MIGUEL ÁNGEL - ESCULTURA


 

 
     
     
Sepulcro de Juliano de Médicis
 
Sepulcro de Lorenzo de Médicis

 

Miguel Ángel (Michelangelo) Buonarroti no nació en Florencia, ciudad de la que es una de sus figuras más descollantes, sino en la pequeña villa de Caprese (actualmente Caprese Michelangelo, en el alto valle del Tíber), en 1475. Su padre, Ludovico Buonarroti Simoni, era podestá del lugar por delegación de la república florentina, y allí vivía con su esposa Francesca di Neri, que moriría cuando Miguel Ángel sólo contaba 6 años de edad.

Dotado de una precoz habilidad para el dibujo, Miguel Ángel, con sólo 13 años de edad, había entrado ya en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio, y pronto acudió al jardín de los Médicis, junto a San Marcos, para dibujar las estatuas clásicas de la colección de Lorenzo el Magnífico, el cual inmediatamente le distinguió con su protección y afecto hasta considerarle como un ahijado.

Según cuenta el historiador Giorgio Vasari, fue al salir del jardín mediceo cuando Pietro Torrigiano, celoso de la juvenil habilidad de Miguel Ángel y de la predilección que Lorenzo el Magnífico mostraba por él, propinó al escultor un tremendo puñetazo que convirtió su hueso nasal "en una oblea" y le dejó chato para siempre. Este incidente motivó el destierro de Torrigiano, quien tuvo que refugiarse en Roma, Flandes e Inglaterra y, por último, en España, donde murió en la ciudad de Sevilla en 1528.

Miguel Ángel no sólo se benefició de su aprendizaje con Domenico Ghirlandaio y con Bertoldo di Giovanni, el conservador de la colección medicea, sino también del contacto con el círculo neoplatónico inmediato a Lorenzo el Magnífico. El trato con Marsilio Ficino, Angelo Poliziano y Pico della Mirandola hizo de él un hijo avisado del Neoplatonismo; aunque como escultor en buena parte autodidacta, aún recogería en la ciudad de Bolonia la impronta de los relieves de Jacopo della Quercia en San Petronio.

El siguiente repaso a su obra escultórica sigue un orden estrictamente cronológico.

 

 
     
     
Ángel Candelabro del Arca de Santo Domingo
 
Detalle del Crucificado del Santo Espirito

 

Madonna de la Escalera

La primera obra escultórica de Miguel Ángel es este relieve mariano, cincelado en mármol cuando sólo contaba unos dieciséis años de edad, empleando las técnicas del medio y bajorrelieve. Casa Buonarroti de Florencia.

Combate de los Centauros contra los Lapitas

Realizado hacia el año 1490, es contemporáneo del anterior relieve mariano y ofrece la versión miguelangelesca de un tema clásico apto para desplegar un racimo de cuerpos desnudos, que el escultor modeló con luminosidad impresionista y dispuso en un dinámico torbellino de músculos tensos en torno al lapita que ocupa la posición central, anticipación de los ritmos serpenteantes ligados en contrapposto. Casa Buonarroti de Florencia.

Hércules

Muerto Lorenzo de Médicis, Miguel Ángel se muda en el año 1492 a su casa paterna, donde esculpe esta figura mitológica de mármol, su primera estatua en bulto redondo. Se perdió en Francia, país donde fue enviada en el transcurso del siglo XVIII.

Crucificado

Después de pasar un año, entre 1494 y 1495, en Venecia y Bolonia, donde se interesa por Jacopo della Quercia y Niccolò dell'Arca, Miguel Ángel anticipa, por un extraño sueño, la inmediata caída de Pedro de Médicis, el sucesor del Magnífico, y abandona Florencia. De esta época es el Crucifijo que talla en madera para el prior del Santo Spirito, de Florencia, con un tamaño algo inferior del natural (135 cm). Casa Buonarroti de Florencia.

Esculturas del Arca de Santo Domingo

Obra de Bolonia en la que también trabaja Niccolò dell'Arca. Miguel Ángel esculpe en mármol el Ángel Candelabro, arrodillado al igual que el oponente de su colega; el aún donatellesco San Petronio y el vigoroso San Próculo, en cuya mirada asoma ya la fiereza de la futura terribilitá de su autor.

San Juan Evangelista

Nuevamente en Florencia, a finales del año 1495, Lorenzo de Pierfrancesco de Médicis le encarga esculpir en mármol un San Juan Evangelista que el historiador Gómez-Moreno identificó con el del templo del Salvador de Úbeda (Jaén), destruido en la Guerra Civil española. La mayoría de los críticos no están de acuerdo con dicha atribución y algunos identifican la estatua con el ejemplar conservado en el Bargello florentino, procedente de los Médicis y antaño atribuido a Donatello.

