COSMÈ TURA


 

 
 
La Piedad

 

Cosmè Tura (Ferrara, hacia 1430-1495) fue un pintor que recibió más agravios que elogios de la crítica. A sus cuerpos, Baruffaldi les reprochaba que no estuvieran vestidos "con un poco más de carne y cubiertos con trajes y pliegues más majestuosos y no tan rígidos" y Lanzi lamentaba su estilo "seco y humilde [...], lejano aún de la verdadera flexibilidad y de la verdadera grandeza". La Ferrara de los Este no era la Florencia de los Médicis, y Tura se formó en unos talleres en los que apenas habían sido percibidos los aires humanistas, obstinados como estaban en plasmar los mínimos detalles sin preocuparse demasiado de las cuestiones unitarias.

Las primeras obras de Tura, como La Virgen con el Niño de la National Gallery de Washington, revelan un arte con dificultades compositivas, cercano al que Van der Weyden había plasmado siendo huésped de Leonello de Este, en 1449, época en la que Piero della Francesca pintaba para la familia varios frescos, actualmente desaparecidos. Entre 1452 y 1456, Tura viajó a las ciudades de Padua y Venecia, donde tuvo ocasión de admirar de cerca las obras de Donatello, de Squarcione, del joven Mantegna y de Andrea del Castagno.

Los conocimientos que Tura adquirió en Padua y Venecia orientaron su arte hacia un estilo que sintetizaba las maneras góticas y las aportaciones paduanas. Un atormentado estilo caracterizado por formas exacerbadamente duras y de tenso expresionismo, junto con un estridente cromatismo.

De regreso en Ferrara, Tura intervino con otros artistas, como Maccagnino y Pannonio, en la decoración del studiolo de Belfiore. De las obras pintadas para el studiolo, entre 1460 y 1463, destaca su Primavera (National Gallery de Londres), a la cual Longhi califica de "terrible y sorprendente como un ídolo de Borneo". Sin traicionar la quietud espacial de Piero della Francesca y usando sabiamente el efectismo de la perspectiva baja de Mantegna, Tura convierte a la diosa floral en una mujer de enigmático rostro, que aparece sentada en un trono de criaturas infernales. Cualquier atisbo de alegría de vivir se pierde en una mirada distante y en un cuerpo cubierto con vestimentas de cortantes pliegues que parecen buscar con angustia el reposo del suelo.

 

 
     
     
Primavera
 
San Jerónimo Penitente

 

Si la Primavera se parece a una visión del infierno dantesco, la tabla de La Piedad, en el Museo Correr de Venecia, se convierte en una horripilante y dramática escena en la que el deformado cuerpo del Hijo comparte la naturaleza matérica de las desnudas y estratificadas rocas del fondo.

El arte de Tura fue inspirado en algún momento por Gentile da Fabriano, gracias al consejo del duque Borso de Este, quien le encomendó, en 1469, la decoración de la iglesia de Belrigurado. Su pintura se volvió entonces más amable aunque de manera puntual, pues de ese mismo año son las puertas del órgano nuevo del Obispado, hoy en el Museo de la Catedral de Ferrara, en las que convierte el tema de San Jorge en una trágica gesta medieval. Sin embargo, en su estilo narrativo, esta tabla se contrapone a La Anunciación que la acompaña, episodio en el que dispone un paisaje arquitectónico al modo de Mantegna y Piero della Francesca.

La invención espacial que Mantegna hiciera en su Retablo de San Zenón inspiró la obra de mayores pretensiones de Tura, el llamado Políptico Roverella, en la actualidad separado en diversos compartimentos que difícilmente podrían dar idea de su complejidad arquitectónica. En la tabla central, de curiosa composición en vertical, aparece la Virgen con el Niño rodeados de ángeles músicos. Todos ellos denotan que Tura sintió seguramente la influencia del color veneciano, si bien su voluntad de otorgar luminismo a las aceradas figuras se resolvió con una brillantez cromática alejada de las armoniosas gradaciones de los Bellini.

En sus últimos años, Tura abandonó estas concesiones y, aunque en ocasiones le tentaron los fondos dorados portadores de luz, como en el Santo Domingo de la galería florentina de los Uffizi, volvió a su estilo pétreo y metálico, con el que consiguió algunas de sus mejores realizaciones: el San Jerónimo Penitente, conservado también en la National Gallery de Londres, y el San Antonio de Padua de la Galleria Estense de Módena.

 

 
 
Virgen con el Niño (Políptico Roverella)

 

FUENTES: A.A.V.V. "La pintura del Quattrocento en Milán y Ferrara", en
La Pintura del Primer Renacimiento en Milán, Venecia y Ferrara, Barcelona, 1996, pp. 162-164.

 

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