SANTIAGO YDÁÑEZ
Con información de Fernando Francés
"Lo que más me gusta de la pintura, es el propio hecho pictórico, el pintar. Mientras se pinta se tienen unas sensaciones muy intensas sobre las cosas. No solo sobre lo que estás pensando, estás pensando en mil cosas a la vez, aunque estés centrado en el propio cuadro. Es un hecho bastante reflexivo y bastante intenso el placer que te da", declaraba Santiago Ydáñez sobre sus inquietudes artísticas. “Para mí la pintura es comulgar con uno mismo de una manera muy visceral; es en el proceso donde mi energía explota y se plasma en la obra. La emoción más grande". "Un paisaje puede retransmitir espiritulamente lo mismo que un rostro" "Para mi la pintura es comulgar con uno mismo de una manera muy visceral; es en el proceso donde mi energía explota y se plasma en la obra. La emoción más grande"
Santiago Ydáñez |
Con su particular imaginario, Santiago Ydáñez (Puente de Génave, Jaén, 1969) es un referente de la pintura contemporánea española. Sus obras, de gran expresividad, aluden a temáticas recurrentes como los paisajes, los animales, los retratos, el cuerpo y las pasiones humanas -con su vertiente más erótica-, la historia del arte, el pasado, la religión y los "descuartizamientos" a modo de vanitas. Santiago Ydáñez irrumpe en el panorama artístico nacional e internacional a finales de la década de 1990 con un carismático trabajo pictórico de pincelada rápida, con característicos trazos grises y negros, efectista resolución gestual y un sarcástico sentido del humor. Cargada de expresividad y tensión su obra despierta distintos sentimientos: dolor, placer, éxtasis o nostalgia. Artista de factura clásica siempre fiel a sus inquietudes pero experimentando continuamente, tiene una peculiar manera de mirar y entender el arte. Sus pinturas no son fáciles de interpretar, exigen un esfuerzo al espectador. Al artista no le interesa contar historias, sino crear sensaciones que envuelvan al espectador rápidamente. Ydáñez lo mezcla todo, consiguiendo una simbiosis de espiritualidad profana con lo visceral que comparten las personas y los animales, mostrando esa brutalidad o fanatismo que se puede hallar dentro de la religión. En los temas tratados y en la elección de sus imágenes y personajes hay una contínua mirada a sus orígenes. Se nutre de sus vivencias y recuerdos de infancia en la Sierra de Segura, que se complementan con sus inquietudes culturales. Su trabajo evoluciona en paralelo con su vida. Ydáñez estudió Bellas Artes en Granada. Desde hace catorce años reside entre Jaén y Berlín, donde junto a otros artistas fundó la Invaliden1 Galerie. |
Ydáñez realiza una revisión poética y pictórica de las pasiones humanas. La línea eje de su trabajo se apoya en los sentimientos elementales y primarios que acompañan tanto a los humanos como a los animales aunque no pretende una humanización de esos seres sino que se recrea en actitudes y comportamientos comunes a todos. Principalmente se ha centrado en el rostro ya que es una síntesis muy poderosa donde todos nos reconocemos. Pinta primeros planos de animales siempre desafiantes que miran como personas. Le interesa también la parte humana de la religión. Los rostros de las vírgenes transmiten espiritualidad, sensualidad, en un intento de parecer humanos. Une la espiritualidad religiosa con la profana, para ello toma imágenes de la historia del arte, principalmente del barroco. Explorando las relaciones filosóficas entre original y copia, einterpreta obras de Caravaggio, Goya o Simonet. Trabaja con el imaginario romántico en los paisajes nevados, de carácter sereno y sublime. Para Ydáñez, cada imagen tiene su propio espíritu. En su obra, la imagen religiosa es familiar, con ojos de cristal, ambos paralizados, rozan la irrealidad y la realidad, consiguiendo humanizar la imagen religiosa. A partir de 2002, evolucionó del mundo pictórico a las esculturas de animales disecados. Usa la fotografía como fuente de su obra. Tiene un archivo de de imágenes (miles de fotos, muchas propias o conseguidas de libros, museos, mercadillos o internet) que va articulando para construir su discurso. A partir de la fotografía, hace un dibujo rápido con carboncillo y luego pinta. Su forma de pintar es rápida, impulsiva y con brochazos cargados de energía, normalmente emplea entre una y dos sesiones para pintar una obra. |
