Efigie de San Miguel Arcángel labrada por el imaginero cordobés para el Cementerio de Nuestra Señora de la Salud de su ciudad natal. Representado como un guerrero alado sobre peana rocosa, lleva la coraza propia de los altos jefes de la milicia romana -provista de clámide y peto-, así como botas y casco, todo ello tallado en la madera. Los cabellos, largos y castaños, enmarcan un semblante sereno y juvenil.

Se trata de una obra de tamaño algo inferior del natural. A los pies del santo -compañero en los ejércitos celestiales del Custodio de Córdoba- el derrotado Satanás, que toma la apariencia de un tritón, se retuerce entre las rocas mientras San Miguel lo aplasta sin compasión, preocupado únicamente por descubrir al espectador el templo que guardaba bajo el rojo manto, símbolo de la Iglesia encomendada bajo su protección.