ANTONIO CASTILLO LASTRUCCI


 

 

Nacido en 1882, fue el más afamado y fecundo de los escultores-imagineros sevillanos del siglo XX. Discípulo del gran escultor Antonio Susillo, cuyas enseñanzas compaginó con sus estudios en la Escuela Provincial de Bellas Artes de Sevilla, instaló taller propio en 1923, tras una breve estancia en París -en cuyo Museo del Louvre recogió la inspiración que desplegaría en sus futuros trabajos- y obtener varios premios en concursos y exposiciones, tanto en Andalucía como en Latinoamérica.

Sus primeras creaciones tuvieron carácter profano, ya sea en retratos, bajorrelieves o monumentos conmemorativos, como el que realizó a las Cortes de Cádiz en 1915, obteniendo un gran prestigio por parte de la prensa especializada. Su producción religiosa comenzaría al instalar su taller, con el encargo de las imágenes titulares de la Cofradía del Dulce Nombre, de Sevilla (1923-1924).

El éxito que tuvo al realizar las anteriores tallas conllevaría una ascensión imparable que, sobre todo a partir del menoscabo artístico de 1936, transformaría su obrador en, según palabras de Palomero Páramo; "el taller de imaginería más importante que jamás se haya recordado en la historia del arte sevillano".

Ante la desmedida demanda de obras religiosas, el artista tuvo que reclamar la ayuda de numerosos colaboradores (más aun si tenemos en cuenta que, en 1937, Castillo Lastrucci contaba ya con 55 años de edad), entre los que se cuentan tanto escultores como policromadores, entalladores y doradores que asistirán al imaginero a la hora de cumplir sus compromisos con una clientela que se extiende, no sólo por todas las provincias andaluzas, sino también por el resto de España y varios países de Latinoamérica.

Fallecido en la capital hispalense, en 1967, su gran aportación en el campo de la imaginería fue la introducción en los pasos procesionales sevillanos -los llamados pasos de misterio- de una escenografía que se manifiesta tanto en la concepción teatral del simulacro como en la conexión entre las distintas figuras del conjunto.

De entre los escultores que trabajaron con Castillo Lastrucci destacan figuras relevantes como Rafael Barbero Medina, José Pérez Delgado, Agustín Sánchez-Cid, Antonio Eslava Rubio o Antonio Dubé de Luque, entre otros. Su labor consistía tanto en la saca de puntos, la policromía de imágenes y el paso a la madera de bocetos en barro y escayola previamente realizados por el maestro, cuyos rasgos respetaban escrupulosamente.

 

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