HANNE DARBOVEN
Hanne Darboven (Munich, 1941 - Hamburgo, 2009) es una de las artistas alemanas que mayor relevancia internacional ha alcanzado desde su irrupción en el mundo del arte a finales de los años sesenta, siempre con las matemáticas y el tiempo como ejes fundamentales de toda su obra. El taller de trabajo de Darboven en Am Burgberg, la casa familiar de Hamburgo en la que vivió siempre -salvo durante una estancia de dos años en Nueva York a mediados de los sesenta- forma parte indisociable de su leyenda. En su casa-estudio, Hanne Darboven no sólo reunía sus propias obras, sino que acumulaba también regalos de amigos artistas y objetos de uso cotidiano, artesanía y souvenirs de todos los rincones del mundo; recordando más bien a un gabinete de curiosidades que a un estudio al uso, lo que nos traslada la idea del artista como coleccionista de objetos e ideas, un fenómeno propio del fin de la modernidad. Darboven, cuyo trabajo se desarrolló en muchos de los distintos lenguajes protagonistas durante la segunda mitad del siglo XX, es conocida por obras en las que combina el dibujo geométrico, las series numéricas, la imagen, las composiciones musicales y la escritura. Suelen enmarcarse dentro del arte conceptual, aunque con matices, dada la aparente naturaleza subjetiva que asoma en ellas. De hecho, la sobria minuciosidad de sus trabajos seriados se ve interrumpida una y otra vez por referencias autobiográficas y menciones al lugar de producción. Sin embargo, este carácter autorreferencial contrasta con las ambiciones conceptuales de la artista, que en más de una ocasión se pronunció contra cualquier forma de subjetividad. La interpretación o significado que cabría extraer de la sucesión de paneles y partituras, secuencias de calendarios, amontonamiento de juguetes y maniquíes, telas, libros, instrumentos musicales, mobiliario o vajilla, ni se somete ni responde a una lectura lineal a partir de una narración dominante. Darboven logra que el dispositivo de las secuencias numéricas o musicales y la ocupación espacial por la distribución de las distintas piezas alcancen la categoría de formas plásticas en sí mismas. |
Hanne Darboven nació en Munich en 1941 y creció en Rönneburg, un suburbio meridional de Hamburgo, como la segunda de las tres hijas de Cäsar Darboven y Kirsten Darboven. Su padre era un hombre de negocios de buena posición en Hamburgo. Desde 1962 hasta 1965 Darboven estudió arte con Willem Grimm y Almir Mavignier en la Hochschule für bildende Künste de Hamburgo. Desde 1966 hasta 1968 fijó su residencia en Nueva York. Al principio, al margen de la escena artística de la ciudad, pero después vivió muy de cerca la transición entre el expresionismo abstracto y el minimalismo y el arte conceptual. En este momento, entabla amistad con Sol LeWitt y Lawrence Weiner, mientras que el legendario Leo Castelli se convierte en su galerista. Poco después, comenzaron sus primeras series de dibujos sobre papel milimetrado con listas de números, que dieron como resultado complicadas adiciones o multiplicaciones con fechas de calendario, horas y días de la semana. Objeto de numerosas exposiciones a lo largo de su vida, Darboven participó también en varias ediciones de Documenta de Kassel así como en la Bienal de Venecia. Su obra forma parte de algunos de los principales museos de arte como el Centro Georges Pompidou de París, o el Museo Reina Sofía de Madrid. Hanne Darboven falleció de forma prematura en Hamburgo el 9 de marzo de 2009 a la edad de 68 años. |
Am Burgberg, la casa familiar y estudio de Hanne Darboven, situada en el distrito de Harburgo, en Hamburgo, desempeña un papel fundamental en la vida y obra de la artista. Salvo escasas excepciones, su visita está restringida. La propiedad se compone de varias dependencias -algunas comunicados entre sí- que forman un complejo de diversos estudios. La casa principal, típica de la región norte de Alemania, con tejado de paja, entramado de madera y mampostería de ladrillo, se construyó en torno al año 1600. En el retiro del idílico hogar familiar y bajo el estricto cumplimiento de un horario muy reglamentado, surgieron los trabajos de escritura serial y casi toda la obra de Hanne Darboven. La casa, como hemos apuntado anteriormente, está llena hasta el techo de obras propias y regalos de amigos artistas, pero sobre todo de objetos de uso cotidiano, artesanía, souvenirs, figurillas y curiosidades de todos los rincones del mundo: animales disecados, esculturas africanas, maniquíes, juguetes, maquetas de barcos, jarrones y ceniceros, joyeros, cajas de puros, latas de té y de café, artículos promocionales y chismes de toda clase. Muchos de los dibujos y de las anotaciones de la artista, así como el álbum de fotos de la madre y su abundante correspondencia, ilustran la progresiva reconstrucción de la casa, el constante crecimiento del complejo de talleres y el apego de