DANIEL ALEGRE

Con información de José Cobo (14/03/2025)


 

 

Nacido en la localidad cántabra de Escalante en 1887 y fallecido en Santander en 1949, Daniel Alegre fue un artista tanto simbolista y novecentista, como vanguardista, que ha de ser incorporado con esta intención entre los grandes de su época (Egusquiza, Blanchard, Iturrinio, Cossío, etcétera).

Alegre fue un escultor que introdujo cierta modernidad en la escultura española, y especialmente en la cántabra, en las primeras décadas del siglo XX. Siendo aún un niño, se tuvo que ir a vivir a Barcelona y después, con tan solo 21 años, decide irse a París, en donde fue miembro de la Société des Artistes Indépendants y trabajó con los más afamados escultores de la época: Meunier, Bourdelle, etcétera. De París adquirió la influencia idealista de Rodin, añadiendo un sesgo novecentista e ideando obras de temática historicista.

Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, Alegre regresó a España, primero a Madrid y posteriormente a Cantabria, donde se convirtió en "el escultor" por antonomasia debido a poseer una técnica exquisita. Las tallas de sus Cristos y Vírgenes Dolorosas forman parte de sus obras más representativas, si bien sus magníficos y delicados retratos en mármol blanco le convierten en un auténtico maestro, el escultor por excelencia de Cantabria.

El siglo XIX en el arte, que heredó Daniel Alegre en el XX, rescata todo y aglutina todo. Particularmente en el terreno de la escultura es difícil delimitar estilos y circunscribirlos a determinados artistas, ya que las fronteras entre unos tipos de representaciones, o facturas, y otras son difusas, pudiendo una misma obra asociarse a diferentes estilos tanto por la temática como por la ejecución técnica. El realismo de los retratos etruscos y romanos de bronce, y la carnosidad de los detalles barrocos de mármol, se recuperan o perviven hasta el realismo neoclásico de Jean-Antoine Houdon, muy visible en su magnífico Voltaire, y en las tersas pieles idealizadas de mármol también neoclásicas de Antonio Canova o de Albert Bertel Thorvaldsen, que cobran nueva vida en figuras alegóricas decimonónicas alrededor de héroes militares o en homenajes escultóricos a escritores o científicos afamados. Las expresiones extremas que van desde el helenismo hasta los estudios anatómicos barrocos de Franz Xaver Messerschmidt o del Bernini en su autorretrato personificando a David reviven melancólicas o explosivas en las esculturas románticas del XIX, con gestos muy estudiados cuya plasmación rebasa los contornos suaves o angulosos de las figuras.

Las esculturas de Daniel Alegre se relacionan con aquellas más tempranas de los simbolistas, esos artistas y poetas de finales del XIX que, reaccionando contra el realismo imperante y contra la objetividad impresionista, reivindicaban la dimensión espiritual del hombre y de la naturaleza, que debía transcender la representación de tan solo lo visible y lo mecánico del cuerpo humano, de los paisajes vistos a través de una lente analítica y de las máquinas retratadas que comenzaban su imparable ubiquidad en la Europa industrializada.

 

 

Dominaban en el realismo escultórico y literario los rasgos físicos, exacerbando a veces los detalles hasta la ampliación microscópica, o la afectación de los sentimientos en expresiones estereotipadas que  satisfacían a los románticos que, aun congeladas en el tiempo, reflejaban lo transitorio de la sensación y del momento. El detalle y la afectación son recursos estilísticos muy efectivos para mostrar el virtuosismo de los artistas y su grado de maestría, pero las más de las veces nubla el interior de las obras acentuando la superficie; el momento sobre la esencia.

En el siglo XX que vivió Daniel Alegre se produce una reinterpretación y un nuevo impulso del clasicismo griego más puro, en Aristide Maillol o Josep Clarà entre otros muchos, que inicialmente transcurre en paralelo con las primeras vanguardias durante algunas décadas.

Los mármoles blancos de Alegre irradian tanto materialidad como espiritualidad. En ellos se cruzan, conviven, la durabilidad geológica del material y las expresiones o esencias de seres efímeros que quedaron grabados para siempre. Igualmente, ir a la esencia era lo que buscaban los escultores neoplatónicos del Renacimiento, Miguel Ángel el más destacado, que creían que la imagen estaba dentro del mármol desde el comienzo de los tiempos y que el escultor solo tenía que liberarla con sus cinceles para revelarla al mundo. Por esta razón, sus esculturas laten desde dentro aun cuando el proceso de talla no está terminado, cuando ya se entrevén las formas de los fornidos cuerpos en pugna con la materia de la que son parte y de la que quieren liberarse. En contraste, la materia del mármol era solo material para los romanos de la época alejandrina, para los escultores barrocos y para tantos escultores en tantos periodos históricos que ejecutaban esculturas complejas ensamblando múltiples formas talladas de diferentes bloques que habían metamorfoseado separados en las canteras: brazos provenientes de vetas alejadas de las que salieron los torsos, las cabezas y las piernas de una misma figura. Y cuando la "materia" se convierte en "material" cambia de signo.

Reconformados como cabezas, los mármoles de Daniel Alegre emiten luz proveniente de ambos, de la intersección entre los tiempos geológicos de la piedra y los biológicos de la existencia humana; hombres y mujeres mineralizados en su esencia a una edad y en un momento preciso de sus vidas terrenas.

En las cabezas y bustos de mármol blanco de Alegre destacan una luz interior que el mineral ha incrementado al adquirir su forma actual humana. Los mármoles de Daniel Alegre irradian tanto por la pureza del material, esa apreciadísima veta de Carrara denominada Blanco Pi, como porque contienen la expresión más transcendente del modelo expresada de forma sencilla y auténtica. Una afortunada simbiosis entre materia y vida que, bella y sabiamente, expresa lo inexplicable, la yuxtaposición entre lo animado y lo inanimado, la conexión entre lo orgánico y lo inorgánico, la trasmutación permanente de la materia a niveles microscópicos en la tierra y el universo, en la producción de la luz invisible a los ojos que trasmiten los intercambios moleculares en los cerebros mientras las neuronas generan pensamientos. Son cabezas que reflejan un momento, una expresión, un principio de sentimiento o una visión de la vida; el instante capturado, pero también el ser esencial del retratado; esculturas solemnes sin ser hieráticas; expresivas sin quedarse en mera expresión.

Daniel Alegre forma parte de una larga trayectoria histórica que continúa en algunas esculturas del presente, y que reclama la profundidad del hombre como lo hacían los simbolistas y los neoplatónicos: el significado interno de las cosas, la conexión entre los elementos, el misterio en la intuición de lo sobrenatural y el ser espiritual imbricado en la materia como símbolo de vida.

 

 

Exposición Daniel Alegre. Alma y Materia del 14 de marzo al 15 de junio de 2025 en el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander y Cantabria (MAS). Horario: martes a sábado de 10:00 a 13:00 y de 17:30 a 21:00 horas, domingos y festivos de 11:00 a 13:30 horas. Esta muestra es un exhaustivo trabajo de campo por parte del MAS para catalogar, recatalogar, revisar y analizar la producción de Daniel Alegre obra a obra, incluidas las muy dispersas piezas en colecciones privadas. De hecho, en esta labor científica del MAS han aparecido nada más y nada menos que 15 obras inéditas, desconocidas, que el MAS ha podido estudiar en su rescate, muchas de las cuales se han seleccionado para esta exposición. Este proyecto es, pues, la selección de 21 esculturas, verdaderamente impresionantes, por su calidad y su ubicación en el contexto histórico.

 

Fotos: MAS y Cofradía de los Dolores (Santander)

 

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