EZEQUIEL DE LEÓN DOMÍNGUEZ
José Guillermo Rodríguez Escudero
Ezequiel de León (1926-2008) nació en la Villa de La Orotava (Tenerife), el 2 de octubre de 1926, en una casa terrera de la Calle Nueva, en la Villa Arriba, cuna de carpinteros, artistas y zapateros. Era el primogénito de una familia en la que no hubo antecedentes artísticos que le sirvieran de referente. Su primera maestra le enseñó a escribir y leer. Se dice también que de aquella primera escuela, el futuro imaginero salió con una inquietud insaciable por conocer.
Siendo monaguillo de la parroquia de La Concepción de La Orotava ya mostraba mucho interés por la imaginería y por el arte sacro. Se le veía recoger los restos de cera de las velas del templo para modelar figuritas cuando sólo contaba siete años. Se dedicaba a visitar todos los templos de la Villa y disfrutaba de la obra de los maestros imagineros: García Ravelo, Luján, Estévez del Sacramento, Duque Cornejo, Gabriel de la Mata...
Muy joven, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios. Según Luque Hernández: "legó impulsado por un temperamento que mostraba positivo interés por el arte. Desde entonces intuyó el camino que debía seguir: ¡ver mucho, aprender mucho y trabajar siempre!" Trabaja con el yesista José García Lima (1901-1974), formado en Cuba, "técnico de honestidad absoluta, conocedor de su oficio como pocos, siempre dispuesto a ayudar y a enseñar".
Ezequiel, incansable, inquieto y luchador, hacía pequeñas obras con cualquier material que se le ponía a su alcance, como barro, escayola, madera, cera de abejas, masa de pan... Los modelos para sus obras eran las estudiadas imágenes religiosas de los templos de La Orotava ante cuya visión quedaba extasiado, estudiando cada expresión, forma de ojos, pómulos, labios, entrecejos... El sentimiento de que las imágenes eran para los fieles la plasmación de la divinidad -como dijera Hernández González- lo supo captar a través de su natural capacidad de observación y estudio de la antigua imaginería canaria.
Aún se conserva en la iglesia del Rosario de La Perdoma el Nazareno de escayola que modeló en 1942, aún sin formación académica. De Cruz Franco nos informaba sobre esta primera escultura del maestro: "aparece por todos sus pliegues el talento de este hombre serio, agrio a ratos, cuya inquietud natural para las artes demostrara desde muy temprano..." En Granadilla de Abona también se custodia aún la fiel reproducción del Señor de la Columna del maestro Pedro Roldán que De León ejecutó para la parroquia de San Antonio.
En su mundo cohabitaban el realismo, el espíritu neoclásico y el enfrentamiento entre el barroco y los ilustrados. En esos comienzos, hacía algunos trabajos para casas particulares por las que fue ganando prestigio y fama. Ejemplos fueron los "nacimientos" confeccionados en barro cocido con escenas de paisajes canarios. Uno muy completo fue el que le encargó César Hernández Martínez y otro fue para Rafael Machado Llarena. Se tratan de unos "belenes" de sabor costumbrista "que constituyen singulares vestigios del arte popular".
El que fuera su mecenas, el mencionado odontólogo César Hernández, lo asesoró para que ingresase en la Escuela de Bellas Artes de la capital de Tenerife. En aquella época, Ezequiel de León trabajaba también en el estudio del arquitecto Tomás Machado como delineante.
Más tarde, en 1947, trabajaría para la célebre alfombra de la Octava de Corpus de la Plaza del Ayuntamiento. Dos años más tarde, en Las Palmas de Gran Canaria, cumpliría el servicio militar y aprovecharía para matricularse en la Escuela Luján Pérez, donde llegó a ser un experto en el arte de dorar y policromar. En la capital grancanaria aún se conserva la cabeza de niña en el Gabinete Literario, fruto de su entusiasmo por el arte clásico.
Los años decisivos de su carrera artística vendrían a partir de su regreso a Tenerife, "un período definido por realizaciones de técnica mejor resuelta y mayor formato". Luque Hernández también menciona algunas de sus primeras obras en las que daba muestras de dominar ya la técnica de modelado y de los dibujos del natural.
Así, en 1942, modeló en barro el busto de Primo de Rivera -por el que recibió a los 16 años su primer premio- y los de las niñas María Isabel y María de la Soledad Machado, luego el del obispo Pérez Cáceres, en 1971 el del profesor Tomás Calamita Manteca, etcétera. A partir de 1953 se dedica con mayor afán a la imaginería. Por esa época ejecutó la Virgen de la Candelaria para la iglesia de Santo Domingo de su ciudad. Tras las incomodidades de su pequeño taller ubicado en una de las habitaciones de su casa natal, pudo alquilar un local en la calle Nava y Grimón. En este nuevo estudio trabajará ocho años.