Darboven a sus orígenes. El acceso al estudio de un artista ofrece sin duda una visión más amplia y completa de su trabajo. Observarlo, convivir por unos momentos con el aura de los objetos que lo rodearon, significa ampliar la distancia focal con la que contemplamos y disfrutamos de las obras de arte. Esto, en el caso de Hanne Darboven resulta especialmente interesante, habida cuenta del extraordinario contraste entre el aspecto cartesiano de su obra y la naturaleza multiforme y variada de su colección. El carácter metódico de un administrador de la contabilidad y el rigor calvinista que inspiraron la creación de este espacio y la vida diaria de la artista parecen combinarse con una suerte de "archivo del deseo", compulsivo y en extremo comunicativo. |
En las primeras obras de Hanne Darboven, realizadas entre los años 1960 y 1965, como sus paneles de madera, tornillos y pintura, ya se aprecia su personal sistema de representación basado en la serie y la secuencia. Su estancia en Nueva York (1966-1968) sería determinante para configurar su lenguaje expresivo y la totalidad de su obra. De hecho, ella misma señaló repetidamente que fue durante su estancia en Nueva York cuando formuló los fundamentos esenciales de toda su obra posterior: "Mi temor siempre fue no saber qué hacer en este mundo. Así que en Nueva York traté de encontrar algo que pudiera escribir durante el resto de mi vida. Fue allí donde construí mi trabajo". En aquel momento, Darboven estaba influida por el que había sido su mentor en la Hochschule für bildende Künste Hamburg, el pintor y diseñador gráfico brasileño Almir da Silva Mavignier, quien la había iniciado en el legado de la Bauhaus, el arte concreto y las innovaciones del Op Art23. A partir de entonces, Darboven fue renunciando gradualmente al aspecto más técnico del dibujo y se dedicó a escribir secuencias numéricas en forma de tabla, para finalmente reemplazar las operaciones geométricas con algo aún más abstracto: "los números son el método más simple para poner por escrito mis ideas", dijo entonces. En Nueva York, Darboven ya se sirvió de distintas técnicas y formas de expresión. Así, lo mismo presenta sus trabajos como dibujos de construcciones que como presentaciones en bloque o en archivadores; los publica en forma de caja o de libro, experimenta con entornos e instalaciones, así como con maquetas tridimensionales basadas en los dibujos de construcciones realizados sobre papel milimetrado. Tras la muerte de su padre a finales de 1968, Darboven regresa a Harburgo e instala en la buhardilla su primer taller. Es allí donde crea la serie de "calendarios" que, de 1971 a 2008, la artista fue colgando y llenando de citas, fechas de aniversario, viajes y otras anotaciones. Es también en aquella época cuando comenzó a utilizar la técnica de transcribir y citar obras literarias y filosóficas, libros de historia, la enciclopedia Brockhaus o la prensa diaria. Las obras textuales reemplazan desde entonces los cálculos de fechas. "Antes que nada me considero escritora, que es lo que soy a pesar de las técnicas visuales que utilizo. Soy primero escritora y luego artista", comentó Darboven por entonces. De aquel periodo data Homer. Odyssee (1971), una obra en la que con una rígida disciplina y constancia, y siguiendo un meticuloso método de trabajo, Darboven escribía página tras página. Al igual que en sus cálculos matemáticos, lo que buscaba era documentar el proceso basado en el tiempo, es decir, la duración y el acto mismo de la escritura. La muestra también dedica un apartado a las composiciones musicales que realizó Darboven. A mediados de 1968 desarrolló los llamados "cálculos de fechas", en los que reemplazaba las tablas de series numéricas que había sacado de las construcciones en Nueva York por las cifras de la fecha del día: Posteriormente, Hanne Darboven aplicó su sistema de cálculo a la música. Las construcciones de números basadas en el cálculo de fechas pueden aplicarse fácilmente a notaciones y trasladarse, con la ayuda de un músico profesional, a una partitura. Entre 1975 y 1985 creó algunas de sus obras más relevantes, caso de Kosmos (1985), Milieu (1980) o Hommage à Picasso (1995-2006). Finalmente, debemos destacar Kästchenmodelle (2007), las series de bloques de madera y variaciones en las que Darboven trabajó durante los últimos años de su vida. |
Exposición El Tiempo y las Cosas. La Casa-Estudio de
Hanne Darboven hasta el 1 de septiembre de 2014 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Calle Santa Isabel 52, Madrid). Constituye la primera
exposición individual que se presenta en España de Hanne Darboven. Traslada a
Madrid una parte importante de su taller de trabajo y acoge una selección de más de 80 obras
(muchas de ellas seriadas y algunas inéditas). Horario: Lunes, miércoles, jueves, viernes y sábados, de 10:00 a 21:00 horas; domingo, de 10:00 a 14:30 horas. |