Cupido Dormido

Fue enterrado a espaldas del artista por un comerciante, para luego "descubrirlo" como mármol antiguo y venderlo en Roma al cardenal Riario, lo que motivó el primer viaje de Miguel Ángel a la Ciudad Eterna. Esta obra, conocida hoy por un dibujo, pereció en el castillo de Windsor como consecuencia de un incendio.

Baco

Espléndida pieza marmórea encargada por el banquero y coleccionista Jacopo Galli y luego comprada por Francesco de Médicis. Primera interpretación que hizo Miguel Ángel de un dios clásico tras contemplar el Apolo del Belvedere, con el que presenta notorios parentescos. Vasari vio en ella la esbeltez del joven varón y las redondeces del cuerpo de la mujer. Actualmente se conserva en el Bargello de Florencia.

 

 
     
     
Moisés
 
San Pedro del Altar Piccolomini

 

Piedad

Por mediación de Galli, a finales del año 1497, recibe del cardenal francés Jean Bilhéres de Lagraulas el encargo de realizarla en mármol para una capilla lateral de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Esta obra, plena de inspiración y simbolismo, supone un logro admirable del arte cristiano. Parece que Miguel Ángel se sentía especialmente orgulloso de ella. En el año 1500, después de oír que su autoría era atribuida a un escultor lombardo, se encerró una noche en la basílica vaticana y grabó en letras capitales romanas esta inscripción sobre la banda que atraviesa el pecho de la Virgen: "Michael Angelus Bonarotus Floren.faciebat". Es el único mármol que el artista firmó.

Virgen con el Niño

En el año 1500 esculpió esta obra, depositada en la Iglesia de Nuestra Señora de Brujas tras ser adquirida por una familia de mercaderes flamencos, los Mouscron. Tanto la Virgen, casi una niña, como el Infante, de redonda carnación desnuda y cabeza esferoidal, se integran en un elipse cerrado.

Esculturas del Altar Piccolomini

Son las de San Pedro, San Pablo, San Pío y San Gregorio Magno para el altar concebido como una gran fachada que el cardenal Piccolomini, más tarde papa (Pío III), mandó construir para la Catedral de Siena. La Madonna situada en su parte central es obra de Jacopo della Quercia. Miguel Ángel debía esculpir más esculturas de santos; sin embargo, ocupado en otros encargos que consideraba más importantes, abandonó el trabajo.

David

Colosal figura esculpida entre los años 1502 y 1504 con la que Miguel Ángel logró superar toda la estatuaria antigua conocida, alcanzando la cima del clasicismo. Según Giorgio Vasari, desde el año 1460 la Señoría de Florencia trataba de hacer realidad esta estatua, de 410 cm de altura. Los artistas Agostino di Duccio y Antonio Rossellino abandonaron la tarea, incapaces de afrontar el gran bloque de mármol asignado. Miguel Ángel lo acabó en dos años. Aunque su destino inicial era uno de los contrafuertes de la antigua fachada de la Catedral de Santa Maria del Fiore, el clamor popular hizo que se instalara ante el Palacio Viejo, en la Plaza de la Señoría. Actualmente se conserva en la Galería de la Academia de Florencia.

Tondo Pitti

En el año 1503, Miguel Ángel realizó esta obra marmórea, en la que tanto el rostro de la Virgen como el de San Juanito se matizan con superficies inacabadas y sin pulir. Aparece así el recurso del non finito, que no es una concesión a la prisa y al descuido, sino la consciente utilización de la superficie mate como hallazgo pictórico que más tarde reiteraría Auguste Rodin, entre otros muchos. Museo Nazionale del Bargello de Florencia.

Retrato de Julio II

Realizado en bronce, fue encargado por el propio papa tras el encuentro de ambos en Bolonia. La estatua fue destruida en el año 1511, al reinstaurarse en la ciudad el dominio de los Bentivoglio.

