EL MARTIRIO DE SAN SEBASTIÁN (II)
GREGORIO FERNÁNDEZ

Juan José Martín González


 

 

No se ha podido comprobar la procedencia de esta pieza. El historiador José Martí y Monsó ya la clasifica como de Fernández. Su colega Juan Agapito y Revilla especifica que si no es obra de este maestro será de algún oficial que sigue de cerca sus modelos. Indudablemente de Gregorio Fernández.

Según Jesús Miguel Palomero Páramo, la influencia de Gregorio Fernández fue extraordinaria, dejando toda una legión de seguidores. Su huella se aprecia en escultores que saben apreciar su primer estilo todavía impregnado de manierismo; pero más aún cuando alcanza la madurez, con la particularidad estilística del plegado quebrado que recuerda las formas hispano-flamencas.

San Sebastián mide 165 cm de altura. El santo aparece sujeto a un árbol de varias ramas. Dada la composición abierta que muestra la figura, hay que ponderar esta composición paisajística, netamente barroca. El árbol, por tanto, aparece perfectamente integrado y disimula el equilibrio de la figura.

Cara de aire lastimero. Ojos naturales, boca entreabierta; cabellos ensortijados, horadados. Rostro de factura tersa, justificativo de la juventud del santo. Anatomía que pondera esta edad. Debido a la presión de la cuerda, las venas del antebrazo y la mano derecha están resaltadas. Paño de pureza con pliegues quebrados moderadamente. Piernas de modelado suave, marcando las líneas de la rodilla.

Fernández acredita su afición por el clasicismo. Hay un claro recuerdo praxiteliano, una complacencia en la bella anatomía, de suerte que el espectador olvida el tormento, que Fernández, por otro lado, ha soslayado, ya que las flechas sólo producen un débil goteo. El movimiento de las piernas es análogo al del Ecce Homo del Museo Diocesano. Policromía muy entonada; encarnación mate y ojos naturales.

La pertenencia a Fernández es indudable. En el retablo de San Miguel, de Vitoria, utiliza una composición similar, también con un árbol de varias ramas cortadas. Pero aquí se trata de una obra de la fase avanzada del maestro. Este es un ejemplar que habrá que fechar entre 1615-1620. Los leves quiebros indican no ser anterior a 1615, pero la blandura del cuerpo y su forma escurridiza no permiten una fecha más avanzada.

 

 

Fotografías del Museo Nacional de Escultura (MNE)

 

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FUENTES: MARTÍN GONZÁLEZ, Juan José. El escultor Gregorio Fernández, Ediciones del Ministerio de Cultura, Dirección General del Patrimonio Artístico, Archivos y Museos, Patronato Nacional de Museos, Madrid, 1980, p. 243.

 

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