Se dice que su hijo Miguel Ángel sirvió de modelo para la ejecución de dos ángeles que irían, uno destinado al paso procesional del Señor del Huerto, y otro para la familia de la Torre. Continuaría estudiando la anatomía humana de forma rigurosa y metódica. Modela un Nazareno para el vecino convento de las Monjas Claras. Más tarde otro Cristo para el templo de la Montaña de Taco; el Señor de la Cañita para el templo de San Agustín, que luego sería trasladado a la Catedral. Precisamente para este último gran templo lagunero hizo la Entrada de Jesús en Jerusalén por encargo de la familia Oramas. Una de las obras que lo consagrarían como imaginero de prestigio y por la recibiría grandes elogios de la crítica fue el Crucificado destinado a la iglesia de San Francisco de Asís de Santa Cruz de La Palma.
El escultor, antes de su residencia definitiva en La Perdoma, se hallaba afincado en la barriada de San Antonio María Claret, tras pasar una temporada en la "Charca de Ascanio", también en La Orotava. Llegó a ser uno de los cuatro maestros alfombristas que confeccionaban el gran tapiz de la plaza del Ayuntamiento orotavense para las fiestas anuales del Corpus Christi. Aparte de pintor muralista y alfombrista, con veinticinco años de trabajo en la mencionada obra de la plaza, hacía otra tradicional alfombra de flores por fuera de la casa de la Familia Pérez Betancourt. Por esta vinculación con las alfombras de su ciudad y por pertenecer a la "comisión de alfombristas", viajó dos veces a Madrid: en 1959 y en 1963. En la capital visitó numerosos museos, palacios e iglesias.
A su regreso -"fruto de este enriquecimiento cultural"- esculpe la Piedad del templo de San Marcos de Icod de los Vinos. Simultáneamente trabaja como restaurador para el Cabildo tinerfeño. Esta entidad lo enviaría en 1976 a Sevilla para que perfeccionara sus conocimientos en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. En la ciudad hispalense trabaja en la restauración del retablo mayor de la Catedral y en la del paso procesional de la Vera Cruz, y pasa mucho tiempo estudiando las numerosas obras de arte de maestros como Roldán o Montañés. Una fructífera estancia en la que sus conocimientos y habilidades artísticas y su formación en la Cátedra de Restauración lo convirtieron en una autoridad en este tipo de trabajos. De hecho, ya de regreso en Tenerife, el Cabildo lo nombra director de la restauración de patrimonio insular, proyecto que no prospera -se dijo- por razones económicas.
La fama del conocido cariñosamente como "el que hacía santos en La Perdoma" no paraba de crecer. Se le acumulan los encargos para crear nuevas imágenes o para restaurar las antiguas. A esta etapa pertenecen la Dolorosa, San Juan y la Magdalena para El Calvario de la iglesia de San Lázaro de La Laguna. También la reposición del Cristo de la Redención, la Dolorosa, San Juan, la Piedad, el Señor de la Cañita y el Nazareno tras el incendio de La Concepción de Los Realejos. También es autor de la imagen de la Nuestra Señora de los Afligidos de la misma iglesia. En la parroquia de Santiago del mismo municipio restauró la imagen del Nazareno de Martín de Andújar y Cantós, la de San Juan Evangelista, la de San Isidro Labrador y la urna del Señor Yacente.
Era tal la cantidad de trabajo que llegó a tener que tuvo que trasladarse en 1995 de su estudio de La Perdoma a otro más grande en la calle de la Isla de El Hierro del Barrio orotavense de La Luz. Le ayudaban sus dos hijos, Jesús y Ezequiel de León, y su discípulo Cristo García. De allí salían numerosas imágenes de Cristos, Santos y Vírgenes, bien de talla completa como de candelero, éstas en las que sólo iban talladas las partes visibles, como rostro y manos, etcétera. Numerosos párrocos, cofradías, asociaciones y particulares le pedían efigies para sus cultos y devociones, ejecutadas básicamente en madera de cedro.
De entre su producción, sobresalen sus más de treinta Crucificados, como el de Santa Cruz de La Palma o el del Cementerio de La Orotava. Erigido como difusor del modelo neoclásico de la Patrona de Tenerife y de Canarias, ha realizado numerosas tallas de la Virgen de Candelaria, como la que se venera en la parroquia de la Concepción de su ciudad natal, así como en numerosos templos de Canarias e incluso en otros países, como la de San Antonio de Texas; también fue autor del Resucitado de Santo Domingo y del San Isidro de la parroquia de Benijos, templos de La Orotava. Colaboró junto al padre Siverio en la confección de San Pedro Penitente y es el autor de la imagen de Santa Bárbara que los Hermanos Toste veneran en su fábrica de pirotecnia.
