JEAN FOUQUET


 

 

Jean Fouquet (Tours, hacia 1420-1481), el mejor pintor y miniaturista francés del siglo XV, obtuvo ya en vida el reconocimiento a su valía. El escultor, arquitecto y tratadista Antonio Averlino, "il Filarete" (1400-1469), en su Trattato dell'Arquitettura (1460-1465), menciona a Fouquet como uno de los artistas capaces de realizar el ciclo de pinturas del palacio que propone construir para Francesco Sforza, duque de Milán hasta 1469, en su ciudad ideal, "la Sforzinda". Filarete conoció a Fouquet en Roma -como dice expresamente en el texto del tratado-, donde el pintor de Tours había realizado en tela el retrato del papa Eugenio IV, fallecido en 1447, destinado a la sacristía de la iglesia de Santa María sopra Minerva de Roma, que le proporcionó una gran fama.

En el juicio que emite sobre Fouquet, Filarete dice que "È buono maestro, maxime a ritrarre del natural", expresión que en el siglo XV se debe entender no como que era un buen retratista -que también lo era-, sino como que era bueno sobre todo en pintar "del natural"; esto es, representando figuras, objetos, paisajes, etcétera, directamente, sin recurrir a modelos. Como los mejores pintores italianos de la generación de Filarete habían fallecido ya -Massacio, Masolino, Domenico Veneziano, Fra Angelico y Andrea del Castagno-, a su juicio es conveniente mirar hacia el Norte, donde, tras morir Juan de Brujas -Jan van Eyck-, quizá reste el Maestro Roger -van der Weyden- o en su defecto este francés Fouquet, al que Filarete denomina "Grachetto", sin duda por error más que por tratarse de un sobrenombre.

Los pintores que Filarete incluye en su lista, los de mayor relieve en la primera generación de renacentistas italianos y también entre los flamencos, proporcionan una idea del reconocimiento, de la alta estima, en que el florentino tenía al pintor de Tours, muy valorado en Roma, donde residió durante su estancia en Italia. Si los italianos admiraron su formación flamenca, su capacidad por reproducir la realidad, cuando volvió a su Tours natal, los comitentes de Fouquet debieron valorar también lo que había aprendido en Italia. La síntesis personalísima de su estilo, entre Flandes e Italia -como muchos años después hará el pintor castellano Pedro Berruguete-, en la que no falta la aportación de la tradición francesa en la que se formó, junto con su intrínseca calidad, sitúan a Jean Fouquet entre los mejores de la historia de la pintura.

Buena prueba de ello son las obras más destacadas de Jean Fouquet: el Díptico de Melun (hacia 1456), el Retrato del rey Charles VII (hacia 1450-1455) y el Retrato de Guillaume Jouvenal des Ursins (hacia 1460-1465) -los dos en París, concretamente en el Musée du Louvre- y La Piedad (imagen superior, hacia 1470) -in situ, en la iglesia de Nouans, cerca de Tours-, entre las pinturas, y Les Heures d'Etienne Chevalier (hacia 1452-1460, Chantilly, Musée Condé) y Les Grandes Chroniques de France (hacia 1455-1460) y Les Antiquités Judaiques (imagen inferior, hacia 1470) -las dos en la Bibliotheque Nationale de France-, entre las miniaturas.

 

 

Noticia Relacionada en este

 

Volver          Principal

www.lahornacina.com