El estudio del episodio de la Flagelación y sus instantes más inmediatos va a ser una constante en la carrera escultórica de Andrés de Carvajal. De este modo, el escultor realizaría una tetralogía de imágenes procesionales cuyos motivos van hilados argumentalmente entre sí. No nos ha de extrañar la incidencia del escultor en este pasaje, ya que los libros de meditación de la época recomendaban este momento de la Pasión como motivo de reflexión personal sobre el padecimiento de Cristo.

La versión fiel de los hechos, es decir, la narración que los Evangelios nos hacen sobre la Flagelación, la plasmó en dos imágenes de Cristo Atado a la Columna: la primera se encuentra en la iglesia del convento antequerano de Belén (fotografía de arriba), correspondiente a la Hermandad Servita de dicha ciudad; la segunda, ya analizada, se halla en la iglesia de los Remedios de la localidad hispalense de Estepa.

Aún obedeciendo ambas a idénticos parámetros formales, tales esculturas representan diferentes actitudes y un planteamiento iconográfico muy distinto, pues si el Cristo antequerano se muestra erguido y con la mirada suplicante hacia el cielo, el Atado a la Columna estepeño aparece con la cabeza inclinada, la vista perdida en el pavimento y el cuerpo vencido, rodeando la columna con los brazos.

Por otra parte, los momentos posteriores al suplicio tuvieron su oportuno reflejo en otro par de esculturas, ambas para templos antequeranos, como el Cristo del Mayor Dolor, descrito en una anterior entrega, y otra escultura, el Cristo del Perdón para el Convento de Capuchinos de Antequera (fotografía inferior), que presentaba a Jesús aún atado al fuste y con gesto implorante, abatido en el suelo. Esta imagen fue desgraciadamente destruida en 1936, aunque posteriormente el escultor Francisco Palma Burgos realizaría una copia (1).

BIBLIOGRAFÍA

(1) FERNÁNDEZ, José María. Las Iglesias de Antequera, Málaga, 1947.