TINTORETTO. LA HUELLA VENECIANA

26/03/2025


 

 

Hasta el próximo 8 de junio, la exposición Tintoretto. La huella veneciana muestra en el Museo del Greco (Paseo del Tránsito s/n, Toledo) la sempiterna influencia de Venecia en la obra del Greco, en este caso, a través del género retratístico. Entre otras piezas, "Retrato de un senador", del maestro veneciano, cortesía del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, dialoga con los retratos de Diego y Antonio de Covarrubias.

Si bien en la producción de Tintoretto predomina la pintura religiosa, el retrato ocupa un lugar destacado en la misma, resultando una ocasión única para disfrutar en el Museo del Greco de los rasgos estilísticos comunes al maestro veneciano y al Greco, pudiendo profundizar más en la filiación artística del cretense.

Jacopo Tintoretto (1518-1594) perteneció a una prodigiosa generación de artistas que protagonizaron la edad dorada de la pintura veneciana. La monumentalidad de los edificios públicos de la ciudad de Venecia le sirvió como un marco inigualable para su obra, que compartió espacio y tiempo con la de Tiziano, Veronés o los Bassano.

A finales de la década de 1530, Tintoretto se estableció como maestro independiente poniendo en marcha un activo taller. Su estilo fue profundamente personal desde el comienzo, pero es a partir de 1545 cuando empieza a producir una serie de obras maestras que lo sitúan como uno de los grandes pintores venecianos del momento. Durante los treinta años siguientes fue reconocido por la originalidad de su estilo abocetado, la rapidez de ejecución y su capacidad para crear enormes escenografías como las de la Scuola Grande di San Rocco o el Palazzo Ducale.

Pintor polifacético ante todo, Tintoretto no cesó de incorporar nuevos temas y efectos pictóricos en cuadros de altar, de historia, escenas narrativas y retratos.

Tintoretto fue nombrado retratista oficial de la República de Venecia y como tal, su labor fue ampliamente reconocida. Retrató tanto a clientes privados como oficiales de todos los estamentos venecianos, explorando casi todas las posibilidades del género. La técnica dibujística y el claroscuro que caracterizó sus obras narrativas, también inundó sus retratos, que resultan convincentemente reales aunque sin prescindir de una pincelada libre y enérgica.

Del mismo modo que Tintoretto retrató a la gerontocracia de la Serenísima, El Greco hizo lo propio con la élite de la sociedad toledana de su tiempo, llegando hasta nosotros una verdadera galería de caballeros castellanos.

Pero si hay algo que une los retratos del Greco y Tintoretto es su inmediatez y verismo. Mediante una composición sencilla presidida por una figura piramidal ante un fondo neutro, ambos pinores lograron concentrar en el rostro y especialmente en la mirada, toda la carga emotiva y psicológica del personaje.

 

 

 
 
 
 
Enrique Muñoz Nieto, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, descubrirá en la conferencia Discípulos y seguidores de Murillo en el Museo del Greco. Nuevas atribuciones (Sala Polivalente del Museo del Greco, jueves 27 de marzo a las 18:30 horas) las atribuciones realizadas de "Santa Bárbara" y "San Juan Nepomuceno" a Juan Simón Gutiérrez y Juan de Espinal, respectivamente, sendos discípulos de Murillo. Nos encontramos ante dos importantes atribuciones para el Museo del Greco que desvelan la filiación artística de dos de las obras de más bella factura de cuantas en nuestras colecciones pertenecen a la escuela sevillana de pintura, tan presente en las mismas y al mismo tiempo desconocidas.

 

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