez que místico, evoca el inmortal modelo hispalense de Martínez Montañés, del que también toma el singular modelado del cabello que el maestro jiennense asumió a su vez de sus predecesores plenamente inmersos en el Manierismo; estilo que también se manifiesta en esta creación del joven Segarra, concretamente en su claro contrapposto.

Referente al cojín sobre el que se asienta, cuyas medidas son 22 x 16 x 6 centímetros, forma parte de la misma pieza y su talla muestra un cordón decorativo que lo rodea y cuatro borlas que penden de las esquinas, todo ello dorado en oro fino y estofado al temple de huevo con decoración ornamental a base de roleos vegetales.

A través del icono, tendrán acceso a más fotografías de una obra que porta una cruz de orfebrería (elemento que, junto a las potencias y la túnica, está llamado a satisfacer la piedad de sus fieles) como señal de su futura inmolación en la cruz, propósito según los escritos cristianos de su existencia terrena como Cristo Salvador.