JEAN-LÉON GÉRÔME

15/02/2011


 

 
 

 

Jean-Léon Gérôme (1824-1904) fue uno de los pintores más célebres de su época, aunque fue también objeto de críticas y polémicas a lo largo de toda su carrera. Su popularidad fue en buena medida fruto de su preocupación por la difusión de sus obras, que traspasó las fronteras de Francia y llegó incluso a los Estados Unidos donde, desde la década de 1870, fue uno de los artistas más admirados y coleccionados. Gérôme se familiarizó muy pronto con la nueva creación fotográfica y, como la mayoría de artistas del momento, recurrió a las fotografías para componer algunos de sus cuadros y, sobre todo, aprendió a aprovechar este nuevo medio para "vender" su obra.

Desde 1859, a petición de su marchante y editor, Adolphe Goupil -que más adelante se convertiría en su suegro-, Gérôme empezó a utilizar las reproducciones fotográficas y las estampas para divulgar sus trabajos y supo adaptar su obra a la política editorial llevada a cabo por Goupil, combinando hábilmente los temas anecdóticos que garantizaban su éxito popular con una composición pensada para su adaptación al formato más reducido del grabado o del revelado fotográfico. Aun con los reproches por parte de la crítica artística del momento, Gérôme logra crear así imágenes impactantes que marcan la memoria del espectador.

 

 

 

De perfecta factura, con una absoluta precisión del dibujo y maestría en el uso de los pigmentos; a pesar de la apariencia academicista en sus temas y composiciones, su obra mantiene con la modernidad una relación más compleja de lo que parece y es en este aspecto donde los análisis historiográficos más recientes se han centrado para la revaloración de la figura y el arte de Jean-Léon Gérôme. Convivían en él simultáneamente la ambición romántica de reproducir los temas de la Antigüedad clásica, de Oriente o de la historia de Francia, con el impulso racionalista de dar una información veraz, imponiendo incluso ese fin a la exigencia de que la escena fuera inteligible o infringiendo las reglas académicas.

En este sentido, destaca el modo en que Gérôme utiliza la imagen fotográfica para la elaboración de figuras, escenas o paisajes, su afán por ofrecer algo genuino y preciso, basándose rigurosamente en las investigaciones científicas y arqueológicas de su época, su novedosa concepción de la escenografía, adelantándose en el tiempo e inspirando directamente escenas de las grandes producciones cinematográficas de temática histórica, sobre todo las basadas en la Roma clásica filmadas por realizadores como Cecil B. DeMille o Mervyn LeRoy, entre otros muchos. Sin duda, la gran difusión de la obra de Gérôme en Estados Unidos tuvo una gran incidencia en esta fuente de inspiración para el gran cine filmando en Hollywood. Esta doble identidad de su obra, a la vez científica y popular, es lo que la hace tan valiosa hoy en día para los historiadores del arte y el público en general.

 

 
 

 

Jean-Léon Gérôme ingresa a los 16 años de edad en el taller de Paul Delaroche, un estudio muy popular y frecuentado por muchos jóvenes artistas, entre ellos el fotógrafo Gustave Le Gray, al que le unirá desde entonces una gran amistad. El joven Gérôme se sitúa también muy pronto bajo la influencia directa de Jean-Dominique Ingres quien, junto a Delaroche, fueron los grandes defensores de la tradición academicista en la que se enmarca el arte de Gérôme en esta primera etapa de su carrera, en la que cultiva tanto el género de la pintura histórica como el retrato.

Con el cuadro "Pelea de Gallos", que presenta en el Salón del año 1847, logra un gran éxito, se revela como un nuevo talento para el público, empieza a recibir sus primeros encargos oficiales y es proclamado jefe de filas de una nueva escuela, los neogriegos. El interés por la Antigüedad, renovado por un deseo de plasmar la veracidad arqueológica, se convierte en pretexto para representaciones costumbristas, agradables y sentimentales, que ponen en escena una Antigüedad humanizada e intimista, casi trivial, y con un estilo a veces arcaizante.

