Especial importancia histórica tiene Gibraleón para la Orden del Carmen, ya que la primera fundación española de los llamados frailes y monjes de la capa blanca tuvo lugar en la villa onubense, concretamente en 1295. A partir de entonces, la congregación se extendió por el resto del país y experimentó una considerable propagación desde el siglo XVI, gracias a la labor reformadora de los místicos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

Según cuenta Rodrigo Caro en su obra Antigüedades y Principado de la Ilustrísima Ciudad de Sevilla y Corografía de su Convento Jurídico o Antigua Cancillería, viniendo de Francia uno de los Infantes de la Cerda, hijos del monarca Alfonso X El Sabio, trajo consigo religiosos carmelitas del país vecino, dotándoles de terrenos en Gibraleón, por entonces parte del extinguido Reino de Sevilla, para que fundasen un convento que, a su vez, le sirviese de iglesia sepulcral.

El único icono mariano de interés artístico que se conserva actualmente sobre el tema en Gibraleón es la Virgen del Carmen de la Parroquia de Santiago Apóstol, obra sevillana de singular belleza que suele fecharse en la segunda mitad del siglo XVIII, aunque nosotros adelantamos su hechura a la primera mitad del siglo XVII, vistas las características formales de cabeza y manos que se corresponden con los prototipos montañesinos del periodo, pudiendo corresponder la imagencita del Niño a la anterior época dieciochesca.

Ataviada con el hábito carmelita, es una lástima que la interesante efigie de candelero se encuentre en tan intolerable estado de dejadez, al igual que sucede con la mayor parte del patrimonio sacro de Gibraleón, mermado además por las malas restauraciones, el estreno de obras mediocres y una modernidad malentendida por parte de una serie de asociaciones amparadas por la iglesia que parecen no valorar el legado artístico de la villa. De hecho, cuando la fotografía que ilustra este escrito fue tomada por uno de los miembros de la página, se hallaba colocado un cartel a los pies de la imagen que denunciaba el abandono que sufría la misma.