Su forma de pintar es muy rápida e impulsiva, cargada de energía y un cromatismo pardo en cada pincelada. De acusada expresividad y fuerza, Santiago Ydáñez ejecuta su obra con gran unidad y frescura, conectadas por el agua de los acrílicos utilizados en sus pinturas. Con su pincelada veloz y decidida consigue la inconfundible belleza desgarradora de unas obras que oscilan entre el expresionismo más intenso y el romanticismo más frágil. Como hemos apuntado, Ydáñez desde su infancia tuvo contacto con la religión católica, la imaginería, la naturaleza, el mundo animal y la caza, de ahí su irrisorio pudor a la hora de mostrar platos llenos de cabezas desmembradas, vírgenes en actitudes poco decorosas o partes del cuerpo de seres humanos u otras escenas que podrían resultar chocantes a ciertos espectadores. Fue monaguillo durante cuatro años, para él, el contacto con la iglesia es un hecho totalmente familiar y con el que se encuentra muy cómodo. Utiliza distintos soportes: lienzos -está muy cómodo con los formatos grandes-, libros, o interviene objetos que el artista ha conseguido en los mercadillos y anticuarios de Berlín, como cajas de cubiertos, marcos, espejos o estuches de joyas sobre los que pinta o dibuja los mismos motivos o personajes que representa en sus pinturas. Usa en algunos casos iconografía germanófila proveniente de libros alemanes tratando el tema del nazismo. De entre sus obras recientes cabe destacar El Jardín de las Delicias (2017), monumental lienzo de 315 x 1000 cm, fruto de su reciente estancia en la Real Academia de España en Roma, en el que explora el concepto del paraíso perdido, jugando con imágenes teutónicas de finales del siglo XIX y principio del XX e imágenes mediterráneas. El artista confronta el norte con el sur de Europa, el rostro de una niña rubia de mirada melancólica que refleja ausencia y la belleza y calma de un jardín con mucha vegetación y aves. El hilo conductor ha sido la novela de Thomas Bernhard, Extinción (1986). Esta obra se ha realizado a partir de la investigación y análisis de los frescos romanos de la Villa de Livia que se encuentran en el Palazzo Massimo de Roma. Ydáñez ha invertido varios meses en pintarla, proyecto que ha abordado de forma más reflexiva. |
Su primer pensamiento fue estudiar Paleontología, comenzó pintando pájaros desde niño, pero con una intención más de catalogación que artística. Fue un profesor quién durante sus estudios escolares le inste a desarrollar su faceta artística. Años después, siendo Ydáñez profesor, será cuando decida probar suerte y optar a una beca artística que conseguirá por sus capacidades: la Beca de la Fundación Marcelino Botín en 1998. Ydáñez genera un mundo propio con reminiscencias barrocas, del que se inspira en los bodegones, las naturalezas muertas, temas que para él recogen la religión y lo profano. El artista, tiene muy claro cuál es el sentimiento que quiere transmitir, por esta razón, en numerosas ocasiones, utiliza su propio cuerpo, y maquilla su cara, para conseguir este hecho pictórico. En otras ocasiones, parte directamente de fotografías, de ahí las tonalidades en blanco y negro. Ydáñez tiene muy definidos varios registros emocionales, por un lado, uno marcado por lo lírico, místico, sereno y sensual, y por el otro, brutal, estridente y violento. Sus paisajes, recuerdan al romántico de Friedrich y sus obras sobre la sublimidad de la naturaleza y es que, utiliza a Rossini como fondo para crear estos paisajes. Para Ydáñez, el paisaje es la otra parte de la mirada, la otra parte del rostro. El tamaño de sus lienzos es vital: un pequeño mosquito puede parecer realmente peligroso si la obra tiene más de 2 metros, o perros ladrando que parecen salir de la obra. En San Mateo (2015), cuyas dimensiones son 200 x 300 cm, Ydáñez representa un pastor alemán recostado, con unos colores muy especiales, los mismos que poseía