EDUARDO ÚRCULO


 

 
 

La Gran Vaca

1982
Acrílico sobre lienzo
120 x 140 cm
Colección particular

 

Objetos cotidianos como maletas o sombreros se convirtieron en protagonistas gracias a los pinceles de Eduardo Úrculo, uno de los máximos exponentes de la pintura pop española que falleció dejando tras de sí una obra audaz y personal. Al finalizar un almuerzo con personalidades del mundo de la cultura y amigos que se celebraba el 31 de marzo del año 2003 en la Residencia de Estudiantes, Úrculo, de 65 años de edad, sufrió un infarto masivo y falleció en el momento, dejando un vacío en el mundo del arte del momento.

Con una importancia capital dentro de la llamada "nueva figuración madrileña", en sus últimos trabajos había retornado al cubismo, como se pudo contemplar en la exposición organizada tras su muerte en la Galería Metta de Madrid. En ella se exhibieron sus bodegones neocubistas, últimas obras inéditas en las que Úrculo trabajó desde 2000 y en las que jugaba con la iconografía de pintores cubistas de comienzos del siglo XX. Formaba parte de la exposición el cuadro de gran tamaño que se encontraba en su caballete el día que murió.

Nacido en Santurce (Vizcaya) y asturiano de adopción, Eduardo Úrculo encontró la pintura en la adolescencia, cuando trabajaba como recadero en una empresa minera y contrajo la tuberculosis. En 1957 dibujaba cómics en el suplemento dominical del diario ovetense La Nueva España, y al año siguiente realizó una exposición en el Hogar del Productor de La Felguera, con un éxito que le llevó a obtener una beca del Ayuntamiento de Langreo para estudiar Bellas Artes en Madrid. Un año más tarde se trasladó a Francia para ampliar conocimientos sobre nuevas técnicas del arte. En sus comienzos utilizó un expresionismo negro adecuado para reflejar el entorno de la cuenca minera asturiana de los años 40, pero era un pintor de lo feliz.

Militante inevitable de la figuración, como el mismo se definía, su obra fue evolucionando hasta la etapa de luz y color de Ibiza, isla a la que se trasladó en 1965 y que cambió su estilo, al igual que los viajes por Europa y la pintura pop, erótica y festiva, con la que realizó una exaltación de la sexualidad cuando era tabú. Ese año ya había expuesto en 17 ocasiones en España y tres en Francia y en los 70 pasó de ser anónimo a un artista cotizado, cuyo tema central era la mujer, la preocupación por lo sagrado, la diosa madre y el contenido erótico, con una apuesta trasgresora en la que mostraba desnudos de culos jugando con su propio apellido.

 

 
     
     

Sin Título

1977
Acrílico sobre lienzo
180 x 150 cm
Colección particular

 

Sin Título

1960
Óleo sobre lienzo
195 x 130 cm
Fundación Camilo José Cela

 

Por aquellos años, tras regresar de una Bienal de Venecia, Úrculo montó una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, en la que algunas de sus obras fueron prohibidas debido a su contenido pornográfico por la Administración de Carrero Blanco. Tras tomar la ciudad de Nueva York en los 80 como modelo emblemático de su pintura y el simbolismo del equipaje como una referencia romántica, a finales de los años 90 dirigió su labor creativa hacia el mundo del cartel y de la escenografía. Sus primeros trabajos de escenógrafo se pudieron contemplar en el Festival de Teatro de Mérida, pero su mayor reto estuvo en la escenificación de la ópera Cristóbal Colón estrenada en septiembre del año 1989.

Considerado uno de los máximos exponentes de la pintura pop española, en febrero de 1994 presentó en Oviedo una retrospectiva sobre el final del viaje de la vida titulada El Viajero, La Ciudad y El Equipaje, uno de los temas fundamentales y más característicos de su obra. En septiembre de 1997, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, se presentó una muestra retrospectiva con 121 pinturas y siete esculturas. Ese mismo año se inauguró en Pamplona una selección de los "mitos" más recientes de su proyección pictórica, como la escenografía de los abrazos que realizó por encargo de Pilar Miró para la ceremonia de entrega de los premios Goya.

Desde sus inicios su obra fue objeto de exposiciones en las principales ciudades españolas y en países como Alemania, Argentina, Bélgica, Chile, Colombia, Cuba, Francia, Taiwán, Holanda, Irán, Italia, Panamá, Perú, República Dominicana, Suiza, Uruguay, Estados Unidos, Venezuela y Francia. Su última exposición fue inaugurada por la reina Sofía en la ciudad de Pekín. En ella se mostraba una selección de 50 obras realizadas a lo largo de cuarenta años de trabajo que el pintor definió como la culminación de un camino en el que se mostraba el interés que Oriente había despertado siempre en él.

La obra de Eduardo Úrculo está presente en espacios artísticos como el Museo de Arte Moderno de Ostende, Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, Museo de Arte Contemporáneo de Tenerife, Museo de Bellas Artes de Asturias, Museo Internacional Salvador Allende, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o en la Galería Nacional de Arte Moderno de Roma, además de figurar en importantes colecciones privadas.

 

 
 

El Nuevo Mundo

1992
Acrílico sobre lienzo
150 x 180 cm
Fundación Archivo de Indianos. Museo de la Emigración

 

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