ISBILYA. SUBASTA DE PRIMAVERA 2015

Con información de Enrique Valdivieso (24/03/2015)


 

 

Ya se encuentra abierta en la casa de subastas Isbilya de Sevilla (Jesús de las Tres Caídas, 3) la exposición de la próxima Subasta de Primavera que tendrá lugar los días 14 y 15 de abril a las 18:00 horas. En ella encontramos interesantes obras de artes decorativas y pintura antigua y contemporánea. Sobresale un óleo sobre tabla del pintor Alejo Fernández (¿Alemania?, hacia 1475 - Sevilla, 1545) cuyo precio de salida es de 40.000 euros.

Isbilya Subastas de Arte agradece al profesor Enrique Valdivieso, especialista en la escuela sevillana de pintura, su ayuda para catalogar esta obra, titulada Virgen con el Niño, Santa Ana y Donantes. Aunque se desconoce a ciencia cierta su procedencia, los especialistas coinciden en señalar el origen alemán de Alejo Fernández quien, tras aparecer por primera vez en Córdoba en 1496, se traslada a Sevilla en 1508 para trabajar en la Catedral, donde pinta la viga del retablo mayor. A partir de entonces su prestigio creció con fuerza a la par que los encargos, que no cesarían durante los 38 años de actividad, dentro y fuera de la capital hispalense.

El estilo de Alejo Fernández refleja su formación en el ámbito flamenco, así como una clara influencia del arte italiano del quattrocento, siendo un rasgo característico del pintor la inclusión en sus composiciones de elementos y detalles de la vida cotidiana de la época. En su prolífico taller, cuya labor se intensifica a partir de 1520, trabajaron junto al maestro su hijo, Sebastián de Alexos, y su esclavo, Juan de Quejar.

En esta tabla el pintor nos muestra a la Virgen con el Niño y Santa Ana acompañados por los donantes, que aparecen representados en el plano inferior. A diferencia de las obras realizadas en Córdoba, donde los fondos arquitectónicos cobran gran relevancia, Alejo Fernández se ha centrado en las figuras, que ganan en amplitud respecto al marco, componiendo la totalidad de la escena.

La doble influencia antes mencionada inunda toda la obra, siendo especialmente perceptible en la disposición de los velos de ambas figuras o en el manto sobre las rodillas de la Virgen, muy del tipo flamenco.

Mención aparte merecen los rasgos faciales de las figuras, reconocibles en toda la trayectoria artística de Alejo Fernández. Características como los grandes ojos abultados, que bajan la mirada de forma tímida, o el cabello rubio y rizado de la Virgen, ponen en relación esta tabla con otras obras del autor, como la Virgen de los Navegantes o la Virgen de la Anunciación, ambas en Sevilla.

 

 

Destaca también sobremanera del catálogo de Isbilya Subastas de Arte, cuyo plazo de admisión de piezas para la Subasta de Verano ya se encuentra abierto, una de las réplicas que Diego Velázquez realizó del retrato de cuerpo entero del Felipe IV a partir del prototipo inicial conservado en el Museo del Prado, ejecutado por el pintor sevillano hacia 1623 o hacia 1626, y posteriormente modificado por él mismo en 1628.

La realización de réplicas de los retratos reales fue una práctica muy frecuente en la España de la época, no en vano los estamentos nobiliarios no dudaron en encargar estas obras como símbolo de fidelidad y lealtad a la corona. Muchos de estos encargos recayeron en el propio Velázquez quien, en sus comienzos como pintor de corte en Madrid, no gozaba aún de un taller debidamente organizado en el que apoyarse. Cabe mencionar en este sentido que Velázquez ya realizó réplicas de sus obras durante su etapa sevillana.

Las dimensiones son similares al retrato del Prado (201 x 111 cm), pero a estas hay que añadir una cartela de 26 cm, situada en la parte inferior del lienzo, en la que reza una inscripción alusiva al propietario.

La controversia ha rodeado siempre a esta obra desde su reaparición, hace ya una década. Los motivos han estado siempre vinculados a su estado de conservación. El lienzo fue objeto de una restauración que ocultó sobremanera la pintura original realizada por Velázquez bajo una capa de pintura industrial. Una restauración posterior dotó a la obra de unidad mediante la reintegración de las lagunas de la capa pictórica. No obstante, esta última restauración continúa desvirtuando la obra.

El examen técnico no deja lugar a dudas, este retrato de Felipe IV está realizado sobre un soporte y con unos pigmentos similares a los utilizados por Velázquez durante sus primeros años en la corte madrileña, antes de realizar su primer viaje a Italia. Dichos pigmentos se han aplicado sobre el lienzo de la misma manera en la que el pintor los emplea en sus obras. Tal y como ocurriera con su predecesor del Prado, el soporte empleado es una tela de tafetán sobre la que se han aplicado dos capas de base: una preparación blanca a base de carbonato cálcico y cola animal y una segunda capa rojiza, empleada por Velázquez durante esos años, compuesta por los mismos elementos, (óxidos de hierro, calcita, etc.), que han sido molidos, mezclados y aplicados junto a la laca roja y el aglutinante para crear veladuras de la misma manera que en el lienzo del Prado.

Los restauradores Adelina Illán Gutiérrez y Rafael Romero Asenjo (ICONO I&R S.C.) elaboraron en 2006 un informe del estado de conservación de la pintura en el que se señala que la obra presenta daños dispersos así como un 20% de pérdidas en la superficie pictórica original. Según su opinión, sería posible llevar a cabo una restauración adecuada que le devolviera la integridad y calidad propia de una obra de Velázquez. Dicho informe fue corroborado en 2007 por la restauradora María Jesús Iglesias Díaz y recientemente por la también restauradora Adoración Velasco Núñez, quien además ha certificado, tras analizar la pintura mediante radiación ultravioleta e imagen radiográfica, que la pintura presenta el mismo estado de conservación observado y detallado en los informes anteriormente citados.

Especialistas de la talla de D. Alfonso E. Pérez Sánchez, (Director del Museo Nacional del Prado entre 1983 y 1991), el Doctor Peter Cherry, (Departamento de Historia del Arte del Trinity College de la Universidad de Dublín), o D. Enrique Valdivieso, (Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla), avalan que la autoría del lienzo pertenece a Velázquez, subrayando siempre la necesidad de someter la pintura a una intervención científica que rescate el esplendor de la magistral pincelada del genio.

 

 

Por último, destacar dentro del apartado de escultura una pequeña talla (52 cm) en madera policromada, dorada y estofada de San José con el Niño, obra del granadino José Risueño (1665-1721, imagen superior), y una pareja de Ángeles Antorcheros que presentan técnicas y tamaño (76 cm) similares, cuya atribución a la escultora sevillana Luisa Roldán (1652-1706, imagen inferior) es discutible, aunque sí parece evidente su filiación con la órbita roldanesca. El precio de salida en estos casos es de 20.000 y 15.000 euros, respectivamente.

 

 

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