el mango del cuchillo canario que el pintor compró en el Mercado de San Mateo, de ahí que decidiera dar nombre a esta obra. El artista dota a los objetos de una nueva historia, esta, ya había desaparecido, y ahora él consigue una nueva vida, una nueva interpretación. Comenzó a hacerlo en el año 2013, y ahí aparecieron los primeros libros del siglo XIX pintados, libros de literatura romántica, de poesía, a los que Ydáñez intervenía los grabados o les pintaba algo extra. El resto eran cuadros en marcos de época con imágenes relativas a lo germánico. El artista quería tratar el germen del nazismo, de la burguesía refinada. Así, se denota en su obra reminiscencias al nazismo, como la mirada nostálgica de una niña alemana por la pérdida de algo. |
Otros dibujos a lápiz de Ydáñez muestran una figura paternal acompañada de niños y niñas, en clave irónica, la cual aparenta ser una escena cómoda y discernida, y que en realidad se trata de Hitler. Esta obra hace referencia a la representación de Ladislao Vajda en la película El cebo (1958), donde se investiga el asesinato de una niña en un bosque de Suiza. Otra serie de dibujos representan imágenes del documental Olympia (1936), dirigido por Leni Riefenstahl, conocida como la cineasta de Hitler, documental que muestra imágenes de los juegos olímpicos de Berlín de 1936, clara propaganda política para demostrar la "superioridad aria". Aunque ha ido introduciendo poco a poco el color, si algo le caracteriza, son los trazos grises y negros que desde sus comienzos han dado vida a sus enormes retratos cuyos formatos recuerdan los de un plano corto del cine, y que parecen descubrir las fotografías a las que hacen referencia sus obras de temática teutónica. Ydáñez solo utiliza color cuando considera que es necesario. Empezó a incorporarlo en las imágenes religiosas, pensaba que las carnaciones de la policromía barroca es un complemento espiritual a la propia expresión de la imagen. El color con el óleo es más interesante y más carnoso. También es importante en la representación de la carne y el parto, la utilización de color como en Sin título (2012) o Sin título (2010), en el que se aprecia un bebe dentro del vientre de su madre, como si de una disección se tratara. Ydáñez se basó en El buey desollado (1655) de Rembrandt para realizar estas obras. Para Ydáñez, es vital la caída natural de la pintura sobre la propia obra, es el movimiento dentro del propio lienzo, logrando su propio peso dentro del discurso. Santiago Ydáñez realiza una obra muy sensual en todos sus sentidos, desde una sensualidad más erótica y en la que se persigue la representación de la belleza del cuerpo, bien parecida a la alcanzada por Robert Mapplethorpe en sus famosas fotografías, que Ydáñez aumenta hasta un formato de más de dos metros. O una sensualidad provocativa, prohibida, zoofilia, en la que diferentes mujeres protagonizan escenas de sexo con animales. Ha recibido varios premios y becas: Bolsa del Colegio de España en París, Ministerio de Cultura (2001), Primer Premio ABC de Pintura (2002), Primer Premio de Pintura Generación 2002, Caja Madrid, España (2002), Residencia Casa Wabi, Puerto Escondido, México (2015), Residencia beca de la Academia de España en Roma, Italia (2016). Ha realizado muestras individuales en México, Austria, Estados Unidos, Italia, Suiza, Alemania, Portugal, Francia, Noruega y Canadá. En España ha expuesto en el Museo Lázaro Galdiano, Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas de Gran Canaria, New Gallery de Madrid y Catedral de Jaén, entre otros. |
Exposición El corazón manda del artista jiennense Santiago Ydáñez hasta el 24 de septiembre de 2017 en CAC MÁLAGA (Calle Alemania 1, Málaga). La muestra, que toma su título del lema que aparece en la fachada de
la Casa de los Tiros de Granada, reúne una selección de creaciones realizadas en la última
década: pinturas, algunas de ellas creadas expresamente para la ocasión, y una escultura taxidérmica. Horario: martes a domingo, de 10:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 21:00 horas. |
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