Sepulcro de Julio II

Conflictivo proyecto, en origen diseñado para instalarse bajo la cúpula de la Basílica de San Pedro concebida por Bramante, que contó finalmente con un esquema ideado en 1513 por el propio Miguel Ángel, muerto ya el pontífice. Miguel Ángel convirtió el monumento funerario trazado en 1505 en un sepulcro-retablo que debía llevar en el segundo cuerpo, a ambos lados del sarcófago papal, las grandes figuras sedentes de Moisés y San Pablo, además de unas 40 imágenes. Al final, y en fecha tan tardía como 1542, las estatuas quedaron reducidas a siete y el sepulcro-retablo no se elevó en la Basílica Vaticana, sino en la iglesia romana de San Pietro in Vincoli. A causa de tantos reveses, el sepulcro juliano es, sobre todo, el marmóreo Moisés (235 cm), colosal y fiero en el acto de reprender a los desobedientes y sacrílegos israelitas con la olímpica terribilità de su mirada y en además de mesarse la barroca catarata de la barba. Pero el conjunto debía integrar, además, la admirable serie de los Prisioneros o Esclavos; dos de ellos, el Moribundo y el Rebelde, conservados en el Museo del Louvre, y otros cuatro, supuestamente inacabados, en la Galería de la Academia Florentina. Estos Prisioneros, junto con el Moisés, se complementan hoy con las estatuas de Raquel y Lía. Al lote de esculturas del sepulcro papal suele añadirse la llamada Victoria, realizada hacia el año 1532 y adquirida para el Palacio Viejo, una de las concepciones más decididamente manieristas de Miguel Ángel.

 

 
     
     
Madonna Médicis
 
Piedad de la Catedral de Florencia

 

Sepulcros Mediceos

Se trata de los sepulcros de Lorenzo de Médicis, Duque de Urbino, y Juliano de Médicis, Duque de Nemours, sobrinos de Lorenzo el Magnífico. Ambos se yerguen como retablos gemelos (195 x 206 cm) en la sacristía nueva de San Lorenzo, en Florencia, iniciada en 1520 y cuyo diseño corrió a cargo también de Miguel Ángel, de ahí que la tensión enrarecida y dinámica de las paredes encintadas entre mármoles grises afecte también a la estructura de los sepulcros-retablos y componga, con la arquitectura del recinto, una totalidad ambiental y simbólica. La estatua de Lorenzo representa la contemplación, y la de Juliano la acción. Ambas emulan al Moisés romano. Lorenzo aparece flanqueado por las alegorías del Crepúsculo y la Aurora, y Juliano por las de la Noche y el Día.

Madonna Médicis

Situada en un altar frente a los anteriores, se halla amamantando al Niño. A ambos lados de la Virgen están las estatuas de San Cosme y San Damián, patronos de los médicos y de los Médicis, con el fin de proteger un desornamentado sarcófago donde reposan los restos de Lorenzo el Magnífico y su hermano Juliano.

Resucitado

Esculpido en el año 1527 para Metello Vari en un bloque marmóreo con grietas inoportunas. La estatua, que es un desnudo total, tuvo repercusión en la iconografía barroca madrileña del simbólico Cristo de los Dolores. Iglesia de Santa Maria sopra Minerva de Roma.

Bruto

Busto inspirado en los retratos imperiales romanos. Su aspecto clasicista, aún tributario de la Piedad vaticana, puede advertirse también en la figura anterior. Bargello de Florencia.

Piedad de Palestrina

Algunos expertos la apartan de su producción. Galería de la Academia de Florencia.

David-Apolo

Poco conocida, se cree que fue realizada hacia 1531 por encargo de Baccio Valori. Aunque siguen existiendo dudas sobre su iconografía, probablemente se trate de otro David. Mide 146 cm de altura, está labrada en mármol y su composición recuerda a los Esclavos del sepulcro de Julio II, si bien también puede tomarse como un lacónico precedente de la Piedad Rondanini. Bargello de Florencia.

Piedad Bandini

Fue labrada por Miguel Ángel para su propia tumba en Santa María la Mayor de Roma. Cosme III la mandó trasladar posteriormente. En el rostro de San José de Arimatea se quiere ver el último de los autorretratos de su autor. La figura de la Magdalena fue rehecha por Tiberio Calcagni, discípulo y amigo personal de Miguel Ángel. El conjunto mide 226 cm de altura. Museo de la Catedral de Florencia.

Piedad Rondanini

Dramática y adrede mutilada escultura (195 cm) en la que quedaron los últimos tajos del incomparable cincel de Miguel Ángel, cuya muerte le sobrevino en el año 1564, cuando estaba a punto de cumplir los noventa años de edad. Además de una perdurable lección para todo el expresionismo contemporáneo, expresa, al igual que los dos anteriores simulacros de la Piedad, la voz de un alma en coloquio con la muerte.

 

 
     
     
David
 
Baco

 

FUENTES

AA.VV. "La obra renovadora de Miguel Ángel", en La Escultura del Cinquecento: Renacimiento y Manierismo, Barcelona, Editorial Planeta-DeAgostini, 1996, pp. 7-17.

VASARI, Giorgio. Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos, Ediciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 1996, pp. 570-738.

 

Nota de La Hornacina: nuestro agradecimiento al Museo Diocesano de Nápoles.

 

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