Gérôme abandona pronto el estilo neogriego, pero su interés por representar algo verídico se extenderá a lo largo de toda su producción. El realismo de la anécdota y el afán por el detalle serán dos de las características principales de su arte, tanto en sus pinturas de temática oriental como en los grandes temas de historia; en los dos casos se evidencia también la misma preocupación por la teatralización. Ya sean escenas de carácter costumbrista, paisajes o personajes, en este grupo de obras el artista muestra una profunda fidelidad en la reconstrucción de los lugares y ambientes, así como un interés en la representación de lo pintoresco en arquitecturas o en indumentarias exóticas. El asunto representado ya no es el Oriente imaginado de la generación anterior. Perfectamente documentada, su obra orientalista se nutre de los bocetos realizados durante sus numerosos viajes por Oriente Próximo, sobre todo a Egipto y Asia Menor, así como de las fotografías tomadas in situ por sus compañeros de viaje.

 

 
 

 

Los grandes temas que centraron la atención de Gérôme en su magnífica pintora de historia fueron la Roma antigua, las escenas napoleónicas y el reinado de Luis XIV. En todos ellos la originalidad de Gérôme reside en el rechazo al "gran tema" y al papel edificador tradicionalmente asociado a este tipo de obras. Prefiere representar en sus cuadros de historia, no el momento culminante de un hecho histórico, sino la anécdota, y lo hace escogiendo para inmortalizar en sus lienzos la escena inmediatamente anterior o posterior; de esta forma les confiere también un carácter marcadamente narrativo, enfatizado por el sentido teatral de la composición y una concepción de la escena prácticamente cinematográfica. Sus eruditas representaciones de la civilización romana y el culto por el detalle arqueológicamente exacto han servido de referencia para algunas de las realizaciones cinematográficas más populares del género: óleos como "La Muerte de César" (1867) o "Pollice Verso" (1872) muestran escenas con un paralelismo evidente en cintas emblemáticas como "Quo Vadis" de Mervyn LeRoy (1951) o "Ben-Hur" de William Wyler (1959).

La carrera de Jean-Léon Gérôme como escultor comienza en 1878, en el marco de la Exposición Universal. Considerado en ese momento por la crítica como el modelo del Academicismo, el artista, sin embargo, no duda en defender lo contrario del dogma en cuanto al uso de la policromía en la escultura moderna -expresada en su famoso cuadro-manifiesto "Sculpturae Vitam Insufflat Pictura"-, y se sitúa en el centro de los debates de la época. Siguiendo el ejemplo de la Antigüedad clásica, Gérôme da color a sus obras en mármol, con una técnica que mezcla cera y pigmentos. El afán por el detalle y por la verdad arqueológica alcanza en su obra escultórica y pictórica de esos años el ilusionismo y el trampantojo llevados casi hasta la obsesión. Una de las esculturas pintadas más famosas de Gérôme, titulada "Tanagra" (1890), nos muestra también su gusto por la "auto cita", formando un juego de espejos entre la obra esculpida y la obra pintada. Al final de su vida, la representación del escultor trabajando en su taller se convertirá en tema recurrente de numerosos trabajos, muchos de ellos autorretratos.

 

 

 

Exposición Jean–Léon Gérôme (1824-1904) del 15 de febrero al 22 de mayo de 2011 en el Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado 8, Madrid). Horario: martes a domingo, de 10:00 a 19:00 horas. Esta muestra es el resultado de un ambicioso proyecto conjunto entre el J. Paul Getty Museum, el Musée d'Orsay y el Museo Thyssen-Bornemisza, y constituye la versión reducida de la gran retrospectiva presentada en Los Ángeles y París a lo largo de 2010, pudiéndose contemplar en Madrid una selección de 55 piezas entre sus obras más emblemáticas. Hablamos de la primera gran monográfica dedicada al pintor y escultor francés desde la celebrada hace treinta años en Estados Unidos, fundamentándose en los estudios en profundidad y catalogaciones que sobre su obra ha venido realizando la historiografía más reciente. Los óleos y esculturas que se presentan nos permiten conocer todos los puntos claves de este creador de imágenes y así profundizar en su concepción teatralizada de la pintura de historia, en el realismo y el gusto por el detalle de sus trabajos de tema oriental, así como del uso de la policromía en su producción escultórica.

 

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