En los años 80 restauró la Inmaculada de Tigaiga y restauró los cuatro lienzos franciscanos de la ermita de Tigaiga y un hermoso lienzo de la Inmaculada que antiguamente perteneció a la familia Machado. Es creador también de la Virgen de Las Nieves del barrio de la Zamora-Grimona. Ente sus restauraciones destacan las del Gran Poder del Puerto de La Cruz, el Cristo de Tacoronte y, en especial, la venerada talla de la Patrona de Canarias, Nuestra Señora de La Candelaria -imagen de candelero de otro orotavense, Fernando Estévez del Sacramento- que, a instancia del obispo Domingo Pérez Cáceres, convierte en talla completa de cedro.
Sus críticos sintetizan su trayectoria artística en siete etapas. Doña Juana Isabel Guerra Cabrera (1987), en su tesis sobre la vida y obra de Ezequiel titulada Imaginero a destiempo, subdivide la producción artística del imaginero en cinco etapas, a las que don Juan Manuel Reyes Cornejo añade otras dos. Primera etapa (1936-1947): sus inicios como artista durante la Guerra Civil y Posguerra; segunda (1947-1961): sus comienzos como imaginero, caracterizada por el formato de mayor tamaño y un gran avance en su producción técnica; tercera (1961-1976): avance en la resolución de la talla y la policromía; cuarta (1976-1978): sus contactos con la Escuela de Sevilla; quinta etapa (1978-1986): la reactivación de su obra en el culto mariano y cristológico. En palabras de Álvarez Abreu, este período "se caracteriza también por el resurgir con nuevos ímpetus para profundizar en los mismos temas, pero con más seguridad y mucho más desende ver sus obras acabadas"; sexta (1986-1994): la dinamización de sus actividades con los trabajos centrados en las imágenes de pasión y de gloria; y séptima (1995-2005): la apertura -junto a su hijo y seguidor, Jesús de León, y su discípulo Cristo García Quintero- del taller en el barrio orotavense de La Luz donde realiza diversas piezas para Semana Santa y para las comisiones de los núcleos poblacionales.
Muy desprendido, el maestro trataba de contentarlos a todos; "la cuestión económica era secundaria, muchas veces la obra quedaba sin cobrar".
Fue iniciador en 1981 de la iconografía del primer santo canario, Hermano Pedro de Betancourt, con la imagen titular en la parroquia de San Pedro de Vilaflor. Fue el autor de la réplica de la Virgen de Guadalupe, Patrona de La Gomera -talla en madera de ébano sin policromar-, por ello recibiría el Diploma de Agradecimiento del Arciprestazgo de la Isla Colombina.
Hizo muchas manos y perfiles, pequeñas y grandes tallas e imágenes, escorzos medio insinuados y otros proyectos que no verían la luz. Más de 200 obras que han llegado a, E.E.U.U.; Cuba, Venezuela, Argentina, Colombia y otros lugares de Iberoamérica; el Vaticano y otros países de Europa; Japón y otros países de Asia, amén de numerosas regiones españolas. Ezequiel es un hito fundamental en la historia artística y cultural del Archipiélago. Un largo catálogo de impresionantes obras, tanto en variedad como en calidad, que lo hacen acreedor de una posición de privilegio dentro de los más importantes artistas nacionales.
Distinciones recibidas en vida fueron el Premio de Artesanía y Patrimonio 2007 que concede la Fundación Etnográfica de Pinolere; la Medalla de Oro de la Peña Deportivo Benéfica de Salamanca; el Pétalo de Oro de la Asociación de Alfombristas de La Orotava. Era Villero de Honor de La Orotava; Miembro de Honor de la Hermandad de la Vera Cruz de Sevilla. Ezequiel cuenta, además, con una calle que lleva su nombre en La Perdoma. El Cabildo Insular lo propuso como Hijo Ilustre de Tenerife y el Ayuntamiento de La Orotava para los Premios Canarias de Bellas Artes 2008.
Entre 1989 y 1992 -perteneciente a la llamada Escuela Perdigón- se hizo cargo del espectacular tapiz del Corpus Christi que, para la Octava de esta festividad, se extiende anualmente en la gran plaza del Ayuntamiento de la Villa de La Orotava y se confecciona con arenas del Teide. Se le consideraba "uno de los últimos artistas de la vieja escuela". Estuvo trabajando veinte años antes con Pedro Hernández Méndez y sucedió a José González Afonso, un gran maestro alfombrista. Tras él cogió el relevo Domingo Expósito.
FUENTES: LUQUE
HERNÁNDEZ, Antonio. «Ezequiel de León, tallista e imaginero»,
en El Día/La Prensa, (08/03/2008) y
La Orotava, corazón de Tenerife, La Orotava, 1998; GUERRA
CABRERA, Juana I. Ezequiel de León y
Domínguez. Imaginero a destiempo, tesis inédita